Reino taifa de Granada (<h.1013-1090>)
Situación
Resumen
En 1009, la abdicación del califa Hisham II, impuesta por el golpe de
estado de Muhammad II al-Mahdí, desató una profunda crisis política
en el califato de Córdoba que fue acompañada de graves disturbios
en la propia capital. Ello provocó que al-Andalus sufriera una gran inestabilidad
que dio paso a la fragmentación política del califato y a un período
de más de dos décadas de guerras civiles (fitna). El
reino de taifa de Granada fue uno más de aquellos estados que se generaron
al socaire de los acontecimientos. Creado hacia 1013 por guerreros bereberes
sinhaya de la zona magrebí de Ifriqiya, pertenecientes a una rama de
los ziríes, que entraron en al-Andalus a principios del siglo XI.
Zawi ben Zirí (h.1013-1019/20) fue el primer régulo de la taifa de Granada. Había llegado a la Península con sus tropas para servir como mercenario en el ejército del Abd al-Malik al-Muzaffar, hijo de Almanzor. Tras la muerte de este y de su hermano Sanchuelo, y el inicio de la fitna, tomó partido por el pretendiente califal Sulayman al-Mustaín en contra de Muhammad II al-Mahdí, al que, con sus tropas bereberes y la ayuda de las del conde de Castilla Sancho García, derrotaron y destronaron en noviembre de 1009.
En mayo de 1010, Muhammad II al-Mahdí recuperó el califato cuando derrotó a Sulayman al-Mustaín, que solamente contó con las tropas de Zawi ben Zirí. Este con sus bereberes y familias tuvieron que retirarse hacia Algeciras junto con el depuesto Sulayman.
En su brevísimo segundo reinado, Muhammad II al-Mahdí volvió a enfrentarse con los bereberes de Zawi ben Zirí y fue ampliamente derrotado. Regresó a Córdoba y la fortificó ante un posible asedio de aquellos. El general Wadih, jefe de la Marca Media, que lo había encumbrado, urdió una conspiración con los eslavos de Levante que acabó con la vida de Muhammad II al-Mahdí y el encumbramiento por segunda vez de Hisham II en julio de 1010. Zawi ben Zirí, que seguía apoyando a Sulayman al-Mustaín, se negó a reconocerlo, como tampoco lo hizo una mayoría de la aristocracia omeya y gran parte del pueblo andalusí. En noviembre de aquel año, los bereberes llegaron a las afueras de Córdoba e iniciaron un bloqueo para rendirla por hambre. Los problemas se sucedieron y, ante la imposibilidad de resolverlos, Wadih decidió huir, pero fue descubierto y asesinado en octubre de 1011. Los magnates cordobeses consiguieron resistir un año y medio más al asedio de las tropas de Zawi ben Zirí. Finalmente, en mayo de 1013, los cordobeses pidieron la paz, que les fue concedida, pero tuvieron que sufrir durante dos días la rapiña y matanzas de los bereberes. A continuación, Sulayman al-Mustaín entró en Córdoba y comenzó su segundo califato.
Sobre la suerte de Hisham II, los cronistas musulmanes no se ponen de acuerdo. Unos creen que pudo escapar y dirigirse a Oriente, y otros afirman que fue estrangulado por sicarios de un hijo de Sulayman en mayo de 1013.
Después de haber entronizado por segunda vez a Sulayman al-Mustaín, los bereberes, que se habían adjudicado los puestos más altos del califato, constataron que la Marca Media y Levante no se someterían al nuevo califa y que la unidad política de al-Andalus prácticamente había desaparecido. Por ello, y para asegurar su porvenir, pidieron a Sulayman al-Mustaín que les concediera feudos y ciudades en las zonas fieles al califa. Este, completamente mediatizado por los que lo habían llevado al poder, especialmente los ziríes, aunque no exclusivamente, repartió el territorio de al-Andalus entre ellos. Los Ziríes fueron recompensados con el distrito de Elvira que también integraba Jaén e Iznájar. Estos llegaron al acuerdo de dividir su territorio en dos zonas separadas, aunque conectadas: Zawi ben Zirí se quedó con Elvira y su sobrino Habus con el resto. Como la ciudad de Elvira se encontraba en un emplazamiento de difícil defensa, Zawi ben Zirí decidió trasladar la capital de su nuevo reino a la actual Granada. El nuevo régulo acordó con los habitantes del reino su protección ante la inseguridad de la fitna a cambio de tributos y fidelidad.
Igual que otros jefes políticos del sur de al-Andalus, en la primavera de 1016, Zawi ben Zirí negoció su neutralidad o apoyo con el gobernador bereber de Ceuta Alí ben Hammud, para que pudiera cruzar el Estrecho de Gibraltar con el propósito de tomar el califato. En julio de 1016, el gobernador bereber, con el camino expedito, se dirigió a Málaga y luego marchó contra Córdoba donde derrotó a Sulayman, que privado de sus tropas bereberes ofreció una casi nula resistencia. A continuación ejecutó a Sulayman por regicidio de Hisham II y se proclamó califa al día siguiente.
En 1018, los régulos eslavos de Levante dejaron de sostener al califa bereber Alí ben Hammud y apoyaron en su contra a un pretendiente omeya, Abd al-Rahman ben Muhammad ben Abd al-Malik, bisnieto de Abd al Rahman III. Cuando se disponían a partir contra Córdoba, recibieron la doble noticia del asesinato de Alí ben Hammud y la entronización de su hermano al-Qasim. Los conjurados tardaron un mes en designar califa a Abd al-Rahman, que tomó el título honorífico de al-Murtada, y ponerse en marcha con un modesto ejército. Antes de ir contra Córdoba, los conjurados decidieron comenzar por Granada. Zawi ben Zirí recibió una cortés invitación de al-Murtada de unirse a su partido, pero aquel la rechazó con la misma cortesía. Por segunda vez lo intentó, pero ya en forma de ultimátum, y recibió el rechazo en términos agresivos. La razón de esta actitud sería, seguramente, que los aliados de al-Murtada ya le habrían informado de que estaban dispuestos a abandonar al pretendiente en la batalla que se avecinaba. Y así fue, debido a la traición, con sólo un millar de jinetes Zawi ben Zirí derrotó y puso en fuga a Abd al-Rahman al-Murtada, que luego fue asesinado cuando se refugió en Guadix.
Poco después, hacia 1019/20, Zawi ben Zirí decidió volver a su patria magrebí, seguramente con la intención de tomar el mando de la ciudad de Qayrawan en Ifriqiya, no sin antes delegar el gobierno en sus hijos y en un consejo de ancianos, aunque finalmente quien accedió a él fue su sobrino Habus ben Maksan.
Habus ben Maksan ben Zirí (1019/20-1038), sobrino de Zawi ben Zirí y gobernador de Jaén e Iznajar, desplazó a los hijos de aquel y ocupó el poder en toda la taifa granadina gracias, seguramente, al apoyo del cadí Abu Abd Allah ben Abi Zamanin.
Durante su reinado tuvo un gran protagonismo el judío
Samuel ben Nagrella, que en 1030 fue nombrado visir y que progresivamente se
convirtió en el verdadero gobernante de la taifa hasta su muerte en 1057.
Habus mantuvo buenas relaciones con el régulo eslavo Zuhayr de Almería
y reconoció al califa hammudí Yahya ben Ali al-Mutali en sus dos
periodos en Córdoba desde 1021 a 1023 y desde 1025 a 1026, y en el tercero
en Málaga, donde siguió conservando el título califal hasta
su muerte en 1035.
En 1035, el régulo de Sevilla, Muhammad ben Abbad, para legitimarse, encumbró como califa a un falso Hisham II. Muchos régulos lo reconocieron, por convicción o forzadamente, pero otros no. Entre estos últimos se encontraba Habus ben Maksan que reconoció al hermano de Yahya ben Ali al-Mutali, Idris ben Ali al-Mutaayyad que reinó en Málaga, también como califa, desde 1035 a 1039.
Formó parte del grupo de régulos de reinos taifas que se opusieron al expansionismo del reino de Sevilla, ayudando especialmente al reino de Carmona.
Habus ben Maksan murió en 1038 y fue sucedido por su hijo Badis. Su bisnieto Abd Allah, último régulo de Granada, alabó en sus Memorias su buena organización judicial, económica y militar.
Badis ben Habus al-Muzaffar (1038-1073) sucedió a su padre Habus ben Maksan en 1038. Su hermano Buluggin no se opuso al legado, pero sí lo hizo su primo Yaddayr ben Hubasa que también pretendía reinar. Badis tuvo que librarse de él después de una conjura (los textos son contradictorios al determinar quién conjuró contra quién).
Para gobernar, Badis estuvo aconsejado por su visir Samuel ben Negrella, un eminente poeta judío, que ya había destacado en la administración del anterior reinado. Este tuvo cierta responsabilidad en el deterioro de las relaciones con el reino taifa de Almería, que acabó con la invasión de Granada por su régulo Zuhayr en 1038. Badis respondió aquel mismo año enfrentándose al almeriense al que derrotó y mató. A continuación ocupó tierras en el noroeste de Almería.
En 1039, Badis, se alió con la taifa de Málaga para repeler el ataque del régulo sevillano Muhammad ben Abbad a la taifa de Carmona. Los bereberes derrotaron a los sevillanos en Écija y allí murió Ismail, hijo y heredero del sevillano. Seguidamente, Badis atacó Sevilla. Con estas actuaciones Badis consolidó su posición como líder de los bereberes, aunque actuaba como aparente defensor del califato hammudí.
Debido a conflictos internos en el bloque bereber, Badis realizó campañas contra Ronda, Osuna, Morón y Carmona entre los años 1042 y 1047. Pero un año más tarde, el granadino y los régulos de Carmona, Ishaq ben Muhammad; de Morón, Muhammad ben Nuh y de Arcos, Abdun ben Muhammad, reconocieron al califa hammudí Muhammad ben al-Qasim de Algeciras, apartándose del califa hammudí de Málaga Muhammad I ben Idris ben Alí al-Mahdí.
El califa algecireño murió en aquel mismo año y su sucesor al-Qasim al-Watiq perdió, en 1054/5, el sostén de los régulos de las taifas que lo apoyaban porque estos habían sido encarcelados, y algunos muertos, por al-Mutadid de Sevilla. Debido a ello, y a que no consiguió otros apoyos, se vio obligado a entregar la taifa de Algeciras a Sevilla. En estas circunstancias, Badis temió una conjura en su contra de los árabes que residían en Granada y decidió aniquilarlos, pero Samuel ben Negrella consiguió disuadirlo.
Las relaciones con Almería fueron restauradas tras la muerte de Zuhayr. Más tarde, en 1054, su régulo Muhammad al-Mustasim infeudó Almería a Granada a cambio de protección contra sus enemigos.
En 1056, Badis se anexionó sin resistencia la taifa de Málaga, adelantándose a al-Mutadid de Sevilla, que había intentado hacerse con ella. Allí colocó a su hijo mayor Buluggin como gobernador, quien acabó envenenado en 1063/4 por instigación, seguramente, de José, hijo del visir Samuel ben Negrella al que había sucedido en el cargo cuando este murió en 1056/7. La inestabilidad que se produjo en el reino por el asesinato del heredero fue aprovechada por otras taifas para apoderarse de algunos territorios, como fue el caso de Guadix que pasó a Almería. El reino quedó reducido a Granada, Almuñécar, Priego y Cabra. Tras la muerte de Buluggin, su hermano Maksan ocupó el puesto de heredero. El visir José, que iba perdiendo influencia a favor de personajes del círculo próximo a Badis, como el árabe al-Naya, nuevamente utilizó la conspiración para deshacerse de Maksan, consiguiendo que fuera desterrado a Jaén, donde se declaró independiente.
En 1066, José ben Negrella, viéndose casi apartado del poder, conspiró con al-Mutasim de Almería para que se hiciera con Granada. Este marchó con sus tropas y se apostó cerca de la capital. Los granadinos, sin distinción de clases o etnias, enterados de la traición, se sublevaron en diciembre de aquel año y asesinaron a José y a la mayoría de la población judía de la ciudad.
Al-Naya fue nombrado visir, pero al poco tiempo también fue asesinado. Los bereberes sinhaya aprovecharon la situación para hacerse con los altos cargos del reino, donde mostraron con sus hechos muy poca sumisión a Badis, que tuvo que hacer frente a los tumultos que se sucedían por todas partes.
Badis pidió ayuda a al-Mamun, régulo de Toledo, para luchar contra Almería y recuperar los territorios perdidos. Así, entre otras plazas, reconquistó Guadix pero perdió Baza que fue cedida a al-Mamun en premio por su ayuda. Por aquellas fechas, Badis recuperó Jaén, que le fue entregada por sus habitantes, hartos de la incompetencia de Maksan. Este se refugió en Toledo, pero cuando pudo regresar a Granada, su reincidencia en los errores pasados le impidió ser nombrado heredero.
Badis había tomado los títulos honoríficos de al-Nasir y al-Muzaffar, pero nunca los reflejó en sus monedas, en las que mantuvo hasta 1063 a los califas hammudíes como vínculo legitimador. Badis murió en 1073.
Abd Allah ben Buluggin (1073-1090) tenía unos diecisiete años cuando su abuelo Badis murió. Su juventud fue determinante para que los jeques sinhaya decidieran otorgarle la sucesión del reino en lugar de a su hermano mayor Tamim, que regía Málaga. Tomó los títulos honoríficos de su antecesor, al-Nasir y al-Muzaffar, que aparecen en sus monedas. Para controlarlo, los jeques le pusieron, a modo de tutor, un visir de los suyos llamado Simaya.
Su reinado se inició con la presión ejercida por rey castellano-leonés Alfonso VI, que le arrebató Alcalá la Real y le envió a Pedro Ansúrez a pedirle parias. La negativa de Abd Allah fue aprovechada por el visir sevillano Ibn Ammar para conseguir una alianza de Sevilla con Castilla-León para ir contra el reino de Ganada, su mortal enemigo. Los nuevos aliados se apoderaron del castillo granadino de Belillos. En 1075, cuando Abd Allah se disponía a pagar, se produjo la conquista de Córdoba por al-Mamun de Toledo con la ayuda de Alfonso VI. Por dicho motivo, el régulo sevillano al-Mutamid, que se había apoderado de Córdoba en 1069/70, tuvo que concentrar sus fuerzas para atender aquel problema y abandonó Belillos que fue ocupado nuevamente por Abd Allah. En 1078, al-Mutamid recuperó Córdoba y volvieron los problemas para el granadino. Esta vez sí tuvo que pagar 30.000 meticales, y además, se comprometió a pagar anualmente 10.000 meticales. También acordó la entrega de Estepa, Castro del Río y Martos, a cambio de recuperar Alcalá la Real.
Hacia 1082, Abd Allah prescindió de su visir Simaya y empezó a tomar las riendas del reino granadino. Sus decisiones lo llevaron a enfrentarse con los gobernadores de Almuñécar y Guadix. También tuvo choques, por motivos fronterizos, con el reino de Almería fomentados por su antiguo visir Simaya, que allí se había trasladado. En ese mismo año, o al siguiente, su hermano Tamim, que señoreaba Málaga, empezó a atacar a Abd Allah en Almuñécar y Jete, pero tuvo que pedirle perdón cuando en un contraataque, perdió una veintena de castillos malagueños. El hacer frente a frecuentes rebeldías locales y a continuas conspiraciones palaciegas fue una constante en el reinado de Abd Allah.
En 1086, la derrota de Alfonso VI en Sagrajas/Zallaqa a manos del emir almorávide Yusuf ben Tasufin, que había sido llamado por varios régulos, entre los que se encontraba Abd Allah, abrió una brecha en Granada entre una gran parte de la población, que los veía como liberadores del yugo cristiano y otra que era contraria a su llegada. Abd Allah, que no veía claras las intenciones de los almorávides en lo que respecta a la integridad de su reino, optó por pactar con el castellano-leonés y pagarle parias con su propia fortuna para así acallar a los que clamaban por los altos impuestos. Enterado del trato, el emir almorávide le escribió reprochándole la acción.
En el verano de 1090, la posición de Abd Allah, que ya era muy débil entre rebeliones y traiciones, empeoró cuando el emir almorávide cruzó el estrecho de Gibraltar y estudió el tratado en compañía de al-Mutamid en Córdoba. Este aprovechó la ocasión para zaherir al granadino. Yusuf ben Tasufin mandó llamar a Abd Allah. Como este no compareció, el emir escribió a todos los caídes para que dejaran de acatar a Abd Allah y se pasaran a su obediencia con la excusa de sus tratos con los cristianos. La actitud favorables de los granadinos a los almorávides, decidió a Abd Allah a entregarse en septiembre de aquel año de 1090.
Los almorávides se hicieron con el reino de Granada y desterraron a Abd Allah al Magreb, donde acabó su vida. Posiblemente, al mes siguiente, los almorávides tomaron Málaga y desterraron a Tamim a Marrakech.
Abd Allah fue un hombre cobarde, asustadizo, impopular y dado a los placeres. En el destierro escribió sus Memorias para justificar su conducta.
El reino taifa de Granada tuvo el triste honor de ser el primero
en caer bajo el poder de los almorávides.
Sucesos contemporáneos (durante todos los reinos de taifas)
Reyes y gobernantes coetáneos (sólo en la España cristiana)
León: | Reyes de León. Alfonso V (999-1028). --------------- Unión con Castilla desde 1037 a 1065. Alfonso VI (1065-1072). |
Reyes de Castilla y León. 1ª unión. Sancha con Fernando I "el Magno" (1037-1065). 1ª separación desde 1065 a 1072. 2ª unión. Sancho II "el Fuerte" (1072). |
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Castilla: | Condes de Castilla. (Independiente de hecho de León). Sancho Garcés (995-1017). Reyes de Castilla. Fernando I "el Magno" (1035-1065). --------------- Unión con León desde 1037 a 1065. Sancho II "el Fuerte" (1065-1072). |
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Navarra: | Reyes de Pamplona. Sancho III "el Mayor" (1004-1035). ------- Unido a Aragón hasta 1134. |
Reyes de Aragón y Pamplona. 2ª unión. Sancho Ramírez (1076-1094). |
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Aragón: | Condados de Aragón y Sobrarbe. ------- Unidos a Pamplona hasta 1035. |
Unión de Sobrarbe y Ribagorza. Gonzalo (1035-1044). ------ Anexión a Aragón en 1044. |
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Condado de Ribagorza. Mayor (h.1022-1025). ------- Unido a Pamplona desde 1025 a 1035. |
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Reyes de Aragón. Ramiro I (1035-1063). --------------- Unión con Pamplona desde 1076 a 1134. |
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Cataluña: | Conde de Pallars. Suniario (996-1010). ------- División en 1010. |
Condes de Pallars-Sobirá. Guillermo II (1010-1035). |
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Condes de Pallars-Jussá. Ramón III (1010-1047). |
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Condes de Cerdaña. Wifredo II (988-1035). |
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Condes de Besalú. Bernardo I "Tallaferro" (994-1020). |
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Condes de Ampurias. Hugo I (991-1040). |
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Condes de Barcelona. |
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Condes de Urgel. Armengol I (992-1011). |