Genealogía

Resumen

El 23 de febrero de 715 murió el califa al-Walid I. Su hermano Sulayman, que por aquel entonces era gobernador de Palestina, fue aclamado califa ese mismo día. Durante su corto mandato se apoyó en el conjunto tribal de los yemeníes marginando al de los qaysíes. La alternancia en el poder de ambos grupos era frecuente en los anteriores califatos. Persiguió a los grandes generales del califato anterior porque el mentor de estos, al-Hajjaj ben Yousef, había sido enemigo político de los que le habían ayudado a encumbrarse. Encarceló a algunos, asesinó a otros y a muchos marginó.

Durante el califato de Sulayman, las expediciones guerreras tuvieron su mínima expresión con la continuación de la conquista en las montañas de Irán. Intentó, sin conseguirlo, la toma de Constantinopla por tierra y por mar, pero la resistencia del ejército bizantino, la hambruna de sus tropas y una epidemia de peste hizo fracasar la empresa.

Con respecto a la conquista de Hispania, el anterior califa, al-Walid I, había llamado a Damasco a Musa ben Nusayr, primer gobernador (valí) musulmán, y a Tariq ben Ziyad, su lugarteniente, para que rindiesen cuentas de cómo se había repartido el botín de la conquista del reino visigodo. El problema radicaba en que el califato establecía que los bienes y las tierras conquistadas fueran gestionados por la administración califal, y los conquistadores consideraban que todo lo obtenido era botín personal, del que sólo se apartaba una quinta parte para el califato. Musa y Tariq iniciaron el viaje acompañados de un gran cortejo y llegaron a Damasco unos días antes de la muerte de al-Walid I. El nuevo califa, Sulayman, postergó a Musa, a pesar de pertenecer a una tribu yemení, por antipatías personales y por la política de reparto de tierras y bienes que practicó entre sus tropas en contra de lo dispuesto por la administración califal. Muy poco tiempo después, el valí murió y Tariq acabó sus días en el más completo anonimato.

Antes de salir de Hispania, Musa ben Nusayr dejó en Sevilla como valí a su hijo Abd al-Aziz con el encargo de terminar la conquista y de pacificar aquellas regiones que, aunque sometidas, tenían focos de resistencia. Es decir, dispuso del territorio como si fuera de su propiedad sin tener en cuenta que los hijos no heredaban los cargos.

Después de la partida de su padre, Abd al-Aziz, para cumplir el encargo recibido, tuvo que traer nuevos contingentes del Magreb debido a la escasez de efectivos miliares que había en Hispania. Las promesas que les hizo con respecto al botín, chocó con los intereses de los primeros conquistadores. Se iniciaban así los futuros y graves conflictos entre las diferentes etnias. Conseguidas las tropas, emprendió una actividad militar que le llevó, parece ser, a la ocupación, sin resistencia, de Lisboa y al saqueó de Coimbra y Oporto. También, es posible que durante su mandato se ocupase de forma estable Tarragona, Barcelona y Gerona.

Su actividad política consistió en hacer pactos y tratados de paz con los vencidos para facilitar el dominio musulmán de los territorios conquistados. Inició un acercamiento a los visigodos del bando del difunto rey Rodrigo que culminó, al parecer, con su casamiento con Egilona, viuda del rey visigodo. Esta política de pactos con los derrotados irritó al califa que temió una traición que pudiera acabar en secesión. Por ello, le acusó de abuso de poder y envió un sicario a Sevilla, Ziyad ben Udhra, para asesinarlo. En marzo de 716, Abd al-Aziz fue decapitado cuando rezaba en la mezquita y su cabeza enviada al califa.

El período de confusión e inestabilidad que transcurrió desde el asesinato hasta el nombramiento de un nuevo valí por el califa, fue resuelto por los árabes de Hispania nombrando interinamente a Ayyub ben Habib, hijo de una hermana de Musa ben Nusayr. Su mandato, que duró seis meses, acabó cuando llegó el nuevo valí, al-Hurr ben Abd al-Rahman al-Thaqafi, en el otoño de 716. En realidad era un delegado enviado por el valí de Qayrawan que dependía directamente del califa y que tenía la autoridad de todos los territorios occidentales, incluida Hispania.

Al-Hurr llegó acompañado de cuatrocientos notables ifriquíes y lo primero que hizo fue trasladar de Sevilla a Córdoba la sede del gobierno, por considerar que estaba más centrada geográficamente. Después, gestionó el acuerdo del califa con los descendientes de Witiza, penúltimo rey visigodo, a los que se les había reconocido la posesión y el disfrute de sus cuantiosos bienes en la Tarraconense y Septimania, pero ningún rango político.

Sulayman murió en el año 717. Rompiendo la tradición hereditaria, marginó a sus hermanos y designó como sucesor a Omar, nieto del califa Marwan I, por su reputación de hombre piadoso, capaz y sabio.

(El nombre "al-Andalus", referido a Hispania, aparece por primera vez en una moneda datada en el año 716 y conservada en el Museo Arqueológico Nacional de España. En esa moneda aparece el término latino "Span", que correspondería a "Spania" junto con el término árabe "al-Andalus". Se han formulado varias teorías sobre el origen del término, pero está claro que el topónimo al-Ándalus se utilizó como sinónimo de la Hispania musulmana.)

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