Su reinado

Muhammad VIII nació en Granada en 1410, Era hijo del emir nazarí Yusuf III y de su segunda esposa Umm al-Fath, hija del difunto visir de su padre Abú l-Surur Mufarrií. Muhammad fue nombrado heredero tras la muerte de su hermanastro Yusuf, hijo de la difunta primera esposa de su padre.

Cuando Yusuf III murió en Almuñécar (Granada) en noviembre de 1417, su cadáver fue trasladado a Granada donde fue enterrado. A continuación, Alí al-Amin, hayib (visir o chambelán) del difunto emir, se apresuró a proclamar emir a Muhammad VIII, que sólo tenía siete años de edad.

Muhammad VIII adoptó el título honorífico de al-Mutamassik bi-Allah (el aferrado a Dios). Por su corta edad recibió el apelativo de “el Pequeño”. Su minoría propició que el visir Alí al-Amin se hiciese con el poder dominando absolutamente al nuevo emir.

Una de las primeras actuaciones de Muhammad VIII, mediante su visir, fue la confirmación de la tregua vigente que finalizaba en abril de 1419, que su padre había firmado con Catalina de Lancaster, reina viuda y regente de Castilla antes de que falleciera en junio de 1418. Del mismo modo actuó con Aragón. El nuevo rey Alfonso V “el Magnánimo” mantuvo la tregua acordada y se llegó a pactar un nuevo tratado de paz, pero Granada no lo firmó porque su embajador había aceptado varias cláusulas no autorizadas por el visir. Por ese motivo, el embajador fue encarcelado y sus bienes confiscados.

A primeros de 1419, el excesivo poder que ejercía el visir había despertado el rechazo de algunos poderosos personajes de la corte nazarí. Para oponerse a ello, dos jefes militares de las ciudades de Íllora y Guadix (ambas en Granada), tramaron una conspiración para derrocar a Muhammad VIII fundada en la escasa edad del emir. Para sustituirlo eligieron a Muhammad ben Nasr, nieto del difunto emir Muhammad V y tío segundo de Muhammad VIII, que se hallaba preso en Salobreña (Granada). Allí se dirigieron con un contingente de seiscientos jinetes y con el respaldo de la poderosa familia de los Banu l-Sarray (los Abencerrajes de las crónicas cristianas) liberaron al prisionero y lo proclamaron emir. Cuando intentaron instalarlo en Granada, sus habitantes les cerraron las puertas al no estar conformes con el nombramiento. Para imponer a su patrocinado, los sublevados pidieron a los muftíes (jurisconsultos) de la mezquita una fetua (pronunciamiento) que declarase ilegítimo a Muhammad VIII por su minoría de edad. Aunque habían sido varios los emires entronizados antes de su mayoría de edad, los muftíes, seguramente presionados, emitieron una fetua contra el emirato de Muhammad VIII. Ante ello, los granadinos abrieron las puertas de la ciudad al pretendiente que entró en la Alhambra, después de que el visir Alí al-Amin la rindiera tras obtener garantía de seguridad para su persona, y fue proclamado emir como Muhammad IX.

En marzo, tras poco más de dieciséis meses de reinado, Muhammad VIII había sido derrocado y encarcelado en Salobreña. A su visir Alí al-Amin no le sirvió la promesa de impunidad que le hizo Muhammad IX, ya que fue ejecutado por orden de la esposa del nuevo emir para que, con esa artimaña, no se faltara al juramento del perdón prometido.

Sucesos contemporáneos

Reyes y gobernantes coetáneos (sólo en la Península Ibérica)

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