Reino taifa de Zaragoza (<h.1013-1110>)
Situación
Resumen
Desde que en tiempos de la conquista musulmana, a principios del siglo VIII,
se estableció la Marca Superior, con capital en Zaragoza, su relación
con el poder central de Córdoba osciló entre la sumisión
y la rebelión según los intereses de las diferentes familias que
se disputaban el poder en el valle del Ebro. El componente étnico fue
uno más de los motivos del enfrentamiento entre la poderosa familia muladí
(autóctonos que habían abrazado el islam) de los Banu Qasi y la
familia árabe de los Tuyibíes. Hacia finales del siglo X, la lucha
se resolvió con la eliminación de los primeros y el encumbramiento
de los segundos. Estos participaron en muchos acontecimientos políticos
de al-Andalus y mantuvieron su poder hasta que decayó en tiempos de Almanzor,
pero una rama lateral de los tuyibíes, adepta al dictador cordobés,
siguió manteniendo el dominio en aquel territorio.
Cuando comenzó en Córdoba la guerra civil (fitna), como consecuencia del golpe de estado que dio Muhammad II al-Mahdí contra el califa Hisham II en 1009, un representante de los tuyibíes, Mundir, participó en los sucesos.
Mundir I ben Yahya al-Mansur (h.1013-1021/2) fue un caíd tuyibí de Almanzor antes de 1002, y gracias a los “amiríes” (eslavos partidarios de Almanzor y de sus hijos) gobernó Tudela en 1005.
Participó activamente en las guerras civiles, siendo su trayectoria política un continuo cambio de bando. Apoyó primeramente en 1010 al califa al-Mahdí en su segundo mandato, para inmediatamente abandonarlo y participar en la conjura que lo derrocó y asesinó para entronizar por segunda vez a Hisham II; luego traicionó a este para pasarse al bando de Sulayman al-Mustaín, que consiguió su segundo califato en mayo de 1013. A pesar de que el nuevo califa confirmó su soberanía en Zaragoza, Mundir volvió a cambiar de bando para apoyar en 1016 al que luego sería el primer califa bereber, Alí ben Hammud. Por último, en 1018, se alió con el régulo eslavo Jayran de Almería para apoyar la candidatura de Abd al-Rahman IV al-Murtada al califato en contra del bereber. Tras el fracaso de al-Murtada en Granada, volvió a Zaragoza para concentrarse en su taifa. Luego, gracias a la política de pacificación del nuevo califa bereber al-Qasim ben Hammud, Mundir lo reconoció.
Se tituló hayib (chambelán) y, además, al-Mansur y Du l-Riasatayn (el de la doble jefatura). Fue reconocido por los gobernadores de los diferentes territorios que formaban la Marca Superior, aunque no faltaron los conflictos con alguno de ellos; uno de los cuales fue su pariente Muhammad ben Ahmad ben Sumadih, que tuvo que instalarse en Valencia al ser expulsado por Mundir de su territorio de Huesca (el hijo de Ibn Sumadih fue régulo de Almería entre 1042/4 y 1052).
En fecha indeterminada, Mundir se apoderó de la ciudad de Tortosa y expulsó a su régulo eslavo Labil, aunque por poco tiempo, ya que fue defendido y repuesto por Mubarak, régulo eslavo de Valencia que gobernaba conjuntamente con Muzaffar.
Su mayor enemigo fue Sancho III “el Mayor” de Pamplona, que alentó las disensiones internas y le arrebató, además de muchas plazas perdidas en años anteriores, otras de la ribera del Cinca y de las cercanías de Huesca. Para contrarrestar la presión pamplonesa, Mundir cultivó buenas relaciones con Castilla y con el condado de Barcelona. Una prueba de ello fue la acogida con fiestas en Zaragoza del enlace matrimonial entre el conde Berenguer Ramón y Sancha, hija del conde Sancho García de Castilla.
Mundir murió en 1021/2 y fue sucedido por su hijo Yahya.
Yahya ben Mundir al-Muzaffar (1021/2-1036) sucedió a su padre, también con el rango de hayib, tomando, además, el título honorífico de al-Muzaffar. Reconoció al califa bereber de Córdoba al-Qasim ben Hammud, como ya lo había hecho su padre; luego reconoció a Abd Allah, nombre genérico de un califa de Bagdad, y por fin, a Hisham III, el último califa de Córdoba.
Hizo una productiva campaña contra Sancho III “el Mayor” de Pamplona, pero fue rechazado en sus enfrentamientos contra García, nuevo rey de Pamplona, y contra Ramiro I de Aragón. Afianzó sus buenas relaciones con el reino taifa de Toledo casándose con una hermana de su régulo Ismail Di l-Nun, al-Zafir, con la que tuvo a su heredero Mundir II.
Seguramente, Yahya murió en 1036. El que desde 1029, aparezca en las monedas el nombre de su hijo Mundir, posiblemente sea debido a que fuera la fecha de su nombramiento como heredero.
Mundir II ben Yahya (1036-1038/9) tendría unos diecisiete años cuando accedió al poder al morir su padre. Aunque, cuando era heredero, había reconocido al genérico califa Abd Allah y luego a Hisham III, no se adhirió a la causa del falso Hisham II cuando Hisham III fue destronado. Este hecho fue la excusa para que su primo Abd Allah ben Hakam se alzara contra él, asesinándolo a finales de 1038 o principios de 1039.
Abd Allah ben Hakam (veintiocho días de 1038/9) fue un tuyibí de la rama central de aquella familia. Su primer acto como régulo fue recibir, revestido de ceremonia, la conformidad de los notables de Zaragoza y acuñar moneda sin mención del califa por quien presuntamente se había alzado. Los zaragozanos se rebelaron contra él, y tuvo que huir. Debido a las algaradas que se produjeron en Zaragoza, Sulayman ben Hud, señor de Lérida, acudió a la capital y se hizo con el poder, adelantándose a Ismail Di l-Nun, al-Zafir de Toledo, que con la excusa de vengar a su sobrino pretendía lo mismo.
Con este régulo acabó la dinastía de los tuyibíes en el reino taifa de Zaragoza, y comenzó la de los Banu Hud.
Sulayman ben Hud al-Mustain (1038/9-1046) pertenecía al linaje árabe de los Yudam y a la familia de los Banu Hud que habían entrado en la Península en tiempos de la conquista a comienzos del siglo VIII, y que se instalaron en el sur de al-Andalus. Su trayectoria fue en sus comienzos similar a la de Mundir I, pues también perteneció a los ejércitos de Almanzor, intervino en la guerra civil de Córdoba y fue gobernador de Tudela y de Lérida bajo la obediencia de los tuyibíes de Zaragoza. Su hospitalidad al depuesto califa Hisham III y sus acciones contra Sancho III “el Mayor” de Pamplona le dieron el suficiente prestigio para que fuera bien recibido por los zaragozanos tras el asesinato de Mundir II.
Tomó el título honorífico de al-Mustain y controló territorialmente el reino a través de sus hijos situándolos en plazas estratégicas: a Yusuf le adjudicó Lérida; a Lubb, Huesca; a Mundir, Tudela; a Muhammad, Calatayud; y reservó Zaragoza para Ahmad, su primogénito y presunto heredero.
Ocupó un puesto destacado entre los régulos que reconocieron al falso Hisham II patrocinado por el de Sevilla.
Sulayman al-Mustain tuvo un importante enfrentamiento, por
motivos fronterizos, con el régulo de Toledo Yahya al-Mamun que comenzó
en 1044. El conflicto se inició cuando el hijo de Sulayman tomó
la ciudad de Guadalajara, cuyos habitantes se dividían entre partidarios
de uno y otro régulo. Al-Mamun respondió marchando contra la ciudad,
pero fue derrotado y tuvo que refugiarse en Talavera, donde fue asediado hasta
que Sulayman ordenó la retirada.
El conflicto continuó cuando al-Mamun pidió ayuda al rey García
Sánchez III de Pamplona, que devastó el territorio zaragozano.
Sulayman al-Mustain repitió la estrategia de al-Mamun llamando al castellano-leonés
Fernando I que, previo pago de grandes sumas de dinero, se dirigió contra
Toledo con lo que obligó al toledano a pedir la paz. Pero Sulayman rompió
el acuerdo y, aprovechando el enfrentamiento de al-Mamun con un hermano, se
dirigió contra Medinaceli, lo que obligó a al-Mamun a acudir para
defender la plaza. La muerte de Sulayman al-Mustain en 1046 puso fin a la contienda.
Sulayman al-Mustain fue sucedido por su hijo Ahmad.
Abú Yafar Ahmad ben Sulayman al-Muqtadir (1046-1082/3) comenzó su reinado guerreando sucesivamente contra sus hermanos para reducirlos a su obediencia: primero se hizo con Huesca, luego con Calatayud y por último con Tudela, todo ello antes de 1051; solamente Yusuf al-Muzaffar en Lérida le opuso una gran resistencia debido a que estaba apoyado por algunos reinos y condados cristianos vecinos a los que pagaba parias. También Abú Yafar, entre 1048 y 1063, para asegurar la integridad de su reino o para obtener su intervención, pagó parias a los condes Ramón Berenguer I de Barcelona, Ramón Wifredo de Cerdaña y Armengol III de Urgel; y a los reyes Ramiro I de Aragón y García Sánchez III de Pamplona. A partir de 1061, también pagó a Fernando I de Castilla.
En 1060, los habitantes del reino taifa de Tortosa, creyendo que su régulo Nabil al-Fatá entregaría la ciudad a su buen amigo el conde de Barcelona Ramón Berenguer I, se sublevaron y lo mataron. Después, debido a que compartían intereses políticos y económicos con la taifa de Zaragoza, ofrecieron el reino a Abú Yafar que lo ocupó, al parecer, de forma pacífica. A partir de esa fecha, el reino taifa de Tortosa quedó englobado en el reino taifa de Zaragoza hasta 1081.
Hacia aquel mismo año de 1060, Abú Yafar dejó la tutela de Pamplona y pasó a ser tributario de Fernando I de Castilla y León. Seguramente, la pasividad e inmadurez de Sancho Garcés IV de Pamplona fue la causa del cambio.
En 1063, Ramiro I de Aragón, aliado con su yerno Armengol, conde de Urgel, preparó la conquista de Barbastro empezando por un ataque a Graus. Abú Yafar marchó a defender la plaza con la ayuda de tropas castellanas al mando de Sancho, hijo de Fernando I de Castilla (entre ellas se encontraba Rodrigo Díaz de Vivar, el futuro Cid). La victoria fue para Abú Yafar y Ramiro I perdió la vida ante las murallas de la ciudad. El nuevo rey de Aragón, Sancho Ramírez, continuó la campaña que había comenzado su progenitor contra Barbastro. Esta vez, gracias al llamamiento del Papa Alejandro II, acudieron numerosas tropas de diversos países europeos en su ayuda. En 1064, el gobernador de la ciudad la abandonó ante la magnitud del ejército que se acercaba y al poco Barbastro capituló por falta de agua y víveres.
En 1065, Abú Yafar, considerado por algunos como culpable de la pérdida de Barbastro, aunque la plaza estaba bajo la influencia de Yusuf al-Muzaffar de Lérida, armó un poderoso ejército para reconquistarla en el que se integraron tropas de otros reinos de taifas. A mediados de aquel año Barbastro fue recuperada y, aunque no pudo impedir que el aragonés conquistara Alquézar muy poco tiempo después, Abú Yafar fue considerado el campeón del mundo musulmán. A partir de entonces tomó el título de al-Muqtadir (el fuerte por Dios).
Cuando en 1067 Sancho II de Castilla atravesó con un potente ejército los dominios pamploneses y puso sitio a Zaragoza para exigir el abono de las parias, al-Muqtadir tuvo que rendirse pacíficamente para evitar el asalto y, además, pagarle una gran cantidad de dinero. A cambio Sancho II se comprometió a defenderlo de sus enemigos. La situación de preponderancia del castellano en el reino de Zaragoza hizo que Sancho Ramírez de Aragón y Sancho Garcés IV de Pamplona se aliaran para combatirlo en la llamada “guerra de los tres Sanchos” donde fue derrotado el castellano. Al-Muqtadir dejo de pagar parias a Sancho II y comenzó a pagárselas a Sancho Garcés IV.
En la primavera de 1076, al-Muqtadir ensanchó su reino apoderándose de la taifa de Denia en el que reinaba Alí ben Muyahid. La anexión no incluyó a Baleares que siguió su propio camino como taifa independiente. A continuación, entregó el gobierno de aquella taifa a su hijo Mundir para que lo gobernase en su nombre, y regresó a Zaragoza. Unas fuentes afirman que Alí ben Muyahid huyó al Magreb y otras que acabó sus días en Zaragoza.
En aquel mismo año, debido al acoso que venía ejerciendo al-Muqtadir sobre el reino de Valencia, que estaba en la órbita del reino de Toledo, y al pago de una cantidad de dinero a Alfonso VI de Castilla y León para que le dejara las manos libres, consiguió que su régulo Abú Bakr le prestara vasallaje.
Al final de su reinado, al-Muqtadir pudo reunificar el reino al lograr poner fin a la rebeldía de su hermano Yusuf al-Muzaffar en Lérida, al que confinó en la fortaleza de Rueda de Jalón. De este modo, la taifa de Zaragoza consiguió su máxima extensión, aunque por poco tiempo, ocupando lo que hoy serían: el actual Aragón, excepto el norte de Huesca; las tres provincias valencianas, excepto la ciudad de Valencia y sus alrededores; parte de Pamplona, Soria y Guadalajara, y el sur de Lérida y Tarragona.
A comienzos de 1081, Rodrigo Díaz de Vivar, después de haber sido desterrado por Alfonso VI, ofreció a al-Muqtadir sus servicios militares que fueron aceptados. Ese mismo año, al-Muqtadir enfermó gravemente y tuvo que dejar a sus hijos el gobierno del reino: Yusuf gobernó en Zaragoza, Tudela, Huesca y Calatayud; y Mundir en Denia, Tortosa, Lérida y Monzón.
Ya muy enfermo, al-Muqtadir mantendría el poder teórico hasta 1082/3 en que murió. La emisión de moneda con su nombre termina en esas fechas.
Al-Muqtadir fue un soberano amante de la cultura que ejerció el mecenazgo de filósofos, matemáticos, astrónomos y poetas. Símbolo de su poderío fue el palacio que se hizo construir al que puso su nombre: al-Yafariya (Aljafería).
Yusuf ben Ahmad al-Mutamin (1082/3-1085) comenzó gobernando la parte del reino que su padre, al-Muqtadir, dividió cuando enfermó en 1081, que comprendía Zaragoza, Tudela, Huesca y Calatayud. En 1082/3, muerto su padre, accedió a reinar sobre aquel territorio adoptando el título honorífico de al-Mutamin (el que confía en Dios). El resto del reino que comprendía Denia, Tortosa, Lérida y Monzón, correspondió en el reparto a su hermano Mundir.
La primera acción de Yusuf al-Mutamin fue la de intentar reunificar el reino guerreando contra su hermano Mundir. Para ello contó con la ayuda de las mesnadas de Rodrigo Díaz de Vivar (el Cid), que ya había estado al servicio de su padre al final de su reinado, después de que aquel fuera desterrado por Alfonso VI de Castilla y León. Comenzó al-Mutamin su ofensiva enviando al Cid a que tomara la villa de Almenara (muy cerca de Lérida) y reconstruyera su castillo, así como que se ocupara de la defensa de las fortalezas de Balaguer, Tamarite y Monzón en la frontera oriental de su reino. Mundir, alarmado, pidió y obtuvo el apoyo de Ramón Berenguer II, conde de Barcelona y de Guillermo I, conde de Cerdeña. Juntos sitiaron Almenara mientras el Cid se encontraba en la fortaleza de Escarp, que acababa de tomar. Al-Mutamin, que había acudido a Tamarite, decidió, aconsejado por el Cid, evitar la lucha contra un ejército tan superior y mantener la posesión de la fortaleza a cambio de pagar un tributo. Aunque Mundir aceptó, sus aliados decidieron continuar con el asedio. El Cid partió de Tamarite y derrotó al ejército que sitiaba Almenara tomando gran cantidad de prisioneros, entre los cuales se encontraba Berenguer Ramón II, hermano del conde de Barcelona, que fue liberado poco después.
En 1083, Yusuf al-Mutamin tuvo que sofocar varias conspiraciones y sublevaciones que pusieron en peligro su reinado. Una de ellas fue instigada por Ibn al-Royolo, antiguo visir de su padre, que pretendió hacerse con el poder; y que posiblemente tuvo la ayuda de Alfonso VI de Castilla y León, en su afán de debilitar los reinos de taifas. Al ser descubierto, fue ejecutado. Otra conspiración que se resolvió de forma inesperada, fue la del gobernador de la plaza fuerte de Rueda de Jalón, donde estaba confinado el antiguo señor de Lérida Yusuf al-Muzaffar. Este convenció a su guardián, con ofrecimientos de honores y territorios, para que se sublevara contra Yusuf al-Mutamin. Al no tener suficientes fuerzas, pidieron la ayuda de Alfonso VI con la promesa de entregarle la plaza de Rueda. Allí se dirigió el castellano, y cuando todo estaba casi hecho, Yusuf al-Muzaffar murió repentinamente. Para tapar su traición a Yusuf al-Mutamin y congraciarse con él, el gobernador urdió una celada para asesinar a Alfonso VI cuando entrara en la plaza. En la emboscada murieron varios caballeros cristianos, y el rey tuvo que huir para salvar la vida.
También en aquel año de 1083, Sancho Ramírez de Aragón se apoderó de la plaza de Graus en el norte del reino. Al-Mutamin envió al Cid que solamente pudo hostigar al aragonés en la región de Monzón durante unos pocos días, pero este no le hizo frente y se dedicó a tomar las plazas de Ayerbe, Agüero y Bolea; y en 1084, además, conquistó Arguedas, cerca de Tudela, y Secastilla, próxima a Graus. Al-Mutamin decidió buscar otro campo de acción, y lo encontró en Morella. Hizo que el Cid reconstruyera la fortaleza de Olocau, cercana a aquella plaza, para asediarla. Mundir pidió apoyo a Sancho Ramírez, al que pagaba parias por recibir ayuda militar, y juntos se enfrentaron al Cid en Morella donde fueron derrotados.
En 1085, para defenderse mutuamente del expansionismo de Alfonso VI y ampliar su influencia en la zona de Levante, casó a su hijo Ahmad ben Yusuf con una hija del régulo valenciano Abú Bakr.
En otoño de 1085, poco después de la caída de Toledo en manos de Alfonso VI, murió Yusuf al-Mutamin, al que heredó su hijo Ahmad ben Yusuf.
Yusuf al-Mutamin fue hombre ascético, sabio y muy dado a las ciencias, en especial a las matemáticas.
Ahmad ben Yusuf al-Mustain (1085-1110) heredó a su padre Yusuf al-Mutamin cuando era muy joven. Tomó el título honorífico de al-Mustain y reinó en los territorios de Zaragoza, Tudela, Huesca y Calatayud. En el resto de la antigua taifa, además de Denia, reinaba su tío Mundir.
A principios de 1086, al-Mustain sufrió el asedio a Zaragoza realizado por el castellano-leonés Alfonso VI, a pesar de que le ofreció la renovación del pago de las parias. Asedio que tuvo que levantar en el verano de 1086 ante el desembarco de los almorávides en Algeciras.
Tras la muerte del régulo valenciano Abú Bakr, al-Mustain, que era cuñado del nuevo régulo Utman, intentó apoderarse de aquel reino pero no lo consiguió, dado que los valencianos derrocaron a Utman y entregaron la taifa, por temor a Alfonso VI, al antiguo régulo toledano al-Qadir. En 1087, la ciudad había sido sitiada por su tío Mundir, por lo que su régulo al-Qadir pidió la ayuda de Alfonso VI y la del propio al-Mustain. Este, junto con el Cid, se dirigió hacia la capital valenciana, pero pronto al-Qadir maniobró y se puso al servicio del castellano, con lo que las ambiciones de al-Mustain quedaron frustradas.
También, en aquel año de 1087, llegaron las tropas, aunque tarde, procedentes de Europa que deberían haber intervenido en la batalla que perdió Alfonso VI en Sagrajas/Zallaqa frente a los almorávides. Sancho Ramírez de Aragón y el castellano-leonés las utilizaron en el sitio de Tudela, pero no consiguieron rendir la plaza.
Fracasada la conquista de Tudela, el aragonés se centró en la de Huesca. En 1088 inició la fortificación de Montearagón que, junto con Loarre, era clave para la conquista de la ciudad y más tarde la de Zaragoza. El avance, aunque lento, fue imparable. En 1089 tomó Monzón y en 1091 construyó la fortaleza de El Castellar, cerca de Alagón, para amenazar Zaragoza. En 1092 cayeron Albalate de Cinca, Zaidín, Bastarés, Labata y Santa Eulalia. En 1094 conquistó Naval, Salinas, Hoz de Barbastro y Artasona, y en junio murió de un flechazo cuando intentaba encontrar un punto débil en las murallas de Huesca.
En 1096, Pedro I, nuevo rey de Aragón y Pamplona, inició el asedio a Huesca. Al-Mustain se puso al frente de un ejército en el que, además de sus tropas, estaban mercenarios cristianos y tropas de los condes García Ordóñez y Gonzalo Núñez, ambos con el permiso de Alfonso VI que se oponía a la expansión de Aragón y Pamplona. Los dos ejércitos se enfrentaron en los llanos de Alcoraz y la victoria cayó del lado del aragonés. En noviembre, Huesca se entregó a Pedro I.
La presión de los aragoneses no cejaba sobre el reino de al-Mustain. En la primavera de 1099, comenzaron a preparar la conquista de Barbastro cortando sus accesos y construyendo dos castillos, uno en las proximidades del río Cinca y otro en el Pueyo de Barbastro. Al año siguiente, Barbastro se rindió.
En 1101, Pedro I, para intentar conquistar Zaragoza, inició la construcción de una fortaleza a cinco kilómetros de ella, a la que llamó Deus o vol “Dios lo quiere” (actual Juslibol), Pero los acontecimientos en Levante le obligaron a aplazar el asedio.
La situación política del reino de al-Mustain se hizo crítica. A la amenaza cristiana se añadía la almorávide que dominaba gran parte del territorio de al-Andalus, pues al-Mustain no había acudido a la convocatoria almorávide previa a la derrota cristiana de Sagajas/Zallaqa y lo colocaba en una situación incómoda. Por ello, en 1102, al-Mustain no dudo en enviar al recién proclamado sucesor del emir Yusuf ben Tasufin, Alí ben Yusuf, a su hijo para mostrarle su sumisión y pedirle ayuda para frenar a los cristianos. Esta iniciativa sirvió para desactivar la acción que ya preparaba el gobernador almorávide de Valencia contra el reino de Zaragoza.
En 1103, al-Mustain recibió ayuda militar de los almorávides para detener las incursiones de Alfonso VI sobre el territorio zaragozano.
Por su parte, Alfonso I, sucesor de Pedro I de Aragón, siguió conquistando territorios al reino zaragozano de al-Mustain. Tomó Tauste y Ejea de los Caballeros en 1105 y consolidando El Castellar y Juslibol. Zaragoza estaba muy bien defendida y se necesitaban grandes medios para someterla. La preparación del asalto no impidió a Alfonso I conquistar, en los dos años siguientes, varios castillos próximos a Lérida y las plazas de Tamarite y de San Esteban de Litera.
En 1110, al-Mustain murió en un enfrentamiento contra tropas aragonesas al norte de Tudela, en Valtierra.
Abd al-Malik ben Ahmad Imad al-Dawla (1110) sucedió a su padre en una situación muy precaria, pues existía un potente partido proalmorávide que veía en el apoyo de los magrebíes la salvación de la taifa frente a los cristianos. Tardaron muy poco tiempo estos zaragozanos en cerrar un trato, a espaldas de su régulo, con el gobernador almorávide de Valencia Muhammad ben al-Hayy. A continuación, Abd al-Malik fue destronado y el reino entregado al almorávide, que entró en Zaragoza en mayo de 1110. Este hecho determinó la desaparición del reino taifa de Zaragoza.
A pesar de haber perdido el reino, Abd al-Malik no renunció a Zaragoza y se refugió en la fortaleza de Rueda de Jalón, donde permaneció desde 1110 a 1130. Desde allí hostigó esporádicamente a los almorávides con la ayuda de Alfonso I el Batallador.
Abd al-Malik murió en 1130 y fue sucedido, en aquel
reducto, por su hijo Ahmad al-Mustansir Saif al-Dawla, conocido en las crónicas
cristianas como Zafadola (corrupción de Saif al-Dawla). Pronto
se desvinculó de Alfonso I para hacerse vasallo de Alfonso VII de Castilla
y León. Murió en 1146.
Sucesos contemporáneos (durante todos los reinos de taifas)
Reyes y gobernantes coetáneos (sólo en la España cristiana)
León: | Reyes de León. Alfonso V (999-1028). --------------- Unión con Castilla desde 1037 a 1065. Alfonso VI (1065-1072). |
Reyes de Castilla y León. 1ª unión. Sancha con Fernando I "el Magno" (1037-1065). 1ª separación desde 1065 a 1072. 2ª unión. Sancho II "el Fuerte" (1072). Unión con Aragón y Pamplona. Urraca de Castilla-León y Alfonso I de Aragón y Pamplona (1109-1114). |
|
Castilla: | Condes de Castilla. (Independiente de hecho de León). Sancho Garcés (995-1017). Reyes de Castilla. Fernando I "el Magno" (1035-1065). --------------- Unión con León desde 1037 a 1065. Sancho II "el Fuerte" (1065-1072). |
||
Navarra: | Reyes de Pamplona. Sancho III "el Mayor" (1004-1035). ------- Unido a Aragón hasta 1134. |
Reyes de Aragón y Pamplona. 2ª unión. Sancho Ramírez (1076-1094). |
|
Aragón: | Condados de Aragón y Sobrarbe. ------- Unidos a Pamplona hasta 1035. |
Unión de Sobrarbe y Ribagorza. Gonzalo (1035-1044). ------ Anexión a Aragón en 1044. |
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Condado de Ribagorza. Mayor (h.1022-1025). ------- Unido a Pamplona desde 1025 a 1035. |
|||
Reyes de Aragón. Ramiro I (1035-1063). --------------- Unión con Pamplona desde 1076 a 1134. |
|||
Cataluña: | Conde de Pallars. Suniario (996-1010). ------- División en 1010. |
Condes de Pallars-Sobirá. Guillermo II (1010-1035). |
|
Condes de Pallars-Jussá. Ramón III (1010-1047). |
|||
Condes de Cerdaña. Wifredo II (988-1035). |
|||
Condes de Besalú. Bernardo I "Tallaferro" (994-1020). |
|||
Condes de Ampurias. Hugo I (991-1040). |
|||
Condes de Barcelona. |
|||
Condes de Urgel. Armengol I (992-1011). |