Genealogía

Resumen

Abd al-Rahman, hijo del emir al-Hakam I, nació en Toledo en 792. Siendo muy niño, en 797, sirvió de señuelo para consumar la estratagema que urdieron entre el emir y el general Amrús ben Yusuf para sofocar una de las muchas rebeliones de Toledo y deshacerse de los personajes más importantes de la ciudad. Fue la que se llamó “jornada del foso”. Antes de su entronización, había mandado o participado en varias aceifas y había sido valí durante algún tiempo de la Marca Superior. Buscó y consiguió el favor popular con algunos gestos: como el de conseguir que su padre crucificara al jefe de la milicia del alcázar, el cristiano comes Rabí, acusándole de extralimitarse en sus funciones de imposición de impuestos, o el de tender la mano a los encrespados alfaquíes de palacio.

Abd al-Rahman fue proclamado sucesor por su padre, quince días antes de su muerte. Para evitar problemas dinásticos, también invistió a su otro hijo, al-Migira, como sucesor del príncipe heredero. El difunto emir dejaba un reino casi totalmente pacificado, una administración bien organizada y una hacienda saneada.

El nuevo emir, Abd al-Rahman II, accedió al trono el 24 de mayo de 822 rodeado del afecto popular. Solamente se le opuso el viejo hermano del emir Hisham I, Abd Allah al-Balansí, que desde sus dominios semiindependientes de Valencia intentó apoderarse de las tierras de Tudmir. Pero un ataque de parálisis frustró sus intenciones. Cuando murió un año más tarde, sus tierras volvieron al emir, que nombró su propio valí.

Simultáneamente o a continuación, en el país de Tudmir se enfrentaron por motivos nimios los clanes árabes de los mudaríes y de los yemeníes. La guerra, con largas interrupciones, duró aproximadamente hasta 829 cuando Abd al-Rahman II, que había esperado a que se debilitaran, los aplastó.

En el año 823, el emir realizó una aceifa contra las tierras de Álava y la de los Castillos, encontrando una escasa resistencia por parte de las tropas del rey asturiano Alfonso II.

En el año 825, ejecutó otra aceifa contra Coímbra y Galicia que tuvo poco éxito, y contra los mismos territorios de la aceifa anterior. En el verano de 826, otro ejército guerreó en el valle del Miño en Galicia y en la tierra de los Castillos.

En 828, el bereber Mahmud ben Abd al-Yabbar y el muladí Sulayman ben Martín asesinaron al gobernador de Mérida, capital de la Marca Inferior, y se declararon independientes. El emir tardó seis años en recuperar la plaza.

Ese mismo año, el general Abu Marwan Ubayd, hijo de Abd Allah al-Balansí, fue el encargado de conducir una aceifa contra Barcelona. Pero la resistencia de su defensor, el marqués franco Bernardo, impidió la toma de la ciudad. Lo intentó con Gerona, pero al no conseguir asaltarla, se dedicó durante setenta días a recorrer aquel territorio sembrando la desolación.

En 829, el modesto jornalero Hashim al-Darrab, cuya familia había sufrido las consecuencias de la jornada del foso, consiguió reunir una partida de aventureros que comenzó a asaltar caminos, granjas y caseríos de la región toledana. El general de la Marca Central, Muhammad ben Rustum, recibió la orden de atajar el problema. Después de varias tentativas, consiguió dar muerte a Darrab en Daroca, en el año 831. Los habitantes de Toledo y los campesinos de la vega del Tajo habían hecho causa común con el aventurero y estaban en rebeldía. En junio de 837, Abd al-Rahman II, junto con su hermano al-Walid, tuvo que tomar por asalto la ciudad, reconstruir la ciudadela, poner un gobernador e instalar una importante guarnición.

En 831, Abd al-Rahman II mandó demoler Ello, capital de la región de Tudmir, porque seguía siendo un foco de intrigas y oposición a su autoridad. Para sustituirla, levantó una nueva capital: Murcia.

En 841, al término de una aceifa contra Álava, el valí de Tudela Musa ben Musa, de la familia muladí de los Banu Qasi, fue ofendido por el general Ubayd Allah que mandaba la aceifa. Por ello, se declaró en rebeldía contra Abd al-Rahman II y tomó Calatayud y Daroca. Al año siguiente, el emir respondió a la rebelión nombrando gobernador de Zaragoza al general Harith ibn Bazi, que con su ejército derrotó a Musa después de recuperar las plazas perdidas el año anterior y posesionarse de Tudela. Pero poco más tarde, el general fue derrotado y hecho prisionero por una alianza de los vascones de García Íñiguez, hijo del rey de Pamplona Íñigo "Arista", y de Musa, que recuperó Tudela. Sin esperar a la siguiente primavera, Abd al-Rahman envió una expedición de castigo al mando de su primogénito Muhammad, que asoló los campos de Pamplona. Musa, derrotado en el enfrentamiento, tuvo que negociar el perdón aceptando abandonar Tudela y entregando a los rehenes. En compensación, fue nombrado valí de Arnedo. Sin embargo, Íñigo "Arista" no aceptó pagar una cantidad anual de setecientos dinares de oro por conseguir el perdón.

También, en 841, Abd al-Rahman II envió un poderoso ejército, al mando del general Abd al-Wahid ben Yazid al-Iskandaraní, que penetró profundamente el territorio franco. Atravesó los Pirineos orientales, asoló Cerdaña y llegó a las inmediaciones de Narbona.

En 843, ante la negativa de Íñigo "Arista" de someterse a su autoridad, Abd al-Rahman II, acompañado de sus hijos Muhammad y Mutarrif, encabezó una expedición de castigo que se enfrentó y venció, en las cercanías de Pamplona, a un ejército compuesto por las tropas de Íñigo "Arista", las del nuevamente rebelde Musa ben Musa, las de Velasco “el Gascón” y la de varios señores asturianos enviados por su rey Ramiro I.

En 844, para mantener la tranquilidad en la Marca Superior, Abd al-Rahman concedió el perdón a Musa ben Musa y le volvió a nombrar valí de Tudela, pero tuvo que entregar como rehén a su hijo Ismail.

En aquel año, los normandos (vikingos) atacaron las costas asturianas. Rechazados en Gijón y en Farum Brecantium (Betanzos), no lejos de La Coruña, continuaron hasta Lisboa donde también fueron expulsados. Siguieron bordeando las costas hacia el Sur y saquearon Cádiz y Medina Sidonia. Luego subieron por el río Guadalquivir y arrasaron Sevilla. Para enfrentarse a ellos, Abd al-Rahman II reunió un ejército, donde se encontraban las tropas de Musa ben Musa. Los vikingos fueron vencidos en el campo de Tablada, el 11 de noviembre. Los que pudieron huir, aún atacaron Niebla y algunas plazas del Algarve. Otros pocos supervivientes se instalaron como granjeros en la zona, y con el tiempo se convirtieron al islamismo.

En el verano de 846, el emir envió contra el reino asturiano un ejército al mando del príncipe heredero Muhammad, que penetró por los desfiladeros de la frontera riojana e impidió que los montañeses asturianos se estableciesen en los valles del Esla, concretamente en la desierta León.

En 847, el nuevo gobernador de la Marca Superior, el general Abd Allah ibn Kulayd, otorgó el mando de Tudela a su hermano Amir en detrimento de Musa ben Musa. Este, herido en su orgullo, situó a sus tropas alrededor de Tudela con la intención de asediarla. Pero poco más tarde apareció el príncipe Muhammad con un potente ejército que repuso a Musa y luego marchó contra Pamplona donde asoló sus alrededores.

En 850, estalló en Córdoba un conflicto religioso con los mozárabes. Todo comenzó cuando, en el curso de una conversación con musulmanes, un sacerdote llamado Perfecto declaró que Mahoma era un falso profeta. Llevado ante los jueces, fue condenado a muerte y decapitado. El suceso fue aprovechado por el clérigo Eulogio, más tarde San Eulogio, que encabezaba un grupo de extremistas descontentos con la situación del cristianismo dentro de la sociedad islámica, para ahondar las diferencias entre las dos comunidades. Su propaganda indujo a que muchos mozárabes desafiaran las leyes contra la blasfemia para provocar su propio martirio, como así sucedió. Estos sucesos fueron denominados “La era de los mártires de la Iglesia mozárabe”.

En 851, la muerte del rey Íñigo “Arista” de Pamplona marcó el inicio del debilitamiento de las relaciones entre los Banu Qasi y los pamploneses. Como consecuencia de ello, Musa ben Musa tuvo que hacer frente en solitario a una invasión de gascones y asturianos que amenazaba sus territorios. En el enfrentamiento, el muladí fue derrotado y herido. Al año siguiente, repuesto de sus heridas, Musa ben Musa volvió a enfrentarse a los invasores y los derrotó en la batalla de Albelda (La Rioja).

En 852, Abd al-Rahman II, a propuesta de muchos clérigos que desaprobaban la propaganda de Eulogio, convocó un Concilio en Córdoba, presidido por el metropolitano de Sevilla Recafredo. En él se prohibió a los cristianos de al-Andalus buscar el sacrificio voluntario de sus vidas. La detención de Eulogio y su posterior envío al exilio no fue suficiente para restablecer la calma, ya que los martirios voluntarios continuaron durante algún tiempo, aunque en menor cantidad.

Abd al-Rahman II murió la noche del 22 de septiembre de 852. Inmediatamente después, una de sus esposas, Tarub, que anteriormente había conspirado con el poderoso eunuco Nasr para envenenar al emir, intentó hacer proclamar a su hijo Abd Allah. Pero los palaciegos fueron a buscar al príncipe Muhammad y lo instalaron en palacio. A la mañana siguiente, Córdoba se enteró de que el emir había muerto y de que su hijo Muhammad era el sucesor.

Abd al-Rahmam II fue un hombre versado en literatura, filosofía, ciencias y música. Sentía interés por las ciencias ocultas, la astrología y la interpretación de los sueños.

Sucesos contemporáneos

Reyes y gobernantes coetáneos

Arriba