Genealogía

Su reinado

Luis I, llamado “le Hutin o el Obstinado”, nació en París en octubre de 1289. Era hijo de Juana I, reina de Navarra y condesa de Champaña y Brie, y del rey Felipe “el Hermoso“ IV de Francia y I de Navarra.

La muerte de su madre en abril de 1305 no impedía legalmente que su padre siguiera reinando en Navarra al mismo tiempo que en Francia. Esto suponía la persistencia de una situación, que ya venía de reinados anteriores, de disturbios, escándalos y muertes propiciada por la ausencia continuada del rey. Los estamentos navarros vieron la oportunidad de desligarse de Francia al considerar como su señor natural a Luis y no a su padre. Por ello, el prior de la catedral de Pamplona Íñigo López de Lumbier se erigió en portavoz de los prelados y de las buenas villas, que se constituyeron en hermandad, y dirigió escritos al rey de Francia y al príncipe Luis solicitando que este acudiera a Pamplona para jurar los fueros y ser alzado rey.

En octubre de 1306, la actitud dilatoria de Felipe IV hizo que la nobleza, encabezada por el alférez del reino Fortún Almoravid y por Martín Jiménez de Aibar, reunieran en Estella a los mandatarios de las buenas villas y a los infanzones para forzar una fecha máxima para la llegada del heredero y su posterior jura de los fueros. La Pascua florida (veintiséis de marzo) del año siguiente fue la fecha elegida y, además, amenazaron con no obedecer al gobernador o a cualquier otro oficial regio si no se cumplía la demanda. Parece ser que el conato de rebelión surtió efecto, ya que Felipe IV dispuso que Luis se personara en Navarra.

En marzo de 1307, el papa Clemente V, que había sido informado del viaje por el rey francés, comunicó a los estamentos navarros que la llegada se retrasaría porque tenía que entrevistarse con el rey y su hijo en Poitiers para debatir, entre otros asuntos, el pleito con la orden del Temple y los preparativos de una nueva cruzada. El aplazamiento se debatió en las asambleas de Olite en abril y de Pamplona en septiembre y no satisfizo a los navarros que, enojados, llegaron en esta última a recusar al gobernador Guillermo de Chaudenay, que había sido nombrado en agosto por Luis I en Toulouse.

A finales de septiembre llegó Luis I a Navarra acompañado de Galcherus de Castillione, senescal de Francia, y a primeros de octubre juró los fueros en Pamplona y fue alzado rey. A continuación, siguiendo la costumbre, visitó las buenas villas de Estella, Olite, Tudela y Sangüesa donde confirmó sus privilegios. Después nombró gobernadores de Navarra a Guillen de Chaudenay y a Hugo de Visac, y como inquisidores y reformadores a Esteban Borret, deán de Poitou; Raol Rosselet, canónigo de París; y Pierre de Condet, canónigo de Lyon. A mediados de diciembre regresó a Francia para nunca más volver a su nuevo reino. Pero antes, después de despojarlos de sus bienes, encarceló a los miembros navarros del Temple, y desató una represión sobre la nobleza, miembros de las juntas, clérigos, hidalgos y todos aquellos que habían participado en la amenaza de rebelión del año anterior o eran contrarios a la presencia francesa en el reino, a los que impuso penas de deportación y fuertes multas. Fortún Almoravid y Martín Jiménez de Aibar fueron apresados en Estella y llevados a Francia por el propio Luis I, donde fueron encarcelados. El alférez real murió en las mazmorras de Toulouse.

En 1308 se produjeron enfrentamientos de poca entidad entre navarros de Sangüesa y aragoneses de Sos que no alteraron la situación de paz entre los dos reinos vecinos. Los conflictos mayores tuvieron lugar en el territorio castellano de Guipúzcoa, donde dos poderosas familias nobiliarias, los Oñaz y los Gamboa, apoyadas por otras de menor linaje, habían formado dos bandos irreconciliables que luchaban esporádicamente contra su propio rey, entre ellos mismos, o contra las villas navarras fronterizas con métodos muy próximos al bandidaje. Estas guerras entre bandos nobiliarios no eran exclusivas de Guipúzcoa, pues se daban también en Álava, Vizcaya, Navarra o en Castilla.

En 1312, para defenderse de los bandos guipuzcoanos, los habitantes de varias villas navarras de la tierra de Aranaz las abandonaron y juntos fundaron la villa fortificada de Echarri-Aranaz. Otras villas, como Huici, recurrieron para su defensa a firmar tratados de paz con el bando de los Oñaz.

También en aquel año, la villa de Sangüesa pidió a Luis I el envío de un jefe con poca gente de armas para que ayudaran a levantar el sitio que los aragoneses habían puesto a la villa de Petilla.

En 1313, a pesar de la represión sufrida, muchos navarros intentaron rehacer las juntas. Por ello, el nuevo inquisidor Milon de Noyers recorrió con sus agentes la merindad de Tudela amenazando y castigando a los muchos habitantes que se habían unido clandestinamente a los infanzones de Obanos. En otras merindades, como la de Sangüesa, los rebeldes fueron apresados, y algunos ahorcados.

En abril de 1314, Felipe IV abrió juicio por adulterio a sus tres nueras: Margarita, hija del duque Roberto II de Borgoña, casada en 1305 con Luis I, y por tanto reina consorte de Navarra; Blanca, hija del conde Otón IV de Borgoña, esposa del futuro Carlos IV de Francia y I de Navarra; y Juana, hermana de Blanca, casada con el futuro Felipe V de Francia y II de Navarra. Las dos primeras fueron encarceladas de por vida y Juana fue absuelta.

En noviembre murió Felipe “el Hermoso”, con lo que Luis I añadió a su título de rey de Navarra el de rey de Francia con el ordinal de Luis X. De su matrimonio con la encarcelada Margarita tenía una hija nacida en enero de 1311, Juana, que sería reina de Navarra en 1328. Luis I necesitaba la anulación de su matrimonio para poder casarse nuevamente, pero el papa Clemente V había muerto en abril de aquel año y todavía no se había elegido un nuevo papa.

En agosto de 1315, la reina Margarita apareció muerta en su celda del castillo de Gaillard. Algunas crónicas culpan a Luis I de haber ordenado su estrangulamiento para poder volver a casarse. Varios días después del fallecimiento de la reina, el rey de Navarra y Francia se casó con Clemencia de Hungría.

En junio de 1316, Luis I murió dejando planteado un delicado problema sucesorio ya que dejaba una hija, Juana, con posibles problemas de legitimidad por el adulterio de su madre, y una segunda esposa embarazada de cuatro meses. En noviembre, Clemencia de Hungría dio a luz un niño, Juan.

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