TERCEROS REINOS DE TAIFAS (<1224-1287>)
Genealogía
Sus reinados
A principios del siglo XIII, el Imperio almohade comenzó a declinar y al-Andalus se volvió a fragmentar en pequeños reinos, como ya ocurriera a principios del siglo XI con el ocaso del califato de Córdoba y a mediados del XII con la desaparición del Imperio almorávide. En esta ocasión fue con la derrota en 1212 del califa almohade al-Nasir en la batalla de Las Navas de Tolosa a manos de Alfonso VIII de Castilla, cuando se inició el declive de aquel Imperio. Los siguientes califas que fueron sucediéndose en la corte de Marrakech no pudieron impedir su desaparición. Los principales problema que tuvieron que afrontar con desigual fortuna fueron, entre otros: conspiraciones palaciegas, magnicidios, derrocamientos, rebeliones en el territorio africano, ataques de los reinos cristianos en al-Andalus, y el más grave de todos, la aparición de la tribu bereber de los benimerines que les disputaron el poder en el Magreb y se lo arrebataron.
Una de aquellas rebeliones contra el califa reinante se produjo en al-Andalus en 1224, cuando el gobernador de Murcia Abi Yusuf se sublevó contra su tío Abd Wahid y se proclamó califa con el título honorífico de al-Adil. Al ser reconocido por casi todo al-Andalus, provocó la división territorial del imperio almohade, aunque casi inmediatamente fue aceptado por todos. Durante su califato se produjo la primera sublevación contra el poder almohade en al-Andalus y el surgimiento del primer reino de taifa al que seguirían otros en los años siguientes promovidos por caudillos locales de origen andalusí o almohade.
Es difícil determinar el número y los límites territoriales de aquellos reinos que se hicieron independientes, aunque rápidamente se aglutinaron alrededor de tres régulos: Zayyan ben Mardanis de Valencia, Ibn Hud de Murcia, y Muhammad ben al-Ahmar de Arjona y posteriormente de Granada. Los dos últimos con vocación de unificar nuevamente al-Andalus.
Las fuentes dan las siguientes referencias sobre aquellos reinos.
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Reino taifa de Baeza (1224-1226)
En 1224, el nuevo califa Abi Yusuf al-Adil nombró a su hermano Abú l-Ala gobernador de Sevilla, capital andalusí de los almohades, y desplazó a Muhammad Abd Allah al-Bayasi “el Baezano”, anterior gobernador almohade, a Córdoba. Este, que era biznieto del califa al-Mumin, se había unido a la causa de al-Adil desde el principio de su alzamiento, pero muy pronto rompió su obediencia al nuevo califa por motivos que se ignoran. En Baeza, su ciudad natal, se proclamó rey de un territorio que ocupaba partes inconexas de las actuales provincias de Jaén, Córdoba, Badajoz y Ciudad Real. Seguramente se rebeló porque vio en su desplazamiento un gesto de desconfianza del califa por ser hermano de Abú Zayd (o Zeit Abú Zeit) ben Muhammad ben Abi Hafs, gobernador de Valencia, Alcira, Játiva y Denia, que no le había mostrado su apoyo y había permanecido fiel al califa de Marrakech. También es posible que fuese inducido a la rebelión por este hermano.
Para someter al rebelde, que estaba encastillado en Baeza, al-Adil envió sucesivamente dos ejércitos: uno de ellos al mando de su hermano Abú l-Ala, que al no conseguir doblegarlo pactó con “el Baezano” una sumisión que no fue aceptado por el califa; otro, al mando de Utman ben Abi Hafs, fue derrotado fácilmente. Estos ataques, y la pérdida de Jaén, Córdoba y Úbeda, llevaron a “el Baezano” a pedir la ayuda de Fernando III de Castilla. Este aceptó y reunió un ejército que posteriormente fue engrosado por el de “el Baezano”, y juntos emprendieron una campaña que dio como resultado la toma de Quesada (Jaén), la conquista de seis castillos y el saqueo de las tierras de Jaén.
En la primavera de 1225, en una nueva campaña de Fernando III en tierras musulmanas, “el Baezano” se hizo vasallo del rey cristiano en el llamado Pacto de Las Navas donde prometió la entrega de los castillos de Martos, Andújar y Jaén, si lograban recuperarlos. Desde allí, los aliados iniciaron la campaña avanzando hacia Jaén, donde arrasaron sus alrededores al no poder rendirla; continuaron hacia Priego, que tomaron gracias a la mediación de “el Baezano”, y siguieron hacia Loja, que fue conquistada con gran mortandad de sus habitantes. El terror hizo que los habitantes de Alhama de Granada abandonaran la ciudad cuando las tropas aliadas aparecieron. Al llegar estas a Granada, sus habitantes prometieron el vasallaje del gobernador y la libertad de mil trescientos cautivos cristianos a cambio de la retirada de los aliados. Fernando III aceptó y se retiró a la fortaleza de Mengíbar, previamente tomada, donde recibió de “el Baezano” las fortalezas de Martos y Andújar, cuyas tenencias confió a Álvar Pérez de Castro.
En el verano de aquel año, “el Baezano”, con tropas musulmanas y cristianas, realizó una expedición que consiguió rendir Córdoba después de apresar a su gobernador, hermano de Abú l-Ala, tomar varias ciudades del valle del Guadalquivir y los castillos de la comarca del Aljarafe. Ante la amenaza de los cristianos y de “el Baezano”, el califa al-Adil abandonó al-Andalus dejando el mando en manos de su hermano Abú l-Ala. Estas victorias fueron aprovechadas por Fernando III para reclamar en Andújar a “el Baezano”, según un pacto anterior, la entrega de los castillos de Burgalimar, Salvatierra y Capilla. Los dos primeros fueron entregados, aunque la guarnición de Salvatierra opuso alguna resistencia.
En febrero de 1226, “el Baezano” fue derrotado por Abú l-Ala cuando quiso tomar Sevilla. Esta derrota propició que la guarnición del castillo de Capilla se negara a entregar la plaza a los cristianos. Fernando III respondió asediando el castillo y logrando su capitulación. Durante el asedio, en Córdoba se produjo una sublevación contra “el Baezano” que tuvo que emprender la huida hacia el castillo de Almodóvar, pero fue alcanzado y ejecutado. Su cabeza fue enviada a Abú l-Ala, y este la envió a su hermano a Marrakech.
Con la muerte de Muhammad Abd Allah al-Bayasi “el Baezano” despareció el reino taifa de Baeza.
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Reino taifa de Valencia (1224-1238)
Cuando se produjo en 1224 la sublevación de Abi Yusuf contra su tío Abd Wahid y se proclamó califa con el título de al-Adil, el gobernador almohade de Valencia, Alcira, Játiva y Denia Abú Zayd (o Zeit Abú Zeit) Abd al-Rahman ben Muhammad ben Abi Hafs Umar, hermano de Abd Allah al-Bayasi “el Baezano”, permaneció fiel al califa de Marrakech. Pero el derrocamiento de este, su posterior asesinato y la descomposición del Imperio, dejaron a Zeit Abú Zeit en una situación de soledad política que lo llevó a la semiindependencia.
En 1225, el ataque de Jaime I, rey de la Corona de Aragón, a Peñíscola hizo que Zeit Abú Zeit buscase la protección de Fernando III de Castilla haciéndose vasallo suyo en el castillo de Moya (actual provincia de Cuenca). Al año siguiente firmó una tregua con el aragonés.
En 1228, la guerra civil se extendía por casi todo al-Andalus. La sublevación de Ibn Hud en Murcia provocó una escisión en el territorio valenciano, ya que la zona al sur del Júcar siguió al murciano, mientras que la del norte permaneció fiel al califa al-Adil. Su semiindependiente gobernador Zeit Abú Zeit, al verse aislado, gestionó su supervivencia negociando sucesivamente con Fernando III y con Jaime I de Aragón.
En aquel año, Zeit Abú Zeit recuperó los castillos de Villahermosa y Bejís situados en el norte del territorio valenciano que habían sido ocupados anteriormente por los aragoneses. También se enfrentó, en defensa del califa, con Ibn Hud de Murcia y fue derrotado. Pero con la marcha del nuevo califa Abú l-Ala al-Mamun, Zeit Abú Zeit volvió a actuar de forma casi independiente y se desvinculó del resto almohade de al-Andalus.
A finales de aquel año, las malas cosechas, la falta de alimentos y la corrupción de la administración almohade produjeron una grave revuelta en la ciudad de Valencia.
A principios de 1229, la revuelta triunfó bajo el mando de Zayyan ben Mardanis. Zeit Abú Zeit tuvo que abandonar la ciudad acompañado de su familia y séquito para refugiarse en Segorbe, una de las pocas plazas que todavía le eran fieles. Para recuperar Valencia, pidió ayuda militar a Jaime I por medio de un acuerdo firmado en Calatayud. En él se reconoció vasallo del aragonés, le ofreció un cuarto de las rentas de los territorios perdidos y, en señal de buena fe, le entregó los castillos de Peñíscola, Culla, Alpuente, Jérica y Segorbe. A pesar de aquella alianza, no pudo recuperar el gobierno de sus antiguos territorios. Zeit Abú Zeit acabó convirtiéndose al cristianismo y participando en la conquista de Valencia por Jaime I.
Zayyan ben Mardanis era descendiente de aquel rey Lobo que luchó victoriosamente desde su reino taifa de Murcia-Valencia contra los almohades en la mitad del siglo XII. Cuando se produjo en 1228 la revuelta de Valencia, Zayyan se sublevó en Onda (en la actual provincia de Castellón) y se presentó en la capital para capitanear la insurrección. Cuando esta triunfó en 1229 y fue expulsado Zeit Abú Zeit, Zayyan fue proclamado emir en la ciudad y reconocido en las plazas próximas a la capital. En otras, como Alcira, Játiva y Denia, tuvo que disputarlas a sus gobernadores, primos suyos, que habían reconocido al emir de Murcia Ibn Hud.
Aprovechando que Jaime I se encontraba inmerso en la conquista de Mallorca, Zayyan realizó un ataque a los territorios de Peñíscola, Ulldecona y Tortosa, que sólo logró botín. Fue un ataque imprudente dado el desequilibrio existente entre sus escasas fuerzas y las de los aragoneses.
En 1230, Ibn Hud marchó contra Valencia y la cercó, pero cuando estaba a punto de rendirla tuvo que acudir al oeste de al-Andalus para responder a los ataques de Alfonso IX de León. Después de ser derrotado por este, no volvió a realizar ninguna acción contra Valencia.
En 1232, Jaime I inició los preparativos para la conquista del reino de Valencia. La toma de Morella, por iniciativa personal del noble aragonés Blasco de Alagón, fue el primer hito de una serie de conquistas que se realizaron en los siguientes años. Así, en mayo de 1233, Jaime I, que había salido de Teruel, puso sitio a Burriana y la rindió dos meses más tarde; a continuación cayeron Peñíscola, Polpis, Castellón, Borriol, Cuevas de Avinromá, Alcalatén, Villafamés, Chivert y Cervera; y en 1237 fue derrotado Zayyan en la conquista del Puig de Enesa, entre Sagunto y Valencia.
Desde el Puig, Jaime I comenzó el asedio de la ciudad de Valencia. Su ejército estaba integrado por tropas procedentes de casi toda Europa gracias a una bula papal de Gregorio IX de febrero de 1237 donde se otorgaba a la campaña contra Valencia carácter de cruzada. Después de haber pedido con poco éxito ayuda al exterior, solamente acudieron las galeras del emir de Túnez que fueron rechazadas, Zayyan entregó la capital en septiembre de 1238. Aquel acto fue el fin del reino taifa de Valencia.
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Reinos taifas de Alcira, Denia y Játiva (1224-1227).
Casi nada se sabe de estas taifas. Parece ser que en 1224, estas ciudades se alzaran contra el poder almohade formando taifas independientes aprovechando que Abi Yusuf se había sublevado contra el califa Abd Wahid. Seguramente, en 1227, el gobernador almohade semiindependiente Zeit Abú Zeit acabó con esas independencias.
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Reino taifa de Menorca (1229-1287).
Las desavenencias en el ejército aragonés por el reparto del botín conseguido en la conquista de Mallorca impidieron que Jaime I de Aragón conquistara la isla de Menorca. Ello propició que surgiera el reino taifa de Menorca desvinculado del poder almohade, aun así, el monarca aragonés consiguió que la taifa le rindiera vasallaje en 1231 por el tratado de Capdepera.
Su primer gobernante fue Abú Said Utman ben Hakam que gobernó entre 1229 y 1281, y el segundo y último gobernante fue su hijo Abú Umar ben Abú Said ben Hakam que gobernó desde 1281 hasta 1287. En ese año, el reino de Menorca fue conquistado por Alfonso III, rey de la Corona de Aragón.
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Reino taifa de Murcia (abarcó casi todo al-Andalus) (1228-1266)
En 1217, Abú Abd Allah Muhammad ben Yusuf al-Yudami (Ibn Hud) había conquistado el castillo de Sanfiro (en la actual provincia de Albacete) a los cristianos cuando servía al califa almohade Abú Yaqub al-Mustansir. Años después, al mando de una partida armada que se dedicaba al saqueo, y con la ayuda del bandolero al-Gusti, realizó una algara por tierras cristianas que le proporcionó botín y un gran prestigio. Debido a ello, muchas partidas semejantes a la suya se le unieron. Fue llamado Ibn Hud porque descendía de los hudíes de Zaragoza a través de Zafadola, hijo del último soberano de aquella taifa que fue anexionada por los almorávides en 1110.
En mayo de 1228, Ibn Hud se sublevó contra el poder almohade en Los Peñascales, en el valle de Ricote (Murcia). En junio derrotó al gobernador almohade de Murcia que había ido contra él para abortar la rebelión, y en agosto hizo su entrada en aquella capital, donde se proclamó “emir de los musulmanes”. Para reafirmar su legitimidad, prestó obediencia al califa abbasí de Bagdad Abú Yafar al-Mustansir y adoptó su pendón negro. Poco después, el gobernador almohade de Valencia, Zeit Abú Zeit, intentó reducirlo pero también fue derrotado.
El nuevo califa almohade Abú l-Ala al-Mamun, para enfrentarse a la rebelión, necesitó pedir una tregua con pago de parias a Fernando III de Castilla; y aunque llegó a vencer a Ibn Hud en las cercanías de Lorca y lo asedió en Murcia, tuvo que levantar el campo, sin lograr su sometimiento, para regresar con todo su ejército al Magreb donde se multiplicaban sus problemas. Con este abandono se cerró la vinculación de la dinastía almohade con al-Andalus, aunque todavía quedaron algunas autoridades almohades aisladas y resistiendo por su cuenta.
En 1229, Ibn Hud, que se había rehecho tras su derrota ante al-Mamun, fue reconocido en Almería, Málaga y Jaén; y en una rápida progresión se hizo con casi todo al-Andalus, gracias al derrumbamiento del imperio almohade. Ante el aumento de su poderío, Fernando III emprendió una campaña contra él saqueando el territorio de Úbeda y tomando Sabiote, Garcíez y Jodar; luego, arrasó el campo de Iznatoraf y llegó hasta Jaén. Pero Ibn Huh continuó extendiendo sus dominios al ser reconocido en: Córdoba, después de matar a su gobernador que era tío de al-Mamun, Granada, Sevilla, Mérida y Trujillo, aunque de forma muy precaria las dos últimas.
En 1230, Ibn Hud marchó contra Valencia y la cercó, pero cuando estaba a punto de rendirla tuvo que acudir al oeste de al-Andalus para responder a los ataques de Alfonso IX de León. Este se había apoderado de Montánchez y asediaba Mérida. Allí acudió Ibn Hud y acampó en las cercanías del castillo de Alange, a pocos kilómetros de Mérida, que ya había sido tomada al asalto. Alfonso IX, a pesar de contar con menos tropas que Ibn Hud, atacó y le infringió una grave derrota que lo obligó a refugiarse en Badajoz, que cayó a continuación. Aquella derrota tuvo como consecuencia el ajusticiamiento, por motivos de tibieza en la sumisión a Ibn Hud, de dos descendientes de la prestigiosa familia de los Banu Wazir, aquella que en tiempos de las segundas taifas había regido varios reinos de aquella zona.
En 1231, Ibn Hud tomó Algeciras y, seguramente, Gibraltar; pero fue derrotado en Jerez, a pesar de contar con un poderoso ejército, por Álvar Pérez de Castro y Alfonso de Molina, hermano de Fernando III, que habían realizado una cabalgada que los llevó hasta Vejer (Cádiz) pasando por Córdoba y Sevilla.
Seguramente en aquel año o en el siguiente, Ibn Hud nombró heredero de su incipiente dinastía a Abú Bakr, uno de sus hijos, que fue acatado por los magnates de las distintas regiones que dominaba.
En 1232, el hermano de al-Mamun, que se había independizado anteriormente en Ceuta, reconoció a Ibn Hud. Este, durante los pocos meses que tuvo la plaza en su poder, nombró almirante a su antiguo aliado al-Gusti, que pirateaba por el Mediterráneo.
En aquel año, un nuevo emir se proclamó en Arjona (actual provincia de Jaén) llamado Muhammad ben Yusuf ben Nasr (al-Ahmar), que fue bien recibido por muchos andalusíes que pensaban que Ibn Hud no les garantizaba la seguridad de sus territorios y que les exigía elevados impuestos para pagar las treguas a los castellanos. Posiblemente, esa fue la causa de que en Sevilla se produjera un levantamiento que expulsó al gobernador, hermano de Ibn Hud, y pusieran en su lugar al líder local al-Bayi. Este, para defenderse de Ibn Hud, se alió con Ibn al-Ahmar.
En enero de 1233, tropas del obispo de Plasencia y de las órdenes militares, que habían iniciado el sitio el año anterior, rindieron la plaza de Trujillo. Ibn Hud, que había acudido en su auxilio, no se enfrentó a los sitiadores.
En ese mismo año, Córdoba y Porcuna se desvincularon de Ibn Hud y se pasaron a la obediencia de Ibn al-Ahmar.
También en ese año, Fernando III puso sitio a Úbeda y consiguió su capitulación en seis meses. Ibn Hud no pudo auxiliar a la ciudad porque las tropas de Ibn al-Ahmar se interponían en su camino. La capitulación y la necesidad de recuperar Sevilla le hizo pedir una corta tregua a Fernando III por la que tuvo que pagar mil dinares diarios. Gracias a ella pudo sitiar a al-Bayi, pero la llegada de Ibn al-Ahmar, que era aliado del sevillano, hizo que Ibn Hud se retirara.
En aquel año, Ibn Hud recibió una carta del califa abbasí Abú Yafar al-Mustansir, en respuesta de una embajada que le había enviado aquel, donde se le reconocía como “emir de los musulmanes” en al-Andalus y le otorgaba los títulos, entre otros, de Muyahid al-Din (guerrero de la fe), Abd Allah (siervo de Dios) y al-Mutawakkil al-Allah (el que confía sus asuntos a Dios). Ibn Hud, después de enviar copias de la carta a todos los magnates que le acataban, recibió las felicitaciones de casi todos por el respaldo califal.
En 1234, tropas del emir de Arjona, integradas por musulmanes y cristianos, penetraron en Sevilla y, después de asesinar por sorpresa a al-Bayi, se apoderaron de la ciudad. Un mes tardaron los sevillanos en rechazar a aquellas tropas y llamar nuevamente a Ibn Hud, como hicieron también los cordobeses. Estos fracasos obligaron a Ibn al-Ahmar a pedir una tregua a Ibn Hud.
En 1235, mientras Fernando III asolaba las tierras de Arjona, Jaén y Córdoba, Álvar Pérez de Castro atacó a Ibn Hud y le obligó a levantar el sitio que realizaba a Niebla y a pagar cuatrocientos treinta mil maravedíes por una tregua de un año que pidió. En diciembre, tropas cristianas se apoderaron de los arrabales de Córdoba y comenzaron a luchar contra la guarnición del centro de la ciudad.
En febrero de 1236 llegó Fernando III a Córdoba con su ejército. Los cordobeses esperaron la ayuda de Ibn Hud, que venía desde Murcia, pero al comprobar que este no se decidía a intervenir y que se había retirado a Sevilla, iniciaron negociaciones de rendición con Fernando III. Al no aceptar las condiciones del rey para evacuar la ciudad, obligó a este, que no quería asaltarla, a hacer uso de un pacto de alianza que tenía con el emir de Arjona, enemigo de Ibn Hud y de los cordobeses. Aquella alianza propició que la ciudad se rindiese en junio de aquel año. En las negociaciones se estableció una tregua con Ibn Hud de seis años y el pago de parias, parte de las cuales serían para Ibn al-Ahmar.
Después de la caída de Córdoba, Ibn Hud se instaló en Almería, y aunque muchas plazas abandonaron su obediencia, siguió gobernando como si nada pasara. Una de aquellas plazas fue Granada, donde en mayo de 1237 entró su gran rival Ibn al-Ahmar recibiendo todos los honores.
A principios de 1238, Ibn Hud fue asesinado por su amigo Ibn al-Ramimi, gobernador de Almería, que inmediatamente se alzó con el poder en aquella ciudad. Poco tardó Ibn al-Ahmar en anexionarse el territorio almeriense al atacarle, rendirle y expulsarle.
El asesinato de Ibn Hud y el desmoronamiento del poder almohade propiciaron el avance de las tropas cristianas. Numerosas villas y castillos cordobeses fueron anexionados mediante pactos o por las armas. Por los primeros se entregaron, entre otros: Écija, Almodóvar, Lucena, Setefilla, Luque y Estepa. Por los segundos se obtuvieron, entre otros: Hornachuelos, Mirabel, Zafra, Morón, Rute, Baena, Benamejí, Montoro, Porcuna y Osuna.
Como estaba previsto, Abú Bakr Muhammad ben Muhammad al-Watiq fue proclamado sucesor de su padre Ibn Hud en el reino de Murcia. Solamente se mantuvo siete meses en el poder, ya que una rebelión encabezada por Aziz ben Abd al-Malik ben Muhammad ben Jattab (Diya al-Dawla), que había sido gobernador de Murcia y pertenecía a una antigua familia árabe, lo llevó a prisión. A los ocho meses de su gobierno, los murcianos lo destituyeron y entregaron el poder a Zayyan ben Mardanis. Este, que se encontraba retirado en Alcira, entró en Murcia en abril de 1239. Asesinó a Aziz ben Jattab y puso en libertad a Abú Bakr. Durante su mandato se desgajaron del reino de Murcia las plazas de Cartagena, Mula, Lorca y Orihuela.
En 1240, el primogénito del rey castellano-leonés, el futuro Alfonso X, realizó una campaña contra el reino de Murcia. Durante ella, los cristianos se apoderaron de Albacete mediante la entrega de una suma de dinero a su alcaide.
En 1241, Zayyan fue depuesto y el poder pasó a Muhammad ben Muhammad ben Hud Baha al-Dawla, tío de Ibn Hud, que gobernó un territorio limitado al sureste de al-Andalus, rodeado por enemigos: Granada, Castilla y Aragón. En aquel año, fue la orden de Santiago la que atacó al reino.
En abril de 1243, los ataques cristianos de una parte y los de sus vecinos musulmanes por otra, hicieron que Baha al-Dawla firmara en Alcaraz un tratado de vasallaje con Castilla-León que firmó el infante Alfonso en nombre de su padre Fernando III. De este modo, el reino de Murcia se convirtió en un “protectorado” castellano-leonés gobernado por Baha al-Dawla. El pacto no fue aceptado por Lorca, Mula y Cartagena, que resistieron hasta que en 1244, las dos primeras, y en 1245, la tercera, fueron conquistadas por los el infante Alfonso.
Posteriormente, el “protectorado” de Murcia fue gobernado sucesivamente por Abú Yafar ben Muhammad ben Muhammad ben Hud, desde 1260/1 a 1263; luego por Muhammad ben Abi Yafar ben Hud, desde 1263 a 1264.
Por último, en 1264 tomó el poder Abú Bakr, que ya lo había ejercido en 1238, e inmediatamente, ayudado por el alcaide de la fortaleza de Málaga que le había enviado el emir nazarí de Granada Muhammdad I, se sumó a la rebelión mudéjar contra Castilla que había comenzado a extenderse por todo al-Andalus. En 1266, Jaime I de Aragón conquisto Murcia para Castilla y el reino taifa desapareció.
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Reino taifa de Jerez (1231/2-1261)
Después de la derrota de Ibn Hud ante Álvar Pérez de Castro en 1231, Jerez se constituyó en reino taifa bajo Abú Amr ben Abi Jalid. Situado en el valle del río Guadalete, abarcaba Sanlúcar, Rota, la bahía de Cádiz, Arcos, Bornos, Medina, Alcalá y Vejer.
Hacia 1240, el reino taifa de Jerez ya era vasallo del rey de Castilla y León Fernando III, y antes de 1245, el rey castellano-leonés ejercía una especie de protectorado sobre la taifa.
En 1261, Alfonso X, incumpliendo las capitulaciones que él y su padre
habían acordado tiempo atrás con el régulo de la taifa,
se dispuso a tomar la ciudad. Sus habitantes, ante la certeza de que sus tierras
serían arrasadas por las tropas cristianas, entregaron la ciudad al rey
castellano-leonés y consiguieron que se les permitiera continuar con
sus heredades. Además, convencieron a Abú Amr ben Abi Jalid para
que negociara la entrega del alcázar a cambió de permitirle salir
al exilio con todos los suyos. Alfonso X aceptó y tomó posesión
de la taifa de Jerez.
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Reino taifa de Málaga (1229-1238).
El reino de Málaga surgió en 1229 y desde ese año reinó Abd Allah ben Zannun. Este, en 1238, al comprobar que casi todas las regiones reconocían a Ibn al-Ahmar, decidió acatarlo también, pero no le dio tiempo a hacerlo porque los malagueños se rebelaron contra él y recibieron al enviado de Ibn al-Ahmar, que tomó posesión de la ciudad para incorporarla al reino de Granada.
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Reino taifa de Niebla (1234-1262).
En 1234 volvió a formarse un nuevo reino de taifa en Niebla que se extendió por el occidente de al-Andalus. Reinó en él Suaib ben Muhammad ben Mahfuz.
En 1235, Niebla fue sitiada por el emir de Murcia Ibn Hud, pero el castellano Álvar Pérez de Castro le obligó a levantarlo y a pagar cuatrocientos treinta mil maravedíes por una tregua de un año.
Desde 1253 fue reino vasallo de Alfonso X de Castilla y León, pero a pesar de ello, fue conquistado por el rey castellano-leonés en 1262.
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Reino de Arjona (1232-1238).
(Continuó desde 1238 hasta 1492 como emirato nazarí de Granada)
Muhammad ben Yusuf ben Nasr (o Nazar) (Ibn al-Ahmar) nació hacia 1194/5 en Arjona (Jaén) en el seno de una rica familia de agricultores, que afirmaba descender de uno de los compañeros que siguieron al profeta Mahoma durante la hégira. En una primera época simultaneó las labores agrícolas con el mando de operaciones militares de defensa de la frontera y de incursiones en territorio cristiano que le dieron gran prestigio en su ciudad natal. Era, según las fuentes, un hombre con gran capacidad militar, valiente, sencillo y profundamente religioso.
En 1232, en un clima de descontento contra el emir de Murcia Ibn Hud por sus continuas derrotas y por los excesivos impuestos que imponía para pagar las treguas a los cristianos, Ibn Nasr, más conocido como “Ibn al-Ahmar” (hijo del Rojo), se alzó en Arjona contra Ibn Hud y contra los almohades. Allí se proclamó emir con el apoyo de su tío Yahya ben Nasr y con el de la familia de los Banu Asqilula, con los que estaba emparentado. Casi inmediatamente se hizo con las plazas de Guadix, Baza y Jerez (cerca de Guadix). Para legitimarse, se puso bajo la obediencia del emir hafsí de Ifriqiya, Abú Zakariyya, aunque más tarde reconoció al califa abbasí Abú Yafar al-Mustansir de Bagdad y llegó a acuñar moneda en su nombre.
En 1233, Ibn al-Ahmar, debido a su reconocimiento al califa de Bagdad, se vio obligado a prestar obediencia a su enemigo Ibn Hud cuando este recibió del califa abbasí el nombramiento oficial de “emir de los musulmanes” de todo al-Andalus. Ello le supuso que fuera reconocido oficialmente como señor de Arjona, Jaén y Porcuna. Hay que hacer constar, que el sometimiento a Ibn Hud sólo se manifestaba en la obligación de mencionar su nombre en el sermón de los viernes en las mezquitas.
En ese año, los habitantes de Jaén, tras la caída de Úbeda después de un duro asedio de Fernando III, se apresuraron a proclamar a Ibn al-Ahmar, que hizo de Jaén su capital. También Porcuna, Córdoba y Carmona le prestaron obediencia.
En 1234, tropas integradas por musulmanes y cristianos, enviadas por Ibn al-Ahmar al mando de su pariente Abú l-Hasan Alí ben Asqilula, patriarca de los Banu Asqilula, entraron en Sevilla, asesinaron a traición a su mandatario al-Bayi, que era su aliado, y se apoderaron de la ciudad. Después nombró gobernador a su pariente. Al mes siguiente, los sevillanos lograron expulsar a aquellas tropas y ponerse nuevamente bajo la obediencia de Ibn Hud. Debido a la dureza con que eran tratados por Ibn al-Ahmar, también volvieron a la obediencia de Ibn Hud los cordobeses. Estos fracasos obligaron al de Arjona a pedir una tregua a Ibn Hud.
En 1236, la pasividad que mostró Ibn Ahmar ante la conquista de Córdoba por Fernando III indica que, seguramente, habían llegado a un acuerdo. Este se puso de manifiesto cuando más tarde firmó junto al castellano-leonés las treguas con Ibn Hud cuando Córdoba se rindió, de tal forma que parte del tributo que este debía pagar fueron para Ibn al-Ahmar.
En 1238, el descontento e inquietud por los fracasos de Ibn Hud se habían extendido por todas las plazas de al-Andalus. En una de ellas, Granada, sus habitantes se sublevaron y mataron al gobernador, nombrado por Ibn Hud, por haber expulsado de la ciudad a un prestigioso sabio. La sublevación fue dirigida por el jiennense Ibn Abi Jalid, que la orientó en favor de Ibn al-Ahmar. Inmediatamente los granadinos le enviaron una comisión para ofrecerle la sumisión de Granada y entregarle el poder. En mayo de aquel año, Ibn al-Ahmar entró en Granada y fue proclamado emir con todos los honores.
(He considerado terminar aquí la narración del reino taifa de Arjona bajo el poder de Ibn al-Ahmar, para continuar en una segunda etapa con la crónica del reino de Granada bajo el reinado del mismo personaje, pero ya como Muhammad I "Ibn al-Ahmar", primer emir de la dinastía nazarí).
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Reino taifa de Lorca (1240-1264).
Desde 1228, Lorca formaba parte del reino taifa de Murcia, pero en 1240, durante el mandato de Zayyan ben Mardanis, se desgajó y formó su propio reino bajo el mando de Abú Abd Allah Muhammad ben Ahli hasta 1244. Después le sucedió su hijo Alí ben Abú Abd Allah Muhammad ben Ahli hasta que Castilla la conquistó en 1264.
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Reino taifa de Orihuela (1240-1249/50).
Desde 1228, Orihuela formaba parte del reino taifa de Murcia, pero en 1240, durante el mandato de Zayyan ben Mardanis, se desgajó y formó su propio reino bajo el mando de Abú Yafar ben Isam hasta 124? Después le sucedió su hijo Abú al-Hasam ben Abú Yafar ben Isam hasta que fue conquistada por Castilla-León en 1249/50.
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Sucesos contemporáneos
Reyes y gobernantes coetáneos (sólo en la Península Ibérica)
Castilla: | Rey de Castilla. Fernando III "el Santo" (1217-1230). |
Reyes de Castilla y León. Fernando III "el Santo" (1230-1252). |
|
León: | Rey de León. Alfonso IX (1188-1230). |
||
Aragón: | Reyes de la Corona de Aragón. Jaime I "el Conquistador" (1213-1276). |
||
Navarra: | Reyes de Navarra. Sancho VII "el Fuerte" (1194-1234). |
||
Mallorca: | Rey de Malloca. Jaime II (1276-1285). ------- Conquistado por la Corona de Aragón desde 1285 a 1298. |
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Condados catalanes no integrados en la Corona de Aragón: |
Condes de Ampurias. Hugo IV (1200-1230). |
||
Condes de Urgel. Guerao de Cabrera (1213-1228). ------- 1231.- Integración en la Corona de Aragón. |
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Condes de Pallars-Sobirá. Guillermina (1199-1229). |
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Portugal: | Reyes de Portugal. Sancho II (1223-1247). |
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Al-Andalus: |
Califas almohades soberanos en al-Andalus. Abú Yaqub al-Mustansir (1213-1224). ------- En 1228, la dinastía almohade se desvincula de al-Andalus por el abandono del califa al-Mamun. |