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Fernando I "el de Antequera"
Rey
de la Corona de Aragón (1380<1412-1416>1416)
Rey de Sicilia
(1412-1416)
Genealogía
Su reinado
El infante Fernando nació en Medina del Campo (Valladolid) en 1380. Era el segundo hijo del rey Juan I de Castilla y de Leonor, hija del rey Pedro IV “el Ceremonioso” de la Corona de Aragón. En las cortes de Guadalajara de 1390, su padre le había nombrado duque de Peñafiel, conde de Mayorga y señor de Lara, también concertó su matrimonio, que se celebraría unos años más tarde, con su tía Leonor de Alburquerque, hija del conde Sancho y nieta del rey Alfonso XI de Castilla, poseedora de ricas tierras en La Rioja, Castilla y Extremadura. La unión de las posesiones de la pareja, convirtió al infante en el señor más poderoso del reino.
Tras la muerte en diciembre de 1406 de su hermano el rey Enrique III “el Doliente” de Castilla compartió testamentariamente la regencia de su sobrino Juan II, de casi dos años de edad, con la reina viuda Catalina de Lancaster, madre del rey niño. Para remediar las desavenencias entre los corregentes, se decidió la repartición de la gobernación del reino, que ya estaba prevista en el testamento. A Catalina le correspondió gobernar el norte de Castilla desde los puertos de la sierra de Guadarrama, y al infante la zona meridional restante, pero incluyendo sus posesiones, que excepto el señorío de Alburquerque, estaban en el norte.
La muerte de Enrique III no impidió que continuasen los preparativos y alistamientos para hacer la guerra al reino nazarí de Granada. Guerra que se inició en febrero de 1407 con el saqueo realizado por las tropas del infante Fernando de las villas de Vera y Zurgena (ambas en Almería) y continuó durante todo aquel año. De tal manera que: en abril tomaron Huércal Overa (Almería), aunque la perdieron después; en junio conquistaron Pruna (Sevilla) y consiguieron que los granadinos levantaran el cerco de Lucena (Córdoba); en agosto, para controlar el paso del Estrecho, vencieron a una flota mucho mayor de naves de Ifriquiya (Túnez) y del reino de Tremecén (Argelia) que estaban en Gibraltar; y en octubre tomaron Zahara de la Sierra y pusieron cerco a Setenil (ambas en Cádiz), pero no pudieron tomar esta última, aunque sí lo hicieron con plazas más pequeñas como las malagueñas Cañete la Real y Cuevas del Becerro, y la gaditana Torre Alháquime. Por su parte, el emir Muhammad VII respondió saqueando en agosto el arrabal de Baeza y destruyendo Bedmar (ambas en Jaén), y cercando en octubre la ciudad de Jaén. Con la llegada del mal tiempo, el regente Fernando dio por terminada la campaña y se retiró en noviembre, consciente de su fracaso en Seteni, a Sevilla.
En febrero de 1408, Muhammad VII asedió sin éxito durante varios días la villa de Alcaudete (Jaén), durante los cuales se desarrollaron varias escaramuzas contra las tropas del infante Fernando, que respondieron en marzo asolando los alrededores de Ronda (Málaga). En abril, el emir nazarí solicitó una tregua de ocho meses que fue concedida por Castilla. Un mes después, el emir murió. Inmediatamente, el nuevo emir nazarí Yusuf III, consciente de la debilidad militar de su reino, consiguió que la tregua con Castilla fuese varias veces ampliada hasta abril de 1410. Cinco días después de terminar la última tregua, tropas nazaríes de Ronda (Málaga) se adelantaron a los preparativos de guerra de los castellanos saqueando, aunque no pudieron tomar, la villa de Zahara de la Sierra. Al mismo tiempo, el príncipe Abú l-Hasan Ali, hermano de Yusuf III, atacaba Segura de la Sierra e incendiaba Génave (ambas en Jaén), mientras parte de sus tropas hostigaban Caravaca (Murcia).
Por su parte, el veintiséis de abril de ese año de 1410, el infante Fernando inició el asedio de la importante plaza de Antequera (Málaga). Los castellanos rodearon la ciudad con cinco campamentos para asfixiarla e impedir cualquier apoyo del exterior. Para socorrerla, el cuatro de mayo Yusuf III concentró en la cercana villa de Archidona (Málaga) un ejército, mandado por sus hermanos Alí y Ahmad, que dos días más tarde fue derrotado en su enfrentamiento con los castellanos. A pesar de ello, las escaramuzas continuaron con resultados favorables en su mayoría a los castellanos, como las de Loja y Montefrío (ambas en Granada) o Ronda y Archidona (igualmente en Málaga), aunque también las hubo nazaríes, como las de Montejícar (Granada) o Setenil (Cádiz). Mientras tanto, los antequeranos seguían resistiendo el cerco.
El treinta y uno de mayo murió Martín I “el Humano”, rey de la Corona de Aragón, sin haber dejado un heredero legítimo ni solucionado el problema de la sucesión al trono. En su testamento de diciembre de 1407 había dejado la Corona a su hijo Martín “el Joven”, rey de Sicilia; pero con la muerte de éste en julio de 1409 dejando solamente dos hijos ilegítimos: Fadrique (o Federico) y Violante, la Corona había quedado sin heredero. Para intentar solucionar el problema, el rey había contraído matrimonio con Margarita de Prades. Al no poder tener descendencia por su edad y falta de salud, había decidido que fueran los reinos los que eligieran expertos que estudiaran los testamentos y codicilos de todos los reyes anteriores, para así poder decidir a quién correspondía la sucesión, ya que buscaba la legalidad jurídica que impidiera una guerra civil en la Corona. Con su decisión renunciaba a su potestad de decidir sin consultar con nadie. Pero los letrados elegidos se ocuparon más de los votos de cada pretendiente que de estudiar las leyes; lo que llevó al rey a prohibir a los letrados ocuparse de los derechos de los candidatos.
La muerte de Martín I dio paso en la Corona de Aragón a un complicado y turbulento periodo de tiempo sin rey, conocido como:
INTERREGNO
Durante él se recrudecieron en todos los reinos las luchas entre los bandos nobiliarios rivales, y cada uno de ellos quiso tener al futuro monarca de su parte, sin tener en cuenta los deseos del difunto rey. Así, en Aragón, el bando de Antonio de Luna apoyó al conde de Urgel, que se declaraba único sucesor porque había sido, durante la vida de Martín I, lugarteniente del reino de Aragón, aunque posteriormente revocado por el propio rey. Para proclamarse, había decidido aprovechar su condición del cargo de gobernador (o lugarteniente) general de todos los reinos, que también tenía, pero que no había ejercido, y utilizar sus hombres de armas para conseguir su ambición. Intención que los parlamentarios catalanes le hicieron desistir al convencerle para que no actuase como gobernador general y que licenciase a sus tropas. Por otra parte, mensajeros aragoneses del papa cismático Benedicto XIII se presentaron ante el infante de Castilla, cuando asediaba Antequera, para pedirle que tomase el título de rey de la Corona. Pero el infante sólo aceptó su condición de pretendiente, para lo cual presentaría su derecho a la sucesión ante quien correspondiera después de que hubiera conquistado la ciudad.
En junio, las corporaciones municipales de Barcelona, Zaragoza, y Valencia, a través de sus representantes, propusieron la constitución de un parlamento general de la Corona que designara un nuevo rey. En agosto, ante la indecisión de los demás parlamentos, el gobernador de Cataluña, Guerau Alamany de Cervelló, tomó la iniciativa de convocar al del principado en Montblanc (Tarragona) para cumplir con la voluntad de Martín I determinando, junto con los parlamentos de los otros reinos, a quién pertenecía en justicia la sucesión de la Corona. En septiembre, ya iniciadas las sesiones, los parlamentarios tuvieron que trasladarse a Barcelona debido a un brote de peste en la ciudad. Desde allí, los parlamentarios barceloneses continuaron las sesiones y, además, enviaron embajadores a los parlamentos de Aragón y Valencia para procurar un acuerdo. A las sesiones acudieron mensajeros y delegaciones de los diferentes candidatos para reclamar su derecho a ser elegidos sucesores. Los pretendientes fueron:
- Jaime de Aragón, conde de Urgel. Nieto del fallecido
en 1347 conde Jaime de Urgel, hermano del rey de Aragón Pedro IV “el
Ceremonioso”. Era el preferido por Cataluña, pero tenía
detractores en Aragón y Valencia.
- Fernando, infante de Castilla. Hermano del rey Enrique III y sobrino de Martín
I por ser hijo de Leonor, hermana del difunto rey. Era el preferido por Aragón.
- Alfonso de Aragón, duque de Gandía. Hijo del conde Pedro de
Ribagorza, hermano del rey aragonés Alfonso IV “el Benigno”,
y tío segundo de Martín I.
- Luis de Anjou, duque de Calabria. Hijo del rey de Nápoles Luis II de
Anjou y de Violante, hija del rey Juan I de Aragón.
- Federico (o Fadrique) de Luna. Hijo ilegítimo del difunto rey de Sicilia
Martín “el Joven” y nieto de Martín I, que
argumentaba su derecho por haber sido legitimado, en parte, por el papa Benedicto
XIII.
- Isabel de Aragón. Hija de Pedro IV y de su cuarta esposa Sibila, y
esposa del conde de Urgel. Pero su candidatura no fue tomada en cuenta por la
imposibilidad legal de que reinase una mujer.
Mientras tanto, el veinticinco de septiembre, el infante Fernando consiguió conquistar Antequera. La victoria fue tan sonada, que al infante le valió el sobrenombre de “el de Antequera”. Ante el duro golpe que supuso la caída de la ciudad, el emir Yusuf III emprendió una serie de incursiones de castigo sobre los alrededores de Alcalá la Real (Jaén) y consiguió la recuperación del castillo de Jévar, que formaba parte de la defensa de Antequera, aunque casi enseguida tuvo que abandonarlo después de destruirlo.
En octubre, en el principado de Cataluña, se produjo una disputa armada entre el obispo de Vic (Gerona), partidario del conde de Urgel y el conde de Pallars-Jussá (Lérida), partidario de Luis de Anjou, que contó con la intervención de tropas francesas del vizconde de Couserans. El conde de Urgel ofreció sus servicios al parlamento barcelonés para expulsar a las tropas francesas, pero el parlamento prefirió defender la frontera con sus propios medios porque consideró que el conde quería tener tropas para ir contra sus enemigos en lugar de ir contra los franceses.
En noviembre, los ataques granadinos y la urgencia por ocuparse de la reclamación del trono de la Corona de Aragón hizo que el infante Fernando aceptase una petición de tregua de Yusuf III hasta abril de 1412. En ella se incluía al sultán benimerín de Fez y contemplaba la entrega de trescientos cautivos cristianos: las llamadas “parias de cautivos”.
En enero de 1411, ante la enorme confusión que existía en Aragón, Cataluña y Valencia, el papa Benedicto XIII, de acuerdo con el gobernador Gil Ruiz de Lihori y el “Justicia Mayor de Aragón” Juan Jiménez Cerdán, decidió convocar para el mes siguiente con carácter de urgencia a los aragoneses a un parlamento en Calatayud (Zaragoza) donde se decidiría el procedimiento para elegir al nuevo rey. La decisión se tomó porque se había conseguido que los dirigentes de los dos grandes bandos rivales: García Fernández de Heredia, arzobispo de Zaragoza, y Antonio de Luna acordasen una tregua. Por ello, en los primeros días de febrero, pese a los inconvenientes, los diputados fueron llegando a la ciudad, donde inmediatamente se constituyó el parlamento aragonés presidido por el gobernador y el Justicia. Se iniciaba así la llamada “Concordia de Calatayud”.
También en febrero, el parlamento barcelonés, que ya había conseguido el mes anterior que las tropas francesas abandonasen el principado y que el conde de Pallars licenciase a sus tropas, tuvo que amonestar al conde de Urgel porque se había instalado a menos de una jornada de Barcelona en contra de lo ordenado por el parlamento, que no quería que ningún candidato pudiera interferir en sus deliberaciones. A pesar de ello, el conde de Urgel fue al monasterio de Valdoncellas, situado junto a los muros de la ciudad, y consiguió hablar de asuntos de la defensa de la frontera con el arzobispo de Tarragona, uno de sus partidarios, y con veinticuatro parlamentarios más.
A finales de aquel mes de febrero, durante las sesiones del parlamento aragonés, Antonio de Luna intentó entrar en la ciudad de Calatayud con su ejército para hacerse con su control, y así asegurar las posibilidades de que el conde Urgel fuese elegido sucesor. Ante el inminente ataque, el gobernador ordenó cerrar las puertas de la ciudad, y que no se permita la entrada a nadie, con el fin de garantizar la libertad de decisión de los parlamentarios. Los vecinos se armaron y se aprestaron a defender la ciudad y a proteger a los convocados. Ante la gravedad de la situación, los embajadores catalanes que habían acudido a las sesiones, afectos al conde de Urgel, salieron de la ciudad para entrevistarse con Antonio de Luna y consiguieron convencerlo para que abandonase los alrededores de Calatayud. Disipada la amenaza, el parlamento de Calatayud continuó con muchas dificultades durante varios meses sus deliberaciones porque las relaciones entre los representantes de los dos bandos hacían imposible llegar a algún acuerdo.
En mayo, ante la dificultad para designar un presidente para el futuro parlamento general, se acordó disolver la asamblea después de elegir a nueve delegados: dos por cada uno de los cuatro estamentos (Iglesia, Nobles, Caballeros y Ciudadanos) y al prestigioso letrado, Berenguer de Bardají, para que decidieran el modo en que debería convocarse un parlamento general de toda la Corona de Aragón donde se resolviera el derecho de sucesión al trono.
El uno de junio, antes de la dispersión de los congregados en Calatayud, el arzobispo de Zaragoza rogó al obispo de Tarazona que no se fuera para intentar por última vez un acuerdo. Pero el obispo, que era partidario de que el conde de Urgel emplease la fuerza para conseguir la sucesión, se marchó. En esa situación, Berenguer de Bardají propuso, y fue aceptado, que los representantes de los tres parlamentos se reunieran cada uno en su territorio, en tres lugares vecinos a fin de que se pudieran comunicar fácilmente. Así, los de Aragón se reunirían en Alcañiz (Teruel), los catalanes en Tortosa (Tarragona) y los valencianos en Traiguera (Castellón), y que se comunicaran entre sí mediante embajadores hasta alcanzar un acuerdo. Ese mismo día, cuando el arzobispo, de regreso a Zaragoza, descansaba en la villa de La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), recibió un recado de Antonio de Luna para entrevistarse en un lugar cercano. El arzobispo, fiado en la tregua de los bandos, acudió a la cita con poca gente desarmada, mientras que Antonio de Luna lo hizo con un numeroso séquito armado. En un principio la conversación fue amigable, pero ésta se fue acalorando al mismo tiempo que Antonio de Luna iba separando al arzobispo de sus acompañantes. En un momento dado, el enfurecido de Luna y sus acompañantes sacaron sus armas y asesinaron al arzobispo. Pocos días después, Antonio de Luna envió un escrito al parlamento de Cataluña justificando su acción y retando al que dudase de su veracidad a un combate cuerpo a cuerpo. El conde de Urgel aprobó el asesinato y no vaciló en ayudar con su gente de armas en Aragón al homicida. Del mismo modo, los seguidores de Antonio de Luna acudieron en su ayuda; otros se hicieron fuertes en Albarracín (Teruel); y otros atacaron en Morella (Castellón) a los partidarios de la solución parlamentaria. Ante la amenaza de aquella fuerza, el gobernador Gil Ruiz de Lihori consiguió que el infante Fernando permitiese la entrada de sus tropas en Aragón para ocupar las zonas donde sus habitantes no querían esperar el veredicto del parlamento. Con estas tropas, y con su gente, el gobernador consiguió echar a los hombres de armas que el conde de Urgel, como gobernador general, tenía repartidos por las posesiones de Antonio de Luna, y evitar que éste se apoderase de Zaragoza. Debido a ello, el de Luna tuvo que refugiarse en Huesca, desde donde continuó guerreando contra los hombres de armas del gobernador Lihori.
A finales de junio, el parlamento de Barcelona en cumplimiento de lo acordado en Calatayud, decidió trasladarse en agosto a Tortosa. Por su parte, el parlamento de Aragón, dado que la fuerza de Antonio de Luna había quedado limitada a la región de Huesca, decidió que, habiendo descendido la peligrosidad en los caminos y villas, los parlamentarios se congregaran en Alcañiz a principios de septiembre, y advertía que las sesiones se desarrollarían a pesar de una posible falta de quórum. La advertencia era debida a que algunos partidarios del conde de Urgel podrían no asistir por temor a una inculpación. Seguramente, debido a ello, los “urgelistas” decidieron reunir un parlamento alternativo en Mequinenza (Zaragoza), que posteriormente fue desautorizado.
También en ese mes de septiembre se reunieron los parlamentarios valencianos, pero divididos en dos lugares diferentes: Vinaroz (Castellón) y Traiguera. En la primera villa se concentraron los “urgelistas”, y en la segunda, los partidarios del consenso parlamentario. Los primeros superaban en número a los segundos. Esta división era consecuencia de la encarnizada lucha entre los bandos valencianos, donde los partidarios de nombrar un rey de consenso llevaban la peor parte. Pero casi al mismo tiempo, las tropas de los partidarios del infante castellano derrotaron a los urgelistas en la batalla de Murviedro (actual Sagunto en Valencia).
El parlamento aragonés reunido en Alcañiz, de acuerdo con el catalán, decidió comenzar a proponer resoluciones y prescindir de los valencianos hasta que no tuviesen un parlamento único. Bardají y el Justicia de Aragón propusieron elegir nueve jueces, tres por cada reino peninsular o principado y desechar a Mallorca, de tal forma que se necesitarían seis votos para adjudicar la sucesión a un pretendiente, pero con la condición de que hubiera entre ellos al menos un voto de cada uno de los tres territorios. Esta propuesta fue aceptada por el parlamento de Cataluña, pero posteriormente se retractaron y enviaron dieciséis propuestas diferentes, pero ninguna consiguió los acuerdos suficientes para ser aceptada. Ante el desacuerdo, los parlamentarios aragoneses amenazaron a los catalanes que decidirían por su cuenta el nombramiento de un candidato si no se llegaba a un acuerdo.
Finalmente, a mediados de febrero de 1412, los catalanes, no sólo aceptaron la propuesta aragonesa, sino que también admitieron los nombres de los nueve jueces, todos ellos clérigos o juristas, que el parlamento aragonés había encargado elegir a Lihori y al Justicia. Se formalizaba así la llamada “Concordia de Alcañiz”. Los parlamentarios valencianos, ya unidos en un único parlamento, llegaron justo a tiempo para firmar la Concordia.
A mediados de abril se reunieron en Caspe (Zaragoza) los nueve compromisarios que habían sido elegidos por el parlamento de Alcañiz para designar, en un plazo máximo de dos meses, al que posteriormente sería proclamado rey de la Corona de Aragón. Se iniciaba el llamado "Compromiso de Caspe". Las ternas de los compromisarios por territorios eran las siguientes:
Por Aragón:
- Domingo Ram, obispo de Huesca.
- Francisco de Aranda, cartujo enviado por Benedicto XIII.
- Berenguer de Bardají, jurista.
Por Cataluña:
- Pedro Sagarriga, arzobispo de Tarragona.
- Guillermo de Vallseca, jurista.
- Bernardo de Gualbes. Jurista.
Por Valencia:
- Vicente Ferrer, fraile dominico canonizado en 1455.
- Bonifacio Ferrer, prior de la cartuja de Porta Coeli (Valencia) y hermano
de Vicente.
- Giner Rabasa, jurista. Posteriormente, debido a su incapacidad mental, fue
sustituido por Pedro Beltrán.
El veintiocho de junio, Vicente Ferrer pregonó, desde un estrado preparado para la ocasión en la entrada de la iglesia de Santa María de Caspe, que el resultado de la votación había sido favorable por seis votos al infante Fernando de Castilla. Por él habían votado los tres compromisarios de Aragón; los dos hermanos Ferrer de Valencia; y Bernardo de Gualbes de Cataluña. La decisión fue recibida satisfactoriamente en Aragón, no tanto en Valencia y mucho menos en Cataluña.
El día tres de septiembre, en la Seo de Zaragoza, ante las cortes de Aragón reunidas desde el 25 de agosto, el infante de Castilla juró los fueros, usos, costumbres y libertades del país, con lo que se convirtió en el rey Fernando I de la Corona de Aragón. A continuación, los representantes de los cuatro estamentos parlamentarios prestaron juramento al nuevo rey. Cuatro días después, su primogénito Alfonso, futuro rey Alfonso V, fue afirmado como heredero legítimo después de haber jurado los mismos fueros.
Acababa así el INTERREGNO.
Tras las ceremonias de proclamación, comenzaron las sesiones ordinarias de las cortes; en ellas, varios de sus anteriores rivales y todos los presentes prestaron homenaje de fidelidad al rey y al heredero, excepto el conde de Urgel, que, a pesar de haber sido invitado, no acudió y se refugió en su castillo de Balaguer (Lérida) para eludir la jura de vasallaje al rey, ya que no reconocía la sentencia de Caspe. Solamente envió embajadores. A pesar de ello, Fernando I le ofreció una compensación de ciento cincuenta mil florines de oro por los gastos ocasionados por la defensa de sus aspiraciones al trono; la villa de Montblanc con el título de duque; rentas para él, su esposa y su madre; y el perdón para sus partidarios exceptuando aquellos que habían sido condenados por el asesinato del arzobispo de Zaragoza. En lo que respecta a los asuntos tratados, las cortes concedieron al rey un servicio de cincuenta mil florines y fijaron, entre otros, las políticas para recuperar las secuelas de las revueltas, y para la superación de la crisis económica que se venía arrastrando desde tiempo atrás. Además, se nombró a dos juristas, con facultad de absolución si fuera el caso, para que resumieran los procesamientos efectuados contra los que intervinieron en el asesinato del arzobispo de Zaragoza, así como las protestas de los que habían sido condenados y se les habían confiscado sus bienes.
A mediados de septiembre, Fernando I despidió a los embajadores de la isla de Cerdeña que habían acudido para reiterarle su obediencia y pedirle ayuda contra los rebeldes que se habían vuelto a sublevar tras la muerte del lugarteniente Pedro de Torrellas a finales de 1410. El rey encargó que el conde de Quirra, que mantenía la defensa, continuara la lucha contra el rebelde Guillermo, juez de Arborea y vizconde de Narbona.
En octubre, la reina Blanca, viuda del rey Martín “el Joven” de Sicilia, fue confirmada como regente o lugarteniente de aquel reino por Fernando I, que también lo había heredado como sucesor de Martín I “el Humano”. La situación en la isla era conflictiva, pues los partidarios de la reina estaban en guerra con los de Fadrique de Luna, liderados por Bernardo de Cabrera, conde de Módica, que había sido apresado y llevado a un castillo en Taormina (este de Sicilia). Cuando llegaron los mensajeros del rey confirmando la lugartenencia de la reina viuda, también llevaban la orden de poner en libertad al conde de Módica.
En noviembre, Fernando I se trasladó a Tortosa para entrevistarse con su gran valedor Benedicto XIII y recibir de él la investidura de Sicilia, Cerdeña y Córcega. Tras lo cual, el papa le pidió su apoyo en la disputa que tenía con los otros dos papas que simultáneamente gobernaban a una Iglesia católica dividida por el llamado “Cisma de Occidente”.
El día cuatro de enero de 1413, Fernando I convocó cortes en Barcelona. En ellas juró los usos y costumbres catalanas para ser proclamado conde de Barcelona. En sus sesiones, se redefinieron las constituciones, las funciones de la diputación y el modo de ejercer el rey el poder. Fueron unas cortes donde se incrementó el poder político de la Diputación del General en detrimento de la soberanía del rey; que vio cómo su proyecto de crear un cuarto estamento, el de los caballeros, a añadir al eclesiástico, militar y popular, fue rechazado. También fueron prohibidas todas las asociaciones de defensa de menestrales (artesanos) y remensas (campesinos que tenían que pagar un rescate para abandonar las tierras de sus señores).
En mayo, mientras se celebraban las cortes de Barcelona, Jaime de Urgel, instigado por nobles fieles a su causa, se sublevó contra Fernando I. Las operaciones comenzaron con la toma por sorpresa, por parte de Antonio de Luna, de los castillos de Trasmoz (Zaragoza) y Montearagón (Huesca). Al mismo tiempo, desde su castillo de Loarre (Huesca), sus mercenarios gascones e ingleses protagonizaron incursiones militares en el norte de Huesca. Los diputados de las cortes, que recordaban los disturbios provocados por las luchas entre los bandos durante el interregno, cerraron filas para apoyar al nuevo rey.
En junio, Fernando I, después de cargarse de razones apoyándose en su consejo real y en las cortes catalanas, abrió en Barcelona un proceso contra el conde de Urgel. Éste, al día siguiente en que las cortes aprobaran la confiscación del condado de Urgel, se apoderó de Corbins (Lérida) e intentó tomar la ciudad de Lérida, pero fracasó porque nadie se levantó en su favor. A partir de ahí, aparte de la victoria de sus partidarios en la batalla de Margalef (Tarragona), sus tropas fueron sucesivamente derrotadas por las del rey. En julio, los mercenarios contratados por Antonio de Luna fueron aniquilados en Alcolea de Cinca (Huesca), y él mismo fue bloqueado en su castillo de Loarre; en ese mes, los partidarios del conde se rindieron pocos días después de ser asediados en el castillo de Buñol (Valencia). También en julio, Fernando I en persona, organizó el asedio al castillo de Balaguer donde se había refugiado el conde de Urgel, que se rindió el último día de octubre. Con la caída a finales de aquel año del castillo de Loarre, y la huida de Antonio de Luna acabó la sublevación del conde de Urgel, que fue procesado y condenado a prisión perpetua y a la confiscación de sus posesiones. Después de su reclusión en diferentes castillos, murió en el de Játiva (Valencia) en junio de 1433.
En febrero de 1414, Fernando I fue coronado en Zaragoza y, al considerar que el título de duque de Gerona era insuficiente para el heredero de la Corona, en el mismo acto creó el título de príncipe de Gerona para su primogénito Alfonso. Además, nombró duque de Peñafiel a su segundogénito Juan (futuro Juan II). Su esposa Leonor también fue coronada reina de Aragón. Pocos días después, se iniciaron en Zaragoza las sesiones de las cortes que habían sido convocadas por el rey en diciembre del año anterior. En ellas, los vecinos de Zaragoza aprovecharon para denunciar, a través de sus procuradores, los desmanes y muertes que se cometían en la ciudad y en sus alrededores. Pero los buenos deseos del rey para solucionar el asunto chocaron con los jurados, que alegaron que tenían al gobernador, al Justicia y a jueces ordinarios para solventar aquellos casos; y por lo tanto el rey no podía intervenir en las causas presentadas.
En julio, Fernando I se entrevistó en Morella (Castellón) con Benedicto XIII en un ambiente de gran pompa. El objetivo era el de convencerle para que abdicara de su tiara y así poder solucionar el problema del Cisma de la Iglesia católica en un concilio ecuménico a celebrar en Constanza (Alemania) que eligiera un único papa. Concilio que había sido convocado en diciembre del año anterior por el antipapa Juan XXIII, después de haber sido presionado por Segismundo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Al cabo de cincuenta días de discusiones no se logró convencerle.
En febrero de 1415 , la reina viuda Blanca regresó a Navarra al ser apartada de la lugartenencia de Sicilia por Fernando I, que había enviado a su segundo hijo, el infante Juan, para ocuparla y para hacerse con el trono de Nápoles casándose con Juana, proclamada reina a la muerte de su hermano Ladislao I. Debido a que el infante estaba comprometido desde 1402 con Isabel, hija del rey Carlos III de Navarra, el rey aragonés propuso al navarro que otro de sus hijos, Enrique, sustituyera a su hermano en el compromiso matrimonial con Isabel. Carlos III no aceptó la propuesta. En Sicilia, el enlace del infante Juan con la reina napolitana no pudo realizarse porque ya se había casado con el conde de La Marche.
En mayo, durante las sesiones del concilio de Constanza, se produjo la abdicación voluntaria del antipapa Gregorio XII y la destitución de Juan XXIII. Sólo faltaba la renuncia de Benedicto XIII. Para obtenerla, el emperador Segismundo emprendió en julio un viaje a Perpiñán (al sur de la actual Francia) para entrevistarse con Fernando I y con el antipapa aragonés, que no había asistido al concilio.
En agosto, a Fernando I se le agravó en Perpiñán la enfermedad renal que padecía; y como consecuencia de ello, hizo llamar de Sicilia a su hijo Juan para que se hiciese cargo de la parte de gobierno que como regente tenía en Castilla durante la minoría de del rey Juan II, y para evitar que los sicilianos le coronasen rey en detrimento del primogénito Alfonso.
A primeros de noviembre, después de más de mes y medio de conversaciones infructuosas para que Benedicto XIII abdicase, el emperador dio por terminada la reunión y abandonó la ciudad. Por su parte, Fernando I continuó intentando, sin conseguirlo, que renunciase. Finalmente, el antipapa emprendió viaje a Peñíscola (Castellón). Ante ello, Fernando I, que no estaba dispuesto a ser el único apoyo que tendría Benedicto XIII en Europa, mandó mensajeros al emperador para pedirle que aceptase realizar un último intento al antipapa. Varios días después, en Narbona, a unos cincuenta kilómetros al norte de Perpiñán, Segismundo y los representantes de Aragón y Castilla firmaron un acuerdo por el que aquellos dos reinos peninsulares se comprometían a substraer la obediencia una vez que se hubieran hecho tres requerimientos a Benedicto XIII para que abdicara.
En enero de 1416, ante la obstinada negativa de Benedicto XIII a renunciar a su papado, y conforme a lo acordado en Narbona, Aragón le sustrajo su obediencia en una solemne ceremonia en la catedral de Perpiñán. Navarra y Castilla lo harían varios meses después.
En abril, víctima de la enfermedad renal murió
en Igualada (Barcelona) Fernando I, regente de Castilla y rey de la Corona de
Aragón, siendo sucedido por su primogénito Alfonso V.
Sucesos contemporáneos
Reyes y gobernantes coetáneos
Castilla y León: | Rey de Castilla y León. Juan II (1406-1454). |
||||
Navarra: | Rey de Navarra. Carlos III "el Noble"(1387-1425). |
||||
Condado catalán no integrado en la Corona de Aragón: |
Condes de Pallars-Sobirá. Hugo Roger II (1369-1416). |
||||
Al-Andalus: |
Emir del reino nazarí de Granada. Yusuf III (1408-1417). |
||||
Portugal: | Rey de Portugal. Juan I (1385-1433). |
||||
Francia: | Rey de Francia. Carlos VI (1380-1422). |
||||
Alemania: | Rey de Germania. Segismundo (1410-1437). |
Rey de Romanos. (Emperador del Sacro Imperio sin coronar). (Trono vacante). |
|||
Italia: | Reyes de Italia (Norte). ------- Perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico desde 962. |
||||
Dux de la República de Venecia. Michele Steno (1400-1413). |
|||||
Estados Pontificios (Papas). Cisma de Occidente (1378-1417). ------- (Papa en Roma). Gregorio XII (1406-1415). Sede vacante (1415-1417). ------- (Papa en Aviñón). Benedicto XIII (1394-1417). ------- (Papa por el Concilio de Pisa). Juan XXIII (1410-1415). |
|||||
Reyes de Sicilia. Blanca, viuda de Martín I, Lugarteniente en Sicilia (1409-1416) |
|||||
Reyes de Nápoles. Ladislao I (1386-1414). |
|||||
Britania: | Escocia: |
Rey de Escocia. Jacobo I (1406-1437). |
|||
Inglaterra: |
Reyes de Inglaterra. Enrique IV (1399-1413). |
||||
División del Imperio bizantino. (Bizancio): |
Imperio bizantino. Manuel II (1391-1425). |
Imperio de Trebisonda. Manuel III (1390-1417). |
Despotado de Épiro. Esaú (1385-1411). (Dinastía Tocco). Carlo I (1411-1429). |
||
Imperios y sultanatos musulmanes: | Califato árabe abbasí: | Califas abbasíes. (Dentro del sultanato mameluco de El Cairo). Al-Mustain (1406-1414). |
|||
Sultanato benimerín o meriní: |
Sultán. Abú Said Utman III (1399-1420). |