Urraca
Reina
de Castilla y León (1080<1109-1126>1126)
Reina de Aragón y Pamplona (<1109-1114>)
Genealogía
Su reinado
En julio de 1109, Urraca, hija de Alfonso VI, accedió al trono de Castilla y León. Era viuda de Raimundo de Borgoña, conde de Galicia, y su padre, antes de morir y ante la amenaza almorávide, decidió que se casara en segundas nupcias con Alfonso I “el Batallador”, rey de Aragón y Pamplona, por su prestigio como guerrero, aunque había otro pretendiente más del gusto de Urraca, el conde castellano Gómez González. De inmediato el reino se dividió en dos bandos: los partidarios del matrimonio, entre los que se encontraban el prestigioso conde Pedro Ansúrez y gran parte de la nobleza leonesa; y los que estaban en contra: la nobleza gallega, encabezada por Pedro Froilaz, conde de Traba y ayo de Alfonso Raimúndez, hijo de Urraca y Raimundo de Borgoña, el obispo Diego Gelmírez de Santiago de Compostela y la nobleza castellana.
En octubre de aquel año, se celebró la boda de Urraca con Alfonso I. El aragonés, siguiendo las costumbres de la época, dotó a su esposa con una serie de castillos entre los que se encontraban Estella, Huesca y Montearagón. Desde un principio los cónyuges no congeniaron. Urraca era de carácter dominante, caprichoso y voluble, Alfonso era seguramente un misógino aficionado a la guerra. Las crónicas gallegas y leonesas, hostiles al aragonés, lo tachan de impío, tirano, reyezuelo, cruel y brutal con su esposa. A pesar de las desavenencias, firmaron unas capitulaciones por las que se comprometieron a no romper el matrimonio por ninguna causa, ni siquiera por la posible condena eclesiástica debido a su consanguinidad, ya que eran bisnietos de Sancho III el Mayor de Pamplona. Este asunto fue aprovechado por los enemigos de la unión matrimonial para pedir al papa su nulidad. Se estipulaba en las capitulaciones, entre otras cuestiones, que utilizarían el título imperial que había empleado Alfonso VI. Urraca sería reina de Aragón y Pamplona y Alfonso, en compensación, recibiría los reinos de Castilla y León. De tener un hijo, este heredaría los reinos de sus padres. Si no hubiera descendencia y Alfonso moría primero, Urraca heredaría los reinos de Aragón y Pamplona. Si Urraca moría primero, Alfonso heredaría Castilla y León hasta su muerte. Todos los reinos pasarían posteriormente al hijo de la reina, Alfonso Raimúndez.
A pesar del peligro que representaba el avance de los almorávides, las tensiones entre los dos bandos estallaron en guerras civiles favorecidas por la actitud de los cónyuges. El primero en alzarse fue el conde de Traba que, a principios de 1110, consiguió dominar el norte de Galicia en nombre de su pupilo, al que consideraba postergado en favor del futurible hijo del nuevo matrimonio. El obispo Gelmírez conservó para Urraca Santiago de Compostela y el sur de Galicia. Los reyes, que estaban en Aragón para que Urraca se posesionara de sus territorios, volvieron a León para hacer frente a la situación. Alfonso I atacó al conde de Traba y saqueó sus tierras sin conseguir un éxito total, auque consiguió el apoyo de algunas ciudades, como Lugo, y de algunos nobles. La dureza del enfrentamiento, los abusos que se cometieron y el apoyo que encontraba Alfonso I, motivaron el recelo de Urraca y el distanciamiento del matrimonio. La muerte del rey de la taifa de Zaragoza y la posterior entrega de la ciudad a los almorávides provocaron el regreso a Aragón de Alfonso I para atacar al nuevo señor de Zaragoza. Aconsejada por el conde Pedro Ansúrez, Urraca dejó a un lado su resentimiento y se puso al frente de un ejército para ayudar a su marido.
En aquel año el papa Pascual II decretó de anulación del matrimonio que fue acatado pero no ejecutado por los cónyuges.
En 1111, Urraca, siguiendo lo acordado en las capitulaciones matrimoniales, recorrió los reinos de Aragón y Pamplona para recibir el homenaje de sus gentes como nueva reina. Lo mismo hizo Alfonso I en los territorios de Castilla y León. Una serie de circunstancias provocó un nuevo enfrentamiento entre los cónyuges. El aragonés colocó a varios de sus hombres de confianza al frente de fortalezas y ciudades de sus nuevos reinos. No tuvo el tacto político de tener en cuenta las propuestas y consejos de los clérigos, y estos, que esperaban aumentar su influencia con el nuevo rey, se sintieron defraudados y se pusieron en su contra. Además, Alfonso I entró en Toledo mientras Urraca continuaba en Huesca en su condición de reina de Aragón. Sucedió también, que los labradores y burgueses de Sahagún se levantaron contra sus señores, negándose a prestar servicios y pagar impuestos. Se pusieron bajo la protección de Afonso I, que expulsó al abad de su monasterio. Más tarde, su hermano Ramiro sería el nuevo abad. Les siguieron en la misma actitud los de Burgos, Carrión y los de casi toda Castilla. El abad depuesto de Sahagún marchó a Aragón para informar a Urraca. La reacción de la reina fue soltar, a cambio de un rescate, a los rehenes musulmanes que tenía Alfonso I. El dinero lo utilizó para comprar la voluntad de algunos nobles de Aragón. Además, ordenó a los nobles de Castilla y León que no obedecieran a su marido. Al tener noticias de lo ocurrido, Alfonso I regresó a Aragón y encerró a Urraca en la fortaleza de El Castellar después de una fuerte disputa. La reina consiguió escapar y regresar a sus reinos.
Urraca quería desvincularse de Alfonso I para reinar en solitario en Castilla y León, pero necesitaba tener partidarios y un ejército que la apoyara. Ante la falta de ambos, Urraca pidió ayuda al conde de Traba prometiendo que haría coronar a su hijo Alfonso Raimúndez. El obispo Gelmírez no perdió tiempo y lo coronó rey de Galicia, cuando apenas tenía siete años de edad. Ante esta maniobra, Alfonso I, aliado con Enrique de Borgoña, conde de Portugal por su matrimonio con Teresa, hermanastra de Urraca, que veía mermadas sus apetencias de repartirse el reino con su cuñada, atacó y derrotó a Urraca en Candespina. Antes de la batalla, huyó el conde castellano Pedro González de Lara y durante ella, murió el conde Gómez González, con el que Urraca tenía un hijo. Alfonso I continuó conquistando fortalezas y derrotó en Viadangos, cerca de Astorga, a una expedición gallega al mando del conde de Traba y del obispo Gelmírez que llevaban al infante a León. El conde fue hecho prisionero y el obispo logró huir con el infante. Durante los años siguientes, la reina tuvo que acordar alianzas alternativas para conservar su poder, primero con Enrique y más tarde con Alfonso I, para terminar uniéndose a su hijo Alfonso Raimúndez y a sus partidarios.
Alfonso I, que dominaba en gran parte de Castilla y León, fue sitiado en el castillo de Peñafiel por los partidarios de Urraca y Enrique de Borgoña, que había abandonado a Alfonso I y se había aliado con la reina bajo la promesa de repartirse el reino. No consiguieron asaltarlo. Pronto Urraca se arrepintió de la alianza con Enrique y pactó, una vez más, con Alfonso I. Enrique de Borgoña, considerándose traicionado atacó al matrimonio en Carrión y allí murió. Al finalizar el año, la situación era la siguiente: Teresa, hermanastra de Urraca y viuda del conde de Portugal, Enrique de Borgoña, detentaba el poder en dicho condado, en el sur de Galicia y en el oeste del reino de León; el obispo Gelmírez dominaba el norte de Galicia en nombre de Urraca y de su hijo; Urraca era dueña del resto de León, Asturias y parte de Castilla; y Alfonso I, aunque perdió Toledo en favor de Urraca, mantenía tropas en importantes plazas, como Burgos, Carrión, Palencia y León, entre otras, además, conservaba el dominio del alto Duero y La Rioja.
En 1114, Alfonso I recuperó Toledo y su prestigio aumentó en las zonas castellanas más amenazadas por los almorávides. Ello propició que su hermano Ramiro fuera elegido obispo de Burgos. En ese año, el concilio de León decretó la separación definitiva de Urraca y de Alfonso I, que fue aceptada por los cónyuges. El aragonés repudió a su esposa y la entregó a los castellanos en Soria. La precaria unión de los reinos cristianos se había roto.
Desde 1115, Urraca, acompañada a menudo por su hijo, se dedicó a reforzar su poder estableciendo alianzas alternativas con las diferentes personalidades y grupos que dominaban el reino. Su política con respecto a Alfonso I fue una combinación de pequeños enfrentamientos y negociaciones, hasta que a finales de 1116, acordaron que Urraca renunciara al dominio del valle medio del Ebro y Alfonso I se retirara parcialmente de Castilla, conservando La Rioja. Esto permitió al aragonés concentrar sus esfuerzos en la toma de Zaragoza.
En 1117, se celebró un concilio en Burgos donde se acordó que Alfonso Raimúndez fuese reconocido rey con los mismos derechos que su madre. También en aquel año, Urraca acudió a Santiago para ponerse de parte de una hermandad de ciudadanos y clérigos que se habían sublevado contra el obispo Gelmírez. El cambio de alianza de la reina provocó una gran revuelta que obligó a Urraca y al obispo a buscar refugio en una torre de la catedral. Gelmírez consiguió huir pero la reina sufrió todo género de ultrajes y consiguió salir con las vestiduras hechas jirones. Pocas semanas después las tropas de sus partidarios sofocaron la rebelión e impusieron la autoridad de Gelmírez. Las revueltas que se produjeron en este reinado entre el incipiente poder municipal y el de los señores y obispos, fueron el germen de las que ocurrieron en siglos posteriores en Castilla y León.
En 1119, Urraca, bajo la influencia del castellano conde de Lara, con el que tenía dos hijos, apartó de la corte a importantes magnates leoneses. Estos temieron que la creciente influencia castellana pusiera en peligro su poder y la sucesión de Alfonso Raimúndez. Fue nuevamente el obispo Gelmírez el que intentó que aquel fuera proclamado rey único. Como el respaldo del papa Calixto II era imprescindible para conseguirlo, el obispo le envió mensajeros que fueron interceptados por Urraca y por Alfonso I, nuevamente aliados. La condesa Teresa de Portugal, apoyando a Gelmírez, permitió que el obispo de Oporto llevara las negociaciones con Roma que culminaron en 1120 con la carta que envió Calixto II al clero y a la nobleza del reino donde defendía la legitimidad de los derechos al trono de Alfonso Raimúndez.
El creciente poder del ya arzobispo Gelmírez en Galicia, hizo que Urraca, acompañada por su hijo, se presentara aquel año en Santiago para pactar con el arzobispo. Conseguido este, marchó contra los partidarios de su hermanastra Teresa en el sur de Galicia. A su regreso a Santiago, en un nuevo cambio de actitud, cogió prisionero a Gelmírez y le confiscó sus posesiones. El conde de Traba y Alfonso Raimúndez marcharon contra Urraca, que tuvo que liberar al arzobispo pero no le devolvió sus castillos.
En 1121, se complicó la situación para Urraca cuando llegó la orden pontificia exigiendo la devolución de los castillos bajo pena de excomunión, y cuando, más tarde, el conde de Traba se alió con la condesa de Portugal, esposa y suegra de dos de sus hijos, propiciando su dominio sobre el valle del río Miño. La alianza generaba un aumento de poder del conde y de Gelmírez en detrimento de Alfonso Raimúndez, por lo que Urraca pidió la protección del papa para defender los derechos de su hijo. El hecho de que el papa atendiera la petición y dejara en suspenso la excomunión, favoreció que, en 1122, Urraca y su hijo fueran a Galicia y consiguieran una tregua duradera a costa de que Teresa de Portugal ampliara su influencia en la zona del Miño.
En 1123, la conciliación entre Urraca y su hijo, que reinaba de hecho en Toledo, era total. Ambos volvieron a Galicia donde Urraca renovó el pacto con el arzobispo Gelmírez y apresó al conde de Traba y a sus hijos. A continuación marchó contra Sigüenza que cayó en enero del año siguiente. Este hecho supuso el principio del declive del poder almorávide y el fin de las pretensiones que Alfonso I de Aragón tenía sobre esa parte de Castilla.
En marzo de 1126, Urraca murió de sobreparto en Saldaña
y fue enterrada en el panteón real de San Isidoro de León.
Sucesos contemporáneos
Reyes y gobernantes coetáneos
Aragón: | Rey de Aragón y Pamplona. Alfonso I "el Batallador" (1104-1134). |
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Navarra: | |||
Cataluña: | Condes de Ampurias. Hugo II (1078-1116). |
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Conde de Barcelona. Ramón Berenguer III (1097-1131). |
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Condes de Cerdaña. Guillermo II (1095-1109). ------- Anexionado por el condado de Barcelona en 1117. |
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Conde de Besalú. Bernardo III (1100-1111). ------- Unión con Barcelona. |
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Conde de Urgel. Armengol VI (1102-1153). |
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Condes de Pallars-Sobirá. Artal II (1081-1124). |
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Condes de Pallars-Jussá. Pedro Ramón (1098-1112). |
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Al-Andalus: (Primeros reinos de taifas e imperio almorávide) |
Reyes de Zaragoza. Ahmad ben Yusuf al-Mustain (1085-1110). ------- Entregado a los almorávides en 1110. |
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Reyes de Baleares. Mubassir ben Sulayman Nasir al-Dawla (1093-1114). ------- Conquistado por una coalición cristiana pero sin anexión
en 1115. |
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Emir almorávide soberano en al-Andalus.. Alí ben Yusuf (1106-1143). |
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Francia: | Rey de Francia. Luis VI "el Gordo" (1108-1137). |
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Alemania: | Reyes de Germania. Enrique V (1106-1125). |
Emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico. Enrique V (1106-1125). |
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Italia: | Italia (Norte). Perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico. |
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Dux de la República de Venecia. Ordelafo Faliero (1102-1117). |
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Estados Pontificios. (Papas). Pascual II (1099-1118). |
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Príncipes de Capua. (Normandos). Roberto I (1106-1120). |
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Duques de Apulia y Calabria. (Normandos). Roger Borsa (1085-1111). |
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Conde de Sicilia. (Normandos). Roger II (1105-1130). |
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Britania: | Escocia: |
Reyes de Escocia (anteriormente Alba). Alexander I "el Feroz" (1107-1124). |
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Inglaterra: |
Rey de Inglaterra. Henry I (1100-1135). |
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Gales: | Rey de Gwynedd, Powys y Deheubarth. Gruffydd ap Cynan (1081-1137). |
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Imperio bizantino. (Bizancio): | Emperadores. Alejo I (1081-1118). |
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Imperios musulmanes: | Califato árabe abbasí: | Califas abbasíes. (Bagdad). Al-Mustazhir (1094-1118). |
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Califato fatimí: | Califa fatimí. (El Cairo) Al-Amir Bi-Ahkamillah (1101-1130). |
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Imperio almorávide: |
Emir almorávide. (Marrakech). Alí ben Yusuf (1106-1143). |