Resumen

El golpe de estado que dio Muhammad II al-Mahdí contra el califa Hisham II en 1009 provocó la guerra civil (fitna) y la posterior fragmentación política de al-Andalus. Aprovechando el vació de poder que sufrió Córdoba, se fueron formando los diferentes reinos de taifas. Uno de ellos fue el de Albarracín que se creó hacia 1013.

Esta taifa formó parte de lo que hasta entonces había sido la Marca Media y se extendía aproximadamente por la zona suroccidental de la actual provincia de Teruel. Gran parte de su territorio se asentaba sobre el valle del río Jiloca, en la llamada “al-Sahla” (la llanura), el resto estaba en terreno montañoso donde se asentaba su capital, Santa María de Oriente (Santa Mariya al-Sarq), para diferenciarse de Santa María de Occidente, la del Algarve. Ambas conservaron el nombre “Santa María” durante todo el periodo andalusí. Se llamó también Santa Mariya Bani Razín, por encontrarse situada en el territorio que señoreaba la familia bereber de los Razín, perteneciente a los Hawwara, tronco de la gran cabila de los Baranis.

Razín, antepasado de esta familia, fue un jefe militar que llegó a la Península Ibérica con los primeros conquistadores musulmanes a comienzos del siglo VIII. Después de haber estado establecida en Córdoba, la familia Razín acabó asentándose en el territorio de la Sahla, donde mantuvieron una política alternativa de sumisión y obediencia al poder central de Córdoba.

Abú Muhammad Hudayl ben Razín Izz al-Dawla (h.1013-1044), jeque de los Banu Razín en aquel territorio, aprovechó el golpe de estado dado en Córdoba contra el califa Hisham II para iniciar un lento proceso hacia la independencia. Con la intención de legitimarse, se autonombró hayib (chambelán o primer ministro) y durante los primeros años se mantuvo relativamente fiel a Hisham II, hasta que finalmente apoyó a Sulayman al-Mustaín en su segundo califato. Hacia 1013, este lo confirmó como régulo de Albarracín. Tomó los títulos honoríficos de Izz al-Dawla (fuerza de la dinastía) y Du l-Maydayn (el de la doble gloria).

Mantuvo durante su mandato un aislamiento político, pero no económico ni cultural, de su reino. Como ocurría en casi todos los reinos taifas, tuvo que hacer frente a los afanes expansionistas de sus vecinos, en este caso el de Mundir I del reino taifa de Zaragoza.

Las fuentes árabes alaban en Hudayl su cultura y su amor por la música, aunque también hablan de su crueldad. Logró rodearse de una brillante corte y consiguió para su reino una gran estabilidad y prosperidad.

Abd al-Malik ben Hudayl Husam al-Dawla (1044-1103), había sido nombrado heredero por su padre y había tomado, en aquella época, el título honorifico de Husam al-Dawla (sable de la dinastía). Cuando Hudayl murió en 1044, accedió al trono de la taifa de Albarracín y adoptó los títulos de Yabr al-Dawla (orgullo de la dinastía) y al-hayib du-l-riasatayn (el chambelán poseedor de las dos jefaturas). Las fuentes árabes lo califican de necio, insignificante, ignorante, indolente y muy pagado de sí mismo. A pesar de ello, tuvo la habilidad de conseguir mantenerse en el poder casi sesenta años, aunque fuera a costa de plegarse a la política de Alfonso VI de Castilla y León, a la del Cid o a la de los almorávides.

En 1085, cuando Alfonso VI conquistó Toledo, Abd al-Malik, como otros muchos régulos, lo felicitó personalmente por su hazaña. Le llevó magníficos regalos y consiguió que le confirmase en su reino para gobernar en su nombre, aunque no se libró de tener que pagar tributos al rey castellano-leonés. Pero en 1086, tras su derrota frente a los almorávides en Sagrajas/Zallaqa, Abd al-Malik dejó de pagarle. Tres años después tuvo que pagar parias al Cid, pero también dejo de pagar cuando este sitiaba Valencia. En 1094, ante aquella negativa, el Cid conquistó Albarracín y unió a sus mesnadas las tropas de la taifa para aunar fuerzas en el asedio a Valencia.

Después de que en junio de 1094, Valencia se rindiera al Cid, los almorávides reunieron un ejército para recuperar la ciudad. A él se sumaron trotas de algunas taifas, una de las cuales eran las de Albarracín con Abd al-Malik a su mando. El enfrentamiento se dio en Cuarte en octubre de aquel año, y los almorávides fueron derrotados ampliamente por el Cid. Abd al-Malik abandonó el campo de batalla vergonzosamente.

Hasta que murió en 1103, la política de Abd al-Malik fue un continuo oscilar entre recurrir al Cid o a los almorávides.

Yahya ben Abd al-Malik (1103-1104) había sucedido a su padre y su reinado duró escasamente un año, pues fue destronado por los almorávides en abril de 1104. Fue el último de los régulos de Albarracín, y con él desapareció aquel reino de taifa que fue absorbido por el imperio almorávide.

Sucesos contemporáneos (durante todos los reinos de taifas)

Reyes y gobernantes coetáneos (sólo en la España cristiana)

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