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Yusuf IV Ibn al-Mawl
Emir de Granada (h.1360/70<1432>1432)

Genealogía


Su reinado

Yusuf IV debió nacer en la década de los sesenta del siglo XIV. Era hijo de Muhammad Ibn al-Mawl, un importante integrante de la corte nazarí, y de una hija del emir Muhammad VI “el Bermejo”, que reino entre los años 1360 y 1362. Por lo tanto, Yusuf Ibn al-Mawl no pertenecía a la línea masculina de los nazaríes.

En abril de 1431, el emir Muhammad IX “el Zurdo”, en su segundo reinado, ordenó ejecutar a su sobrino segundo Muhammad VIII para evitar que una sublevación lo pudiera reponer en el trono. Pero los partidarios del emir ejecutado no se resignaron y buscaron un candidato que lo sustituyera. En mayo lo encontraron en la persona de Yusuf Ibn al-Mawl, siendo esta su primera aparición en la escena política. Fue elegido gracias a la campaña que en su favor organizó su cuñado Ri?wan Bannigas. Los que le encumbraron no tuvieron en cuenta que existían dos nietos del difunto emir Yusuf II (1391 y 1392) con mejores derechos: los futuros emires Yusuf V y Abú Nasr Sad, que iniciarían sus reinados en 1445 y 1454, respectivamente.

A finales de aquel mes de mayo, cuando el rey Juan II de Castilla había llegado con su ejército a Córdoba y debatía con su consejo real la conveniencia de atacar Málaga o ir directamente contra Granada, se le presentó Bannigas, que necesitaba el apoyo del rey para sus propósitos de sublevación, y le aconsejó que podría tomar todo el reino si fuese contra Granada, porque allí Yusuf Ibn Mawl, con sus partidarios, se le uniría para apoderarse del trono. Juan II aceptó la propuesta que le permitiría conquistar el reino o reducirlo a vasallaje y se puso en camino hacia la Vega de Granada, adonde llegó en junio. Allí, según lo previsto, Yusuf Ibn Mawl, acompañado de su cuñado, solicitó su ayuda para hacerse con el trono y, a cambió, le ofreció su vasallaje. En esta entrevista está basado el famoso romance “Abenámar”, que dice así:

¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería,
el día que tú naciste grandes señales había!
Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace no debe decir mentira.
Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que diría:
– Yo te la diré, señor, aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía
que mentira no dijese, que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey, que la verdad te diría.
–Yo te agradezco, Abenámar, aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían!
– El Alhambra era, señor, y la otra la Mezquita;
los otros los Alixares, labrados a maravilla.
El moro que los labraba cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra, otras tantas se perdía.
El otro es Generalife, huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía.
Allí habló el rey Don Juan, bien oiréis lo que decía:
– Si tú quisieses, Granada, contigo me casaría;
daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla.
– Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería.

(El romance tiene una inspiración morisca. Los poetas árabes llaman frecuentemente “esposo” de una región al señor de ella, y de aquí el romance tomó su imagen de la ciudad vista como una novia a cuya mano aspira el sitiador.)

El primero de julio de 1431, tras la gran victoria sobre las tropas de Muhammad IX “el Zurdo” en la batalla de “la Higueruela”, Juan II reconoció a Yusuf Ibn al-Mawl como emir de Granada en vasallaje a Castilla y le confirmó su ayuda para ganar el trono, pero no aprovechó la ventaja de su victoria puesto que pocos días después levantó el campamento y regresó a Castilla sin que su candidato hubiera derrocado a Muhammad IX, que seguía siendo el emir de Granada sin someterse a vasallaje ni pagar parias. Aunque su autoridad había quedado muy debilitada y ello provocó que, con la ayuda de las tropas castellanas, muchas villas y ciudades, entre las cuales estaban Montefrío (Granada), Cambil y El Castellar (ambas en Jaén), Alicún (Almería) y Casarabonela y Ardales (ambas en Málaga), se declararan a favor de Yusuf Ibn Mawl.

En septiembre, Yusuf Ibn al-Mawl y el adelantado Gómez de Ribera firmaron en la villa de Ardales el acuerdo de vasallaje a Juan II, que sería ratificado cuando el pretendiente accediera al trono.

A principios de diciembre tropas castellanas, con la ayuda de los habitantes de Loja (Granada) que se habían sublevado a favor del pretendiente, derrotaron a un destacamento que había enviado Muhammad IX para apoyar a la guarnición de su alcazaba, que le era fiel. Como consecuencia de ello, las cercanas Archidona (Málaga) e Iznájar (Córdoba) se entregaron sin resistencia. Por último, la propia ciudad de Granada reconoció a Yusuf Ibn al-Mawl.

A finales de diciembre, Muhammad IX tuvo que abandonar la Alhambra seguido de ciento cincuenta caballeros para dirigirse a Almería y, posteriormente, a Málaga. Mientras tanto, Yusuf Ibn al-Mawl envió a su cuñado Ridwan Bannigas, acompañado de seiscientos caballeros, a ocupar Granada; y, tras derrotar a los partidarios de “el Zurdo”, entraron en la ciudad y tomaron la Alhambra el último día del año 1431.

El uno de enero de 1432, seguido de unos seiscientos caballeros, Yusuf Ibn al-Mawl entró en Granada y tomó posesión de la Alhambra convirtiéndose en emir. Inmediatamente notificó a Juan II su entronización, y pocos días después ratificó el acuerdo de vasallaje. Sus cláusulas exigían el vasallaje vitalicio de Yusuf IV Ibn al-Mawl, la liberación de todos los cristianos cautivos, la prohibición de la conversión al islam de los cristianos, unas parias anuales de veinte mil doblas de oro baladíes, ayuda militar y asistencia a las cortes castellanas. A cambio, el nuevo emir recibiría ayuda militar de Castilla frente a cualquier enemigo exterior o interior.

Cuando los granadinos conocieron las condiciones abusivas y humillantes del acuerdo, el descontento en todas las capas de la sociedad granadina fue generalizado: los ulemas (doctores de la ley islámica) no podían aceptar la prohibición de las conversiones al islam; las familias no podrían rescatar por canje a sus pariente prisioneros si se liberaban a los cautivos cristianos y, además, perjudicaba la economía; y, sobre todo, el coste de las parias era muy elevado. Todo ello provocó la pérdida de apoyo a Yusuf IV Ibn al-Mawl y el aumento de la adhesión al destronado Muhammad IX “el Zurdo”, quien, tras refugiarse en Almería, que le era fiel, se trasladó a la cora de Rayya (parte de la actual provincia de Málaga). En la villa de Vélez-Málaga fue favorablemente acogido y se instaló en su alcazaba, desde donde posteriormente se dirigió a Málaga, ciudad que, además de Ronda (Málaga), Setenil (Cádiz) y Gibraltar, reconocieron su autoridad. Con los principales puertos granadinos en su poder, escribió a su amigo el sultán de Ifriquiya (Túnez) Abú Faris pidiéndole ayuda y mediación ante el rey Juan II para obtener su neutralidad y mejorar las relaciones con Castilla.

Con respecto a Aragón, Muhammad IX recibió el apoyo de su rey Alfonso V “el Magnánimo” porque el vasallaje de Yusuf IV Ibn al-Mawl hacia más fuerte a Juan II, con el que estaba enfrentado. Aunque también, el rey aragonés quiso sacar partido de la situación de debilidad de Muhammad IX para obtener algún puerto de la costa granadina, especialmente Gibraltar, pero no pudo conseguirlo.

A primeros de febrero, Yusuf IV solicitó la colaboración militar castellana al maestre de Calatrava, Luis de Guzmán, para organizar una expedición contra su adversario; ya que su proximidad y el descontento interior hacían peligrar su permanencia en el trono. El maestre tardó en reaccionar y, en cambio, “el Zurdo” se anticipó enviando a Granada a un millar de hombres dirigidos por su sobrino Yusuf Ibn Ahmad (“el infante Cojo” de las crónicas castellanas), futuro emir Yusuf V, a los que franquearon las puertas de la ciudad algunos cortesanos que traicionaron la confianza de Yusuf IV. Con gran parte de la ciudad levantada contra Yusuf IV, el sobrino de “el Zurdo” sitió al emir en la Alhambra.

A finales de febrero, nuevamente, Yusuf IV tuvo que pedir ayuda urgente a los castellanos. El adelantado Diego Gómez de Ribera acudió y, junto con fuerzas leales del emir, se enfrentó a los de Muhammad IX cerca de la capital. Aunque al finalizar la batalla el número de bajas fue similar, la victoria se decantó a favor de los de “el Zurdo”, sin embargo las crónicas cristianas la atribuyen los castellanos. Tras la victoria, aclamado por los habitantes de Granada, Muhammad IX se instaló en la vieja alcazaba y comenzó a gobernar.

A mediados de abril, Yusuf Ibn Ahmad “el infante Cojo”, que continuaba asediando con sus tropas la Alhambra consiguió tomarla. Yusuf IV Ibn al-Mawul, viéndose perdido, se escondió en una pequeña alcoba durante varios días mientras era buscado por toda la Alhambra, hasta que finalmente fue encontrado y ejecutado. Su reinado no había llegado a los cuatro meses.

Sucesos contemporáneos

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Reyes y gobernantes coetáneos (sólo en la Península Ibérica)

Castilla y León:  

Rey de Castilla y León.

Juan II (1406-1454).

Aragón:

Rey de la Corona de Aragón.

Alfonso V "el Magnánimo" (1416-1458).

Navarra:

Reyes de Navarra.

Blanca (1425-1441) y Juan II de Aragón (1425-1479).

Condado catalán
no integrado en la
Corona de Aragón:

Conde de Pallars-Sobirá.

Arnaldo Roger IV (1424-1451).

Portugal:

Rey de Portugal.

Juan I (1385-1433).

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