Resumen

Abd al-Rahman ben Muhammad ben Abd al-Malik era bisnieto del califa omeya Abd al-Rahman III y en 1018 residía en Levante. Allí lo encontró Jayran, régulo eslavo de Almería, que lo convenció para que aceptara ser presentado como pretendiente legítimo al califato en oposición a Alí ben Hammud, al que había apoyado en su acceso al trono y había mantenido su amistad durante unos meses. Para realizar sus planes, Jayran se alió con el régulo árabe tuyibí Mundir ben Yahya al-Mansur de Zaragoza, que también estaba dispuesto a traicionar a Alí ben Hammud.

Los dos aliados consiguieron reclutar un ejército en Levante y en la Marca Superior al que se añadió algunos contingentes enviados por el conde de Barcelona. En Játiva se concentró el pequeño ejército, unos cuatro mil hombres, y allí acudió Abd al-Rahman para tomar el mando y marchar contra Córdoba. Cuando se disponían a partir, recibieron la noticia del asesinato de Alí ben Hammud.

A pesar de que al-Qasim, hermano de Alí ben Hammud, había sido proclamado califa seis días después del asesinato de Alí. Los conjurados tardaron un mes en designar califa a Abd al-Rahman, que tomó el título honorífico de al-Murtada (el que goza de la satisfacción divina), y lo hicieron en una localidad entre Valencia y Zaragoza. En sus primeros actos como califa, Abd al-Rahman al-Murtada demostró tener dotes para gobernar y energía suficiente para no dejarse manejar. Actitudes que sorprendieron a los que le habían encumbrado y que decidieron casi inmediatamente deshacerse de su patrocinado.

Siguiendo ese pensamiento, decidieron dejar para más tarde la ofensiva contra Córdoba y comenzar por Granada, donde era señor el bereber sinhaya Zawí ben Zirí. Abd al-Rahman al-Murtada invitó de forma amable al bereber a que se uniera a su partido y este se negó con la misma cortesía. Por segunda vez lo intentó, pero ya en forma de ultimátum, y recibió el rechazo en términos agresivos. La razón de esta actitud sería, seguramente, que Jayran ya le habría informado de que él y Mundir al-Mansur estaban dispuestos a abandonar al pretendiente en la batalla que se avecinaba. Y así fue, debido a la traición, con sólo un millar de jinetes Zawí ben Zirí derrotó y puso en fuga a Abd al-Rahman al-Murtada y a su menguado ejército. Los traidores volvieron a sus tierras y Abd al-Rahman al-Murtada se refugió en Guadix, donde unos sicarios de Jayran lo asesinaron.

(A pesar de que Abd al-Rahman IV al-Murtada no llegó a ejercer de califa en Córdoba, los historiadores lo sitúan cronológicamente entre Alí ben Hammud y su hermano al-Qasim, aunque este había sido entronizado con anterioridad al omeya).

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