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Juana I reina de Navarra (1273<1274-1305>1305)
y
Felipe I rey de Navarra (1268<1284-1305>1314) y IV de Francia (1285-1314)

Genealogía


Su reinado

Juana I, nacida en Bar-sus-Seine (Francia) en enero de 1273, era hija de Enrique I “el Gordo”, rey de Navarra y conde de Champaña y Brie, y de Blanca de Artois, sobrina de Luis IX de Francia. Con pocos meses de edad se negoció su matrimonio con Enrique, primogénito de Eduardo I de Inglaterra. Los esponsales se fijaron para siete años después, pero para su celebración se debería contar con el consentimiento de Felipe III de Francia por ser Enrique I vasallo suyo por el condado de Champaña y Brie.

En junio de 1274, Enrique I hizo que Juana fuese jurada heredera. Siete semanas después, el dos de julio, el rey navarro murió en Pamplona. A los pocos días del fallecimiento, Jaime I “el Conquistador”, rey de la Corona de Aragón, envió a los ricoshombres, ciudades y villas de Navarra un alegato histórico para hacer valer sus derechos al reino y pedir que lo recibiesen como rey, o si lo preferían, lo hicieran con su primogénito Pedro. Al mismo tiempo ordenó a este que se trasladara a Navarra para tratar de convencer a los nobles proaragoneses de sus derechos.

En agosto, la reina viuda Blanca, que tutelaba a su hija Juana, convocó en Pamplona la corte general de Navarra para nombrar un gobernador. Fue elegido por voluntad de la reina y con el consentimiento de los estamentos Pedro Sánchez de Monteagudo, señor de Cascante, que casi inmediatamente juró respetar los fueros. El nuevo gobernador pertenecía al bando proclive al compromiso con Aragón. Le disputaron el cargo García Almoravid, líder del bando partidario de entenderse con Castilla, y Gonzalo Yáñez de Baztán, alférez mayor del estandarte real. En aquella asamblea también se convino en constituir una junta, que se reuniría en Olite cuatro veces al año, para ayudarse mutuamente contra cualquier arbitrariedad del gobernador elegido o de cualquier otro que lo sustituyera.

A finales de aquel mes, el infante Pedro de Aragón se entrevistó en Sos (Zaragoza) con un pequeño grupo de ricoshombres proaragoneses encabezados por Pedro Sánchez Monteagudo. En la reunión, a pesar de que el infante se había presentado con gente armada, se firmó una tregua, con lo que se desvaneció el peligro de que Jaime I intentase apoyar sus pretensiones con una intervención militar. También se solventó el modo de terminar de saldar la deuda contraída por Teobaldo II de Navarra con Aragón al someterse ambas partes al arbitraje del arzobispo de Toledo. Terminada la entrevista, el gobernador y sus acompañantes marcharon a Puente la Reina para participar en la corte general que se iba a celebrar en aquella villa.

También Alfonso X “el Sabio” rey de Castilla y León consideraba tener derechos para suceder al rey navarro y estaba decidido a defenderlos con las armas. Pero como estaba plenamente dedicado a su proyecto imperial, renunció a aquellos en favor de su heredero Fernando de la Cerda. Este, a mediados de agosto, comenzó a reunir tropas en la frontera de la Rioja y a realizar pequeñas incursiones en Navarra. En septiembre, al no poder rendir la villa de Viana, a la que había puesto sitio, se dirigió a Mendavia y la conquisto. A continuación regresó a Castilla.

En octubre, embajadores del infante Pedro se presentaron en la corte general navarra y pidieron a los representantes que recibiesen como rey a Jaime I, como Sancho “el Fuerte” lo había mandado y jurado y con él los ricoshombres y las villas del reino. En respuesta la corte general envió embajadores al infante, que estaba en Tarazona (Zaragoza), para comunicarle que la corte general veía con agrado el derecho que su padre y él tenían al reino de Navarra, pero le pidieron que puntualizara cuales serían las relaciones amistosas que quería tener con los navarros. En su contestación, el infante reafirmó los derechos de Jaime I a la corona de Navarra y propuso que su hijo mayor Alfonso se casara con la heredera Juana. Además, prometió defender el reino de sus enemigos, jurar sus fueros y que tanto el gobernador como sus oficiales serían navarros. En garantía entregaría a su hijo Alfonso para que fuese educado en Navarra. Con la respuesta volvieron los embajadores a Olite, donde se había reunido la corte general.

En noviembre, en aquella villa, se debatió la propuesta y ciento veinte procuradores navarros juraron que prestarían homenaje a Pedro. Uno de los términos que condicionaban el juramento era el compromiso de matrimonio entre Alfonso, primogénito de Pedro, y Juana I. Entre los que no quisieron firmar los acuerdos estaban el obispo Armingot, García Almoravid y los delegados de la villa de Estella. Los dos primeros porque preferían la opción de Castilla, y los otros porque estaban a favor de Juana I sin injerencias de los reinos vecinos. Por ello, el concejo de la villa de Estella y el alcaide de su castillo se juramentaron para manifestar su adhesión a Juana I.

A principios de 1275, el gobernador Sánchez de Monteagudo envió al alférez mayor a la zona de Estella para preparar la defensa de la frontera de otra probable invasión castellana. Esta posibilidad y la disconformidad con lo pactado en Olite sobre el matrimonio de su hija hicieron que, en abril, la reina viuda, acompañada de Juana, marchara a Francia donde se acogió a la protección de su primo el rey Felipe III “el Atrevido”, al que prestó homenaje por el condado de Champaña.

En mayo, la reina Blanca, por el tratado de Orleans, entregó el gobierno de Navarra a Felipe III y acordó el matrimonio de Juana I con Luis, primogénito del rey francés. Pero el parentesco entre los contrayentes exigía la dispensa del papa Gregorio X. Este, tratando de evitar el fortalecimiento de Francia con Navarra como satélite, señaló como futuro esposo de Juana I a Felipe, segundo hijo Felipe III. La muerte del delfín Luis frustró la maniobra del papa, ya que aquel se convirtió en heredero de Francia y futuro marido de Juana I. La decisión adoptada en Orleans fue aceptada por el gobernador Pedro Sánchez de Monteagudo y seis ricoshombres en nombre de una asamblea de magnates. A ella, debido a las posturas irreconciliables con los asistentes, no acudieron García Almoravid ni muchos hombres de las buenas villas (las que tenían asiento en la corte general del reino).

También en aquel mes, cuando las disputas por el poder habían ido creciendo en Navarra entre los partidarios del acercamiento a cada uno de los tres reinos vecinos, se reavivó el viejo contencioso de los burgos de la ciudad de Pamplona, iniciado en tiempos de Sancho VII “el Fuerte”. Desde 1274, en el reinado de Enrique I, la ciudad quedó escindida en dos bloques: de un lado, la Navarrería y San Miguel, habitada por navarros autóctonos, y del otro, San Cernin y San Nicolás, habitados por francos (del otro lado de los Pirineos). En esta ocasión, los habitantes de la Navarrería, amparados en un privilegió de Enrique I, e instigados seguramente por García Almoravid, se fortificaron y construyeron máquinas de lanzamiento de piedras frente a San Cernin y San Nicolás. El gobernador Pedro Sánchez de Monteagudo, al no ser obedecido para que desmontaran las máquinas, autorizó al burgo de San Cernin y a la población de San Nicolás a que hicieran lo mismo. García Almoravid y su partido se opusieron violentamente. Las fuertes desavenencias entre García Almoravid y Pedro Sánchez de Monteagudo, que podrían llevar a una guerra civil, provocaron la dimisión del gobernador ante una asamblea de magnates.

A principios de verano, las tropas castellanas volvieron a sitiar Viana. Los navarros respondieron realizando correrías por el interior de Castilla que propiciaron el levantamiento del cerco y la retirada de los castellanos, pero no pudieron impedir que estos conservaran la recién conquistada Mendavia. El infante Fernando de la Cerda, que murió en julio, había contado para sus acciones con la adhesión del obispo Armingot de Pamplona, de origen castellano, y la del bando de García Almoravid.

En diciembre de aquel año, la reina viuda se casó con Edmundo de Lancaster, hermano de Eduardo I de Inglaterra, a quien Felipe III entregó en feudo el condado de Champaña.

También en aquel mes, dos representantes de la corte general marcharon a Francia para informar a la reina madre de la grave situación por la que atravesaba el reino. Expusieron la inseguridad y el desorden reinante debido al alzamiento de García Almoravid contra la autoridad de Monteagudo, al intento fallido de la corte de nombrar un nuevo gobernador, y a la permanencia de los castellanos en Mendavia. Por todo ello pidieron a la reina madre que nombrara un nuevo gobernador. Todo esto se hizo en presencia de Felipe III, y fue él quien nombró a Eustache de Beaumarchais nuevo gobernador de Navarra, que marchó inmediatamente a Pamplona.

En enero de 1276, Beaumarchais juró los fueros en la corte reunida en Estella y recibió el homenaje a favor de Juana I de los ricoshombres, entre los que se encontraba García Almoravid. Todo ello a pesar de que su nombramiento, por ser un extranjero, había causado un gran estupor en la corte general.

En abril, el gobernador Beaumarchais reforzó las defensas frente a Castilla y firmó en la villa de Los Arcos un arreglo con algunos caballeros castellanos por el que serían ayudados por los concejos navarros contra cualquiera que atacase sus tierras, y lo mismo se haría si los firmantes navarros fueran los atacados. Entre los castellanos se encontraban Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya, y Simón Ruiz, señor de Cameros, que por aquellas fechas estaban en rebeldía contra Alfonso X, aunque pronto volverían a su obediencia.

A primeros de mayo, los representantes de las buenas villas fueron a Pamplona para prestar separadamente el juramento de fidelidad al gobernador en representación de Juana I.

También en aquel mes, para intentar solucionar el conflicto de los burgos de Pamplona, el gobernador renovó el acuerdo de desmantelamiento de las fortificaciones de los núcleos pamploneses. Pero la Navarrería, al no estar de acuerdo con aquella decisión, invocó la jurisdicción episcopal como instancia competente para dirimir el conflicto. El obispo Armingot y el clero consideraron un contrafuero la orden del gobernador. Beaumarchais intentó ir a la Navarrería para llegar a un acuerdo con el obispo, pero tuvo que huir al ser atacado por la población. Esta acción dio visibilidad al rechazo que Navarra sentía por la presencia de un gobernador extranjero. El movimiento de repulsa se extendió a los caballeros que comenzaron a reunirse y terminaron por formar una junta que conspiró para expulsar al gobernador. Para ello se unieron los dos bandos rivales en que estaba dividida Navarra: el de García Almoravid y el de Sánchez de Monteagudo. Solamente los burgos de San Cernin y de San Nicolás estaban a favor del gobernador y de los franceses que habían llegado con él. El siguiente paso fue la entrevista de un nutrido grupo de ricoshombres con el gobernador al que presentaron una propuesta de treguas por quince años ofrecida por Alfonso X, con la condición de que Juana I sólo permitirá la entrada en Navarra a un máximo de diez caballeros armados y de que no hubiera franceses en el reino. El gobernador rechazó la oferta por ser contraria a la reina y porque sería una traición al rey de Francia.

En julio, la continuación de la guerra contra los musulmanes del infante Pedro, después de la muerte de Jaime I, hizo que las cuestiones navarras pasaran a un segundo plano para la Corona de Aragón. Este hecho, la alarma ante el aumento de la influencia francesa en Navarra y la amenaza de Felipe III de hacer la guerra a Alfonso X haciendo pasar sus tropas por Navarra, con el consiguiente peligro de verse envueltos en la guerra, influyeron, posiblemente, en la decisión del partido aragonés navarro de unirse al bando proclive a Castilla.

Durante el verano, la junta de ricoshombres que pretendía expulsar al gobernador, apoyados por los castellanos partidarios del infante Sancho, se conjuraron para tender una emboscada cerca de Estella a Beaumarchais. Avisado oportunamente por sus fieles, pudo salvar su vida regresando a Pamplona. Fracasada la conjura, los caballeros decidieron enviarle mensajeros para que abandonara el reino por su voluntad o por la fuerza. Al no surtir efecto la amenaza, los caballeros intentaron convencer a los habitantes de los burgos de San Cernin y San Nicolás para que todos unidos expulsaran al gobernador. La propuesta fue rechazada. Ante ello, los nobles se retiraron a la Navarrería y juraron amistad con sus vecinos. Mientras tanto, Beaumarchais, que se había refugiado en San Cernin, arengó a los de ese burgo y a los de San Nicolás para que acudieran a las murallas para defender los derechos de Juana I. Aunque se intentó llegar a un acuerdo, las hostilidades comenzaron de inmediato. La guerra civil se generalizó en Navarra al enfrentarse por un lado los ricoshombres con casi todos los navarros, coaligados con los castellanos, y por otro los francos de los burgos pamploneses donde también habitaban navarros partidarios de Juana I, a los que los primeros consideraban una impostora a la que llamaban “la Trocada” porque según ellos había sido cambiada por otra niña al nacer. En el bando del gobernador también estaban unas pocas fortalezas en la frontera con Castilla que pronto se perdieron. Cercado el gobernador en San Cernin pidió ayuda a Felipe III por dos veces y obtuvo de sus enemigos una tregua de quince días para buscar una fórmula de arreglo. Durante ella, los de la Navarrería enviaron al obispo Armingot a pedir ayuda a Alfonso X. También durante la tregua, Pedro Sánchez de Monteagudo, al intentar pasarse al bando del gobernador, fue asesinado por orden de García Almoravid. Terminada la tregua a mediados de agosto, la guerra continuó con gran crudeza.

A primeros de septiembre llegaron las tropas francesas y sitiaron la Navarrería. Estaban mandadas por el condestable Imbert de Beaujeu y por Roberto de Artois, hermano de la reina viuda. Al mismo tiempo, las tropas castellanas alcanzaron la sierra del Perdón, cerca de Pamplona, desde donde atacaron a los franceses, pero al perder las alturas de la sierra se retiraron a Estella y regresaron a Castilla. Alfonso X, enojado por la retirada de sus tropas, mandó ejecutar en Treviño al señor de los Cameros que las mandaba.

Durante casi un mes, los franceses cercaron a los de la Navarrería con máquinas de asedio, minas y trincheras. Finalmente, ante su inminente caída, García Almoravid, Gonzalo de Baztán y otros caballeros huyeron de noche abandonando a sus seguidores. Tras ello, los vecinos tuvieron que pedir negociaciones para su rendición, pero las tropas francesas no esperaron y, sin ninguna oposición, entraron en la Navarrería y se dedicaron a saquear, asesinar, violar e incendiar la ciudad. Muchos defensores fueron ahorcados y otros empalados. Tras la capitulación, los núcleos resistentes de Navarra, entre los que se encontraban Mendavia, Punicastro y Estella, fueron cayendo uno tras otro hasta que todo el reino quedó en poder de Felipe III, que cubrió con franceses casi todos los altos cargos del reino. La consecuencia fue la pérdida de la independencia política de Navarra y su transformación en un apéndice de Francia. A partir de entonces, Felipe III la utilizó como cabeza de puente para desarrollar sus planes estratégicos contra Castilla y Aragón.

En octubre, el gobernador Beaumarchais hizo admitir en la corte general la circulación conjunta de la libra tornesa (moneda francesa) junto con el sanchete (moneda de plata acuñada por Sancho VI “el Sabio”). La petición fue aprobada al considerar la corte que se hacía un servicio a Juana I.

A primeros de noviembre, delegaciones de Alfonso X y de Felipe III se reunieron en Vitoria para firmar acuerdos que evitaran la guerra entre ambos reinos. En uno de ellos se contemplaba una amplia amnistía. Pero a pesar de ella, los derrotados ricoshombres navarros fueron declarados proscritos y sus bienes confiscados. Entre ellos estaban García Almoravid y Gonzalo de Baztán. Parte de lo recaudado con las confiscaciones se emplearon en pagar los daños en los burgos de San Cernin y San Nicolás.

En mayo de 1277, el gobernador Beaumarchais fue sustituido por Reinalt de Rouvray, que a su vez fue reemplazado en 1279 por Guerin de Amplepuis, que tras la guerra de la Navarrería había ostentado los cargos de merino de Estella y alcaide de su castillo.

En diciembre de 1280 surgió la junta de infanzones de Obanos, llamada así porque fue en esa villa donde se reunían. Sus integrantes se juramentaron para rechazar la autoridad francesa en Navarra representada por los gobernadores. La junta ya tenía sus antecedentes en las que formaron, a partir del reinado de Sancho VII “el Fuerte”, nobles de segunda clase y labradores que se unieron para defenderse de los atropellos de los poderosos y del bandidaje.

En agosto de 1283, Felipe III, apoyándose en la bula de excomunión dictada por el papa Martín IV contra Pedro III de Aragón por haberse coronado rey de Sicilia, hizo que tropas francesas y navarras invadiesen Aragón desde Sangüesa. Aunque consiguieron depredar la Valdonsella, fueron rechazadas por las tropas concejiles de las villas aragonesas.

En agosto de 1284 contrajeron matrimonio la reina Juana I y Felipe, hijo y heredero de Felipe III, convirtiéndose aquel en Felipe I de Navarra.

En septiembre, Felipe III ya estaba en plena guerra contra Pedro III al haber aceptado del papa la corona de Aragón para su hijo Carlos de Valois. Por ello, el aragonés convocó a las milicias concejiles e inició una campaña de poca entidad contra Navarra. Sitió Tudela, pero la defensa de Juan Núñez de Lara le obligó a levantar el cerco. Sólo pudo arrasar algunas villas cercanas a aquella ciudad.

En octubre de 1285, tras la muerte de Felipe III, fue coronado rey de Francia su hijo Felipe IV. Como consecuencia, Juana I también fue reina de Francia. El nuevo rey continuó la política de su padre utilizando a Navarra para hacer alternativamente, según los intereses del momento, la guerra a Aragón o a Castilla. Así: en marzo de 1286 utilizó tropas navarras comandadas por el alférez real Juan Corbarán de Lehet para atacar a Aragón, pero fueron derrotadas por Pedro Cornel, jefe militar designado por la Unión aragonesa; en 1289, hizo que navarros y franceses tomaron la plaza de Salvatierra de Escá (Zaragoza) a Alfonso III; y en 1296 se alió con Jaime II de Aragón, Dionisio I de Portugal, Carlos II de Nápoles, Muhammad II de Granada y Alfonso de la Cerda para invadir Castilla. En aquella contienda, las tropas navarras y aragonesas sitiaron Mayorga (Valladolid), pero tuvieron que levantar el cerco al declararse la peste.

En abril de 1305 murió Juana I en Vincennes (Francia). Desde que salió de Navarra en 1275 no volvió a pisar su reino. La corte general navarra solicitó, por medio de embajadores, la presencia de su legítimo rey Luis, hijo de la difunta Juana I y de Felipe I de Navarra y IV de Francia.

 

Sucesos contemporáneos

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Reyes y gobernantes coetáneos

Castilla y León:  

Reyes de Castilla y León.

Alfonso X "el Sabio" (1252-1284).
Sancho IV "el Bravo" (1284-1295).
Fernando IV "el Emplazado" (1295-1312).

Aragón:

Reyes de la Corona de Aragón.

Jaime I "el Conquistador" (1213-1276).
Pedro III "el Grande" (1276-1285).
Alfonso III "el Liberal" (1285-1291).
Jaime II "el Justo" (1291-1327).

Condados catalanes
no integrados en la
Corona de Aragón:

Condes de Ampurias.

Hugo V (1269-1277).
Ponce V (1277-1313).

Condes de Pallars-Sobirá.

Arnaldo Roger I (1256-1288).
Ramón Roger I (1288-1294).
Sibila (1295-1297).
Sibila y Hugo de Mataplana (1297-1329).

Al-Andalus:

Emires del reino nazarí de Granada.

Muhammad II (1273-1302).
Muhammad III (1302-1309).

Mallorca:

Rey de Mallorca.

Jaime II (1276-1311).

Portugal:

Reyes de Portugal.

Alfonso III (1247-1279).
Dionisio I "el Labrador" (1279-1325).

Francia:

Reyes de Francia.
(Dinastía Capeta).

Felipe III "el Atrevido" (1270-1285).
Felipe IV "el Hermoso" (1285-1314) y I de Navarra (1284-1305).

Alemania:

Reyes de Germania.
(Dinastía de Habsgurgo)

Rodolfo I (1273-1291).

(Dinastía de Nassau-Weilburg).

Adolfo (1292-1298).

(Dinastía de Habsgurgo).

Alberto I (1298-1308).

Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

------- Sin emperador.

Reyes de Romanos.

Rodolfo I (1273-1291).
Adolfo (1292-1298).
Alberto I (1298-1308).

Italia:

Reyes de Italia (Norte).

Perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico.

Dux de la República de Venecia.

Lorenzo Tiepolo (1268-1275).
Jacopo Contarini (1275-1280).
Giovanni Dandolo (1280-1289).
Pietro Gradenigo (1289-1311).

Estados Pontificios. (Papas).

Gregorio X (1271-1276).
Inocencio V (1276). 5 meses.
Adriano V (1276). 39 días. No consagrado.
Juan XXI (1276-1277). (No existe el XX).
Nicolas III (1277-1280).
Martín IV (1281-1285).
Honorio IV (1285-1287).
Nicolás IV (1288-1292).

------- Sede vacante desde 1292 a 1294.

Celestino V (1294).
Bonifacio VIII (1294-1303).
Benedicto IX (1303- 1304).
Clemente V (1305-1314).

Rey de Sicilia. (Sicilia y Nápoles).
(Dinastía Anjou-Sicilia)

Carlos I de Anjou (1266-1285).

Reyes de Sicilia.
(Dinastía argonesa).

Jaime (1285-1296).
Federico II o Fadrique II (1296-1337).

Rey de Nápoles.
(Dinastía angevina).

Carlos II (1285-1309).

Britania:

Escocia:

Reyes de Escocia.

Alejandro III (1249-1286).
Margarita I (1286-1290).

------- Interregno desde 1290 a 1292.

Juan Balliol (1292-1296).

------- Segundo interregno desde 1296 a 1306.

Inglaterra:

Rey de Inglaterra.

Eduardo I (1272-1307).

Gales:

Rey de Gwynedd, Powys y Deheubarth.

Llywelyn "el Último" (1246-1282).

------- Anexión del reino por Inglaterra en 1282.

División del
Imperio bizantino. (Bizancio):

Imperio bizantino.
Emperadores.
(Dinastía Paleóloga)

Miguel VIII (1261-1282) y Andrónico II (1272-1282).
Andrónico II (1282-1328).

Imperio de Trebisonda.
Emperadores.

Jorge (1266-1280).
Juan II (1280-1284).
Teodora (1284-1285).
Juan II (1285-1297) 2ª vez.
Alejo II (1297-1330).

Despotado de Épiro.
Déspotas.
(Dinastía Comneno)

Nicéforo I (1268-1289).
Tomás I (1289-1318).

Imperios y sultanatos musulmanes: Califato árabe abbasí:

Califas abbasíes. (Dentro del sultanato mameluco de El Cairo).

Al-Hakim I (1262-1302).
Al-Mustakfi I (1302-1340).

Sultanato benimerí:

Sultanes.

Abú Yusuf Yaqub (1269-1286).
Abú Yaqub Yusuf (1286-1306).

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