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Alfonso IX
Rey de León (1171<1188-1230>1230)

Genealogía


Su reinado

Cuando Fernando II de León murió en enero de 1188, subió al trono su hijo Alfonso IX, fruto de su primer matrimonio con Urraca, hija de Alfonso I de Portugal. La sucesión fue contestada por su madrastra Urraca López de Haro, tercera esposa del difunto rey, que pretendió el trono para su hijo Sancho alegando que Alfonso era hijo ilegítimo al haber sido anulado por el papa Alejandro III el matrimonio de Fernando II con su primera esposa por motivos de consanguineidad (ambos eran biznietos de Alfonso VI de Castilla y León). Al no encontrar apoyos entre los nobles leoneses, su intento no fructificó. Antes de su proclamación, el nuevo rey había estado bajo la tutoría del conde Armengol de Urgel, aunque se crio con sus ayos Urraca, hija del conde gallego Fernando Pérez de Traba, y su marido Juan Arias.

En abril de aquel año de 1188, el joven rey de León no estaba preparado militarmente para oponerse a las invasiones de su primo Alfonso VIII de Castilla en Tierra de Campos y en el norte de su reino, donde perdió varias plazas. Así pues, Alfonso IX tuvo que negociar y reconocer, con renuencia, las conquistas en las reuniones con el castellano en Soto Hermoso y en Carrión de los Condes. En esta última localidad, en junio, Alfonso VIII celebró una curia extraordinaria que aprovechó para armar caballero al leonés y conseguir que le besara la mano, lo cual podía ser considerado como vasallaje o respeto al pariente de mayor linaje. Además, se decidió su futuro matrimonio con Urraca, hija de dos años de Alfonso VIII.

En julio del mismo año, Alfonso IX reunió una curia extraordinaria en León, que es considerada por los historiadores como unas auténticas Cortes porque, junto a nobles y eclesiásticos, se convocó a representantes de las ciudades. En ellas se legisló, entre otros asuntos, sobre la mejor regulación y garantías del procedimiento judicial, la protección de personas y propiedades contra sublevaciones y robos, o el compromiso del rey a no hacer la guerra, paz o pactos sin el consejo de la curia. Fue una especie de Carta Magna, anterior a la inglesa de 1215. Gracias al consejo favorable de aquella curia, Alfonso IX pudo revocar algunas de las donaciones que Fernando II había otorgado en sus últimos años de reinado que afectaban a los bienes de la corona.

En 1190, Alfonso IX, siguiendo la senda marcada por los reyes Alfonso II de Aragón y Sancho VI de Navarra de pactar una alianza contra Castilla por temor a su pujanza, se alió con Sancho I de Portugal por los mismos motivos y porque, además, el portugués atacaba la frontera oeste de su reino. El acuerdo se refrendó con un compromiso de matrimonio con su prima hermana Teresa, hija de Sancho I. La boda, rechazada por Roma por consanguineidad de los cónyuges, se celebró en febrero del año siguiente, rompiendo así su compromiso con Urraca, hija de Alfonso VIII. El rey castellano demostró su resentimiento prestando ayuda y otorgando algunas villas a Urraca, madrastra del rey leonés, cuyas pretensiones seguían vigentes. En mayo, los reinos de León, Portugal y Aragón se obligaron en Huesca a guerrear contra Castilla y no firmar la paz sin el acuerdo entre ellos.

A finales de 1193, el legado del papa disolvió el matrimonio de Alfonso IX y Teresa, cuando ya tenían tres hijos. Al año siguiente, el legado también medió para que Alfonso IX y Alfonso VIII se reunieran en Tordehumos (Valladolid) y firmaran un tratado donde se establecía lo siguiente: una paz por diez años, la aceptación de la sentencia del papa sobre litigios pendientes entre los dos reinos, la devolución de varios castillos, y que Alfonso VIII sería el heredero de Alfonso IX si este moría sin hijos legítimos, los habidos con Teresa estaban excluidos. En 1195 o 1196, Alfonso IX se separó de Teresa, que regresó a Portugal.

En julio de 1195, Alfonso VIII fue derrotado por los almohades en Alarcos y tuvo que huir a Toledo. Allí se entrevistó, un mes más tarde, con Alfonso IX, que no había participado en la batalla a pesar de haber estado acampado en Talavera con sus tropas durante la misma. En la reunión, el leones exigió al castellano la entrega de los castillos pactados en el tratado de Tordehumos. La negativa del castellano provocó la ruptura del tratado y por consiguiente la guerra entre los dos reinos. Para llevarla a cabo, Alfonso IX pidió una alianza a los almohades a través de Pedro Fernández de Castro, que había acompañado con su mesnada a los musulmanes en Alarcos. Los almohades accedieron y le enviaran tropas.

A principios de 1196, un contingente de leoneses y musulmanes, mandado por el de Castro, que había sido nombrado mayordomo real, entró en Castilla por Tierra de Campos y asoló las tierras de Carrión. Casi al mismo tiempo los almohades atacaron y arrasaron el sur de Castilla. La respuesta de Alfonso VIII fue situar sus tropas, y las que le envió el nuevo rey de Aragón Pedro II, en la Paramera de Ávila para controlar los movimientos de los dos ejércitos y decidir la mejor opción contra ellos. Pero al tener constancia de que los almohades habían terminado su campaña y se habían retirado, se dirigió a Tierra de Campos para atacar y perseguir a Alfonso IX hasta Benavente, donde el leonés se había refugiado. A continuación asoló las tierras de Astorga y parte de las del Bierzo, luego volvió para tomar Puente Castro (Castro de los Judíos), junto a León, y finalmente regresó a Castilla con un gran botín.

La alianza con los almohades le supuso, por bula papal, la excomunión a Alfonso IX que, además, le pudo costar la pérdida del reino, ya que aquella implicaba la anulación de la obligación de fidelidad de sus súbditos; pero el rey salvó la situación porque contaba con el apoyo de la nobleza y el clero. Consciente de su debilidad, intentó reafirmar su independencia política con respecto a Castilla borrando la supuesta afrenta de haber sido armado caballero por su primo en Carrión de los Condes; para ello, a principios de 1197, Alfonso IX se armó a sí mismo caballero en Santiago de Compostela con la complacencia de los presentes.

En aquel mismo año, Alfonso IX se trasladó a Sevilla para negociar nuevos acuerdos con los almohades que le permitiesen continuar la guerra contra Castilla. Casi al mismo tiempo, los musulmanes habían comenzado una nueva campaña que causó graves daños en las tierras castellanas. Alfonso VIII sólo pudo responder con la petición de una tregua de cinco años, que le fue aceptada. Esta permitió al castellano invadir nuevamente, reforzado con tropas de Pedro II, las tierras de León para responder, con la toma de varias plazas, a los ataques que Alfonso IX había efectuado mientras los almohades asolaban la frontera de Castilla. El leonés, sin el apoyo de los almohades, no pudo sostener la guerra contra Castilla ni contra Portugal, que le había tomado Tuy y Pontevedra, y tuvo que negociar la paz. Esta se alcanzó gracias a las gestiones de la reina Leonor de Castilla, que logró que ambos reyes acordaran el matrimonio entre Alfonso IX y Berenguela, hija mayor de Alfonso VIII cuyo compromiso matrimonial con Conrado de Rothenburg hacía años que había sido anulado. La cesión de castillos de ambos reyes a Berenguela en concepto de arras fue decisiva para que la paz fuera duradera. Los esponsales se celebraron en diciembre de aquel año sin la dispensa papal, que era preceptiva por motivo de consanguineidad entre los cónyuges (tío y sobrina). A principios de 1198, el papa Celestino III no otorgó la dispensa y excomulgó a Alfonso IX y a Berenguela.

Sancho I de Portugal quiso aprovechar la debilidad que para Alfonso IX suponía la condena papal para ir contra él. En el enfrentamiento, los portugueses fueron vencidos en la batalla de Ervas Tenras, cerca de Pinhel, en la que murieron muchos miembros de las familias más nobles de Portugal. La guerra continuó en 1199 con el cerco de Braganza por parte de Alfonso IX y con la respuesta de Sancho I atacando Ciudad Rodrigo. Después de aquellas acciones, y en fecha indeterminada, Alfonso IX recuperó Tuy y Pontevedra, y las hostilidades se interrumpieron durante diez años.

En aquel mismo año de 1199, Alfonso IX y Alfonso VIII enviaron una embajada al nuevo papa Inocencio III, formada por el arzobispo de Toledo y los obispos de León, Palencia y Zamora, para intentar convencerlo de la conveniencia del matrimonio para conseguir la paz entre los reinos. El papa se reafirmó en la sentencia de su predecesor e insistió en la nulidad del matrimonio. La decisión del papado en este caso, como en otros que se dieron en Europa, tenía que ver más con el principio de hegemonía política sobre el mundo cristiano que con los criterios piadosos de la Iglesia.

A finales de aquel año, Alfonso IX y Alfonso VIII se reunieron en Palencia donde el leonés otorgó una escritura de arras a Berenguela. Este documento era una especie de donación para evitar en lo posible los efectos de la condena pontificia que anularían las arras otorgadas en el compromiso matrimonial. Con él se consiguió la paz entre los dos reinos durante unos pocos años.

En 1203, el papa Inocencio III escribió una durísima carta a Alfonso VIII acusándolo de ser el responsable de que la separación no se hubiera producido, y lo amenazaba, si no deshacía el problema, con: “… no sólo requeriré con mis manos tu alma, sino también la de tu hija y la de su rey, y procederé como me pareciere contra ti y contra tu reino y a esta admonición seguirá una venganza mucho más acre de lo que te puedas imaginar”.

En 1204 se produjo la separación matrimonial de Alfonso IX y Berenguela. El papa comisionó a los principales prelados de ambos reinos para que levantaran la excomunión y comprobaran la devolución de los castillos que formaron parte de las arras de Berenguela. Con la separación desaparecía el motivo para conservar la paz. De hecho, Alfonso IX comenzó a reactivar las antiguas alianzas y Alfonso VIII tomó los castillos de Paradinas y Fresno; a pesar de lo cual, la paz logró mantenerse al firmarse una tregua.

En 1206, para asegurar la frágil paz entre los dos reinos, ambos reyes firmaron en Cabreros un tratado por el que Fernando, hijo del Alfonso IX y Berenguela, sería el heredero del reino de León; Alfonso VIII le cedía todas las plazas y castillos en litigio: Monreal, Carpio, Almansa, Castrotierra, Valderas, Bolaños y Villafrechós; Berenguela le cedía el castillo de Cabreros y los que recibió en arras, estos a cambio de una renta anual; y Alfonso IX le entregaba los mismos castillos de las arras, y los de Luna, Argüello, Tiedra y Alba de Aliste.

A partir de 1208, y hasta el final de sus días, Alfonso IX puso en marcha con gran energía la organización interna de su reino; siendo la repoblación y la concesión de fueros a las nuevas ciudades las actuaciones más destacadas. Estableció buenas relaciones con los obispos y favoreció a las órdenes militares, sobre todo a las de Alcántara y Santiago.

En 1211, Alfonso II de Portugal heredó la corona a la muerte de su padre Sancho I. Una de las primeras decisiones del nuevo rey fue la de no reconocer el señorío de los castillos que había cedido el difunto rey a sus otros hijos. Alfonso IX intervino en el enfrentamiento que se dio entre los hermanos defendiendo los intereses de uno de ellos, los de su primera esposa Teresa, que tuvo que trasladarse a León con los hijos de ambos.

Durante aquel año, el papa Inocencio III dictó varias bulas que predicaban una cruzada contra los almohades en Castilla. Por su parte, Alfonso VIII había hecho una petición al papa de garantías que impidiese los ataques de Alfonso IX mientras durase la guerra.

En 1212, Alfonso VIII concentró en Toledo las tropas que participarían en la cruzada contra los almohades. En junio se puso en marcha aquel ejército compuesto de castellanos, aragoneses, navarros, ultrapirenaicos y caballeros leoneses, gallegos, asturianos y portugueses, que acudieron a título personal sin la oposición de sus reyes. Alfonso IX se negó a participar porque no se le habían devuelto los castillos leoneses que tenían tenencias castellanas, y, además, amenazó con conquistarlos durante el enfrentamiento con los almohades. Y así sucedió, mientras se daba la batalla de Las Navas de Tolosa y en los días posteriores, Alfonso IX recuperó algunas plazas castellanas dentro de territorio leonés y conquistó otras en el norte del reino portugués. Tras su regreso victorioso, Alfonso VIII se dispuso a solucionar el conflicto, consiguiéndolo en noviembre con los acuerdos de Coímbra. Por ellos, Alfonso IX devolvería todo lo conquistado en Portugal, y las hijas del difunto rey portugués recibirían una compensación monetaria; Alfonso VIII entregaría a Alfonso IX los castillos que le había tomado el leonés y otros situados en diferentes lugares del reino de León. También se acordó proseguir la guerra contra los almohades.

En 1213, la paz entre León y Castilla hizo posible que Alfonso IX pudiera realizar una campaña contra los almohades. En ella participaron una hueste de caballeros castellanos capitaneada por Diego López de Haro y la orden militar leonesa de San Julián de Pereiro. Tomó Alcántara y asedió Cáceres y Mérida, pero al no obtener resultados dio por terminada la campaña.

En 1214 murió uno de los dos posibles herederos de Alfonso IX, Fernando, hijo habido de su anulado primer matrimonio con Teresa de Portugal; el otro era el futuro Fernando III, fruto de su anulado segundo matrimonio con Berenguela, hija mayor de Alfonso VIII. Dos meses después murió este último, dejando el trono de Castilla en manos de su hijo Enrique I, un niño de diez años. Con la regencia de su hermana Berenguela, por defunción de su madre, comenzaron las intrigas del alférez real de Castilla, Álvaro Núñez de Lara, para hacerse con la tutoría del niño rey. Conseguida esta y la regencia en 1215, exigió la entrega de varios castillos y plazas a Berenguela. Además, se dedicó a hostigar a los nobles que no le apoyaban y eran partidarios de ella. Esta, ante el peligro que corría, se refugió el castillo palentino de Autillo y envió a sus hijos a la corte de su padre en León. Las acciones del alférez real de Castilla venían motivadas por el deseo que tenía de socavar la gran influencia política de Berenguela y de sus partidarios, así como minar los derechos de Fernando como heredero de León. Mientras tanto, Alfonso IX observaba la situación sin adoptar ninguna medida.

En 1216, don Álvaro aprovechó lo dispuesto en el IV Concilio de Letrán, sobre el establecimiento de una paz que durara cuatro años entre los reinos cristianos, para reunir a los reyes de Castilla y León en Toro y firmar un nuevo tratado de paz entre ambos reinos. Durante las negociaciones, don Álvaro expuso al leonés la conveniencia de un matrimonio entre Enrique I y Sancha, hija de Alfonso IX y Teresa de Portugal. Con ello, el de Lara conseguiría cerrar el paso de Fernando al trono leonés. Pero Alfonso IX, que veía con buenos ojos la propuesta, estimó que ambas opciones sucesorias representaban lo mismo: aumentar la influencia de Castilla en el reino de León. En consecuencia, Alfonso IX no tomó decisión alguna.

En 1217, Castilla estaba en guerra civil. Los nobles partidarios de Berenguela, que querían que esta recuperara la custodia de Enrique I, abandonaron la corte o fueron expulsados de ella. El regente atacó y tomó en Tierra de Campos el castillo de Montealegre y asedió el de Villalba de los Alcores (ambos en la actual provincia de Valladolid), mientras Berenguela continuaba refugiada en el castillo de Autillo, que también fue asediado. En junio de aquel año, la muerte de Enrique I, producida por el impacto de una teja sobre su cabeza o el de un tejo arrojado sin intención por uno de los jóvenes que jugaba con él, vino a cambiar el panorama político. Aunque Álvaro Núñez de Lara intentó ocultar el suceso llevando el cadáver al castillo de Tariego, Berenguela se enteró y rápidamente envió a León nobles de su confianza para que trajeran, y así lo hicieron, a Fernando antes de que Alfonso IX tuviera conocimiento de lo sucedido. En aquellos momentos, Berenguela era por derecho reina de Castilla y Fernando su heredero. Esta situación, según Alfonso IX, era contraria al tratado que habían firmado Sancho III de Castilla y Fernando II de León en Sahagún en 1158, donde se establecía que si alguno de ellos moría sin descendencia, el reino del finado sería heredado por el superviviente. Enrique I había muerto sin descendencia y Fernando no era descendiente directo de Alfonso VIII, por lo tanto, Alfonso IX reclamaba su derecho al trono castellano. Pero también existían otros tratados y diplomas que señalaban a Berenguela como heredera del reino de Castilla.

Aunque sus posibilidades para hacerse con el reino eran escasas, a pesar del ofrecimiento de entregárselo que le hizo Álvaro Núñez de Lara, Alfonso IX inició en junio una campaña contra Castilla enviando a su hermanastro Sancho, alférez real de León, a conquistar Ávila, pero fue derrotado y se tuvo que retirar. A finales de aquel mes, fue el propio Alfonso IX el que penetró en Castilla y se apoderó de Villagarcía, Urueña y Castromonte en Tierra de Campos; luego continuó la marcha y acampó el 5 de julio en Arroyo de la Encomienda a siete kilómetros de Valladolid. Allí recibió a los obispos de Burgos y Ávila, enviados por Berenguela, para convencerlo de que no atacara a su hijo, que ya era rey de Castilla. Alfonso IX no accedió a la petición, pero después de varios días se convenció de que no contaría con los contingentes de los Lara ni con las tropas derrotadas de su hermanastro para conquistar la ciudad, por ello, levantó el campo y se dirigió a Burgos. Después de realizar un itinerario por diferentes plazas sin hacer por tomarlas, como Dueñas y Palencia, llegó a Arcos, muy cerca de la capital, y acampó. Al tener conocimiento de que Burgos estaba defendida por el nuevo alférez real de Castilla, Lope Díaz de Haro, desistió del intento de tomarla y regresó a León. En su recorrido de vuelta asoló Celada del Camino, Villaquirán de los Infantes, Villaldemiro y Torremormojón.

En noviembre de aquel mismo año de 1217, la caída de los Lara, al fracasar sus enfrentamientos con el nuevo rey de Castilla, propició la tregua entre los dos reinos. Tregua que no se respetó porque los Lara, acogidos en el reino de León, volvieron, con sus partidarios, a hostigar la frontera de Castilla. Aunque fueron rechazados por los castellanos, consiguieron que Alfonso IX se indispusiera con su hijo Fernando y llegara al enfrentamiento armado. Este terminó en agosto de 1218, cuando padre e hijo firmaron la paz en Toro. Paz que supuso la pérdida definitiva de la influencia de los Lara.

Por aquellas fechas, Alfonso IX ya tenía decidido apartar a Fernando del trono de León y entregarlo, por medio de una donación que evitase el problema de la ilegitimidad, a una de sus hijas, Sancha o Dulce, tenidas con su primera esposa. Así se deduce por algunas actuaciones documentales que realizó en favor de ellas. El rey de Castilla y Berenguela consiguieron que el papa Honorio recordara, por bula, a Alfonso IX que Fernando había sido reconocido solemnemente heredero de León en el tratado de Cabreros de 1206.

En aquel año de 1218, las órdenes militares de Calatrava y de San Julián de Pereiro se intercambiaron todas las propiedades que tenían en Castilla y León. La fortaleza de Alcántara, que había sido entregada a la orden de Calatrava el año anterior, pasó a la de Pereiro que se instaló en ella. A partir de ese hecho, la orden cambió su nombre por el de Alcántara.

A finales de 1218, Alfonso IX, acompañado por gascones y por las órdenes de Calatrava y Alcántara, realizó nuevamente una expedición contra la plaza musulmana de Cáceres. Durante tres meses y medio la asedió, pero al no poder conquistarla tuvo que retirarse.

En 1219, Alfonso IX, que había invadido el reino de Portugal, decidió hacer la paz y no intervenir en las guerras intestinas de aquel reino. Para conseguirla firmó un tratado en Boronal (Barancelle para los portugueses) con Alfonso II, por el que este se reconciliaba con su enemigo el arzobispo de Braga, cesaba la amenaza de invasión de Portugal por parte de León y, además, se reconocían las sucesiones en ambos reinos; en el de León, Sancha y Dulce serían las sucesoras, ya que Alfonso IX continuaba actuando en favor del derecho de sus hijas.

En 1221, Valencia de Alcántara fue tomada por la Orden de Alcántara, produciéndose así un gran impulso a la reconquista leonesa. Al año siguiente, se volvió a intentar la toma de Cáceres, que fracasó nuevamente.

También en aquel año, ante el riesgo de que alguna de las infantas pudiera ser coronada reina de León al matrimoniar con un príncipe peninsular, Berenguela se apresuró a casar a su hermana Leonor con el futuro Jaime I de Aragón. Debido a ello, la corte leonesa exploró la situación en los reinos europeos, pero las diferentes alianzas matrimoniales en aquellos reinos hacían difícil encontrar un digno pretendiente.

En 1223 apareció un candidato para maridar con la infanta Sancha: Juan de Brienne, glorioso cruzado que había sido rey de Jerusalén y que contaba con el apoyo del emperador y el patrocinio del papa. Con el propósito de casarse con Sancha, se dirigió en peregrinación a Compostela. Antes de llegar a su destino, se entrevistó con Berenguela y Fernando III en Toledo y se comprometió en matrimonio con Berenguela, hija de Alfonso IX y Berenguela. Cuando volvió de Compostela se celebraron los esponsales. Nuevamente se cortaba el paso a los deseos de la corte de León sobre el matrimonio de la infanta.

En 1227, después de varios intentos fallidos, el último fue en 1222, Alfonso IX pudo conquistar al asalto la plaza de Cáceres después de un asedio (algunos textos y artículos dan la fecha de 1229). Inmediatamente después de la conquista, Alfonso IX otorgó fueros a la ciudad. Con esta acción, el monarca incumplió la promesa dada de entregar la plaza a la Orden de Cáceres y de la Espada. Se entabló un pleito que se resolvió con la “Avenencia de Galisteo” por la que Alfonso IX se quedaba con la ciudad y expulsaba a los caballeros de la Orden a cambio de las plazas de Castrotorafe, Villafáfila y 2000 maravedíes. Nadie quedó contento y la Orden cambió su nombre por la de Santiago.

En 1230, Alfonso IX se apoderó de Montánchez y asedió Mérida. En ayuda de esta acudió Ibn Hud, régulo andalusí que se había impuesto desde Murcia en casi todo al-Andalus ocupando gran parte del espacio que la decadencia del imperio almohade dejaba. Acampó en las cercanías del castillo de Alange, a pocos kilómetros de Mérida, que ya había sido tomada al asalto. Alfonso IX, a pesar de contar con menos tropas que los musulmanes, atacó y les infringió una grave derrota que los obligó a refugiarse en Badajoz. A continuación, el rey leonés marchó hacia esa plaza que cayó tras un breve asedio.

Después de la campaña se dirigió a Santiago de Compostela. En el camino enfermó gravemente y murió el 24 de septiembre en Villanueva de Sarria (Lugo). Fue enterrado en la catedral de Santiago, al lado de su padre.

Sucesos contemporáneos

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Reyes y gobernantes coetáneos

Castilla: 

Reyes de Castilla.

Alfonso VIII (1158-1214).
Enrique I (1214-1217).
Berenguela (1217).
Fernando III (1217-1252).

Aragón:

Reyes de la Corona de Aragón.

Alfonso II "el Casto" (1162-1196).
Pedro II "el Católico" (1196-1213).
Jaime I "el Conquistador" (1213-1276).

Navarra:

Reyes de Navarra.

Sancho VI "el Sabio" (1150-1194).
Sancho VII "el Fuerte" (1194-1234).

Condados catalanes
no integrados en la
Corona de Aragón:

Condes de Ampurias.

Ponce III (1173-1200).
Hugo IV (1200-1230).

Condes de Urgel.

Armengol VIII (1184-1209).
Guerao de Cabrera (1209-1211). Usurpador.
Aurembiaix (1211-1213).
Guerao de Cabrera (1213-1228).
Aurembiaix (1228-1231).

Condes de Pallars-Sobirá.

Bernardo III (1182-1199).
Guillermina (1199-1229).
Roger I (1229-1236).

Condesa de Pallars-Jussá.

Dulce de So (1182-1192).

------- 1192.- Integración en la Corona de Aragón.

Al-Andalus:

Califas almohades soberanos en al-Andalus.

Abú Yusuf Yaqub al-Mansur (1184-1199).
Abú Abd Allah al-Nasir (1199-1213).
Abú Yaqub al-Mustansir (1213-1224).
Abú Muhammad al-Majlu (1224).
Abú Muhammad al-Adil (1224-1227).
Abú Zakariyya al-Mutasim (1227-1229).

------- En 1228 terminó la vinculación de la dinastía almohade en al-Andalus.

Segundos reinos de taifas.

Régulo almorávide de la taifa de Baleares.

Abd Allah ben Ishaq (1187-1203).

------- 1203.- Conquistado por los almohades.

Terceros reinos de taifas.

Régulo de la taifa de Baeza.

Al-Bayasi "el Baezano" (1224-1226).

------- 1226.- Conquistado por Castilla.

Régulo de la taifa de Valencia.

Abú Zayd (o Zeit Abú Zeit) ben Muhammad ben Abi Hafs (1224-1229). (Gobernador almohade semiindependiente).

Zayyan ben Mardanis (1229-1238).

Régulo de la taifa de Alcira, Denia y Jativa.

Desconocido (1224-1227).

Régulo de la taifa de Murcia.

Abú Abd Allah Muhammad ben Yusuf al-Yudami (Ibn Hud) (1228-1238).

Régulo de la taifa de Málaga.

Abd Allah ben Zannun (1229-1238).

Régulo de la taifa de Menorca.

Abú Said Utman ben Hakam (1229-1281).

Portugal:

Reyes de Portugal.

Sancho I (1185-1211).
Alfonso II (1211-1223).
Sancho II (1223-1247).

Francia:

Reyes de Francia.
(Dinastía Capeta).

Felipe II "Augusto" (1180-1223).
Luis VIII "el León" (1223-1226).
Luis IX "el Santo" (1226-1270).

Alemania:

Rey de Germania.
(Dinastía de Hohenstaufen)

Federico I "Barbarroja" (1152-1190).
Enrique VI "el Severo" (1190-1197).
Felipe (de Suabia) (1198-1208).
Otón IV Welf (1198-1218).
Federico II (1212-1250).

Emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico.

Federico I "Barbarroja" (1155-1190).
Enrique VI "el Severo" (1191-1197).
Otón IV Welf (1209-1218).
Federico II (1220-1250).

Italia:

Reyes de Italia (Norte).

Perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico.

Dux de la República de Venecia.

Orio Mastropiero (1178-1192).
Enrico Dandolo (1192-1205).
Pietro Ziani (1205-1229).
Jacopo Tiepolo (1229-1249).

Estados Pontificios (Papas).

Clemente III (1187-1191).
Celestino III (1191-1198).
Inocencio III (1198-1216).
Honorio III (1216-1227).
Gregorio IX (1227-1241).

Reyes de Sicilia. (Sicilia y Nápoles).
(Normandos).

Guillermo II (1166-1189).
Tancredo (1189-1194).
Guillermo III (1194). Destronado.

------- Comienza la dinastía alemana de Hohenstauffen.

(Hohenstauffen)

Enrique I (1194-1197) por su matrimonio con la heredera Constanza. (Emperador del Sacro Imperio como Enrique VI).
Constanza (1195-1198).
Federico I (1197-1250). Emperador del Sacro Imperio como Federico II.

Britania:

Escocia:

Reyes de Escocia.

Guillermo I (1165-1214).
Alejandro II (1214-1249).

Inglaterra:

Reyes de Inglaterra.

Enrique II Plantagenet (1154-1189).
Ricardo I "Corazón de León" (1189-1199).
Juan "Sin Tierra" (1199-1216).
Enrique III (1216-1272).

Gales:

Reyes de Gwynedd, Powys y Deheubarth.

---- Dafydd ab Owain (1170-1194). Príncipe de Gwynedd oriental.
---- Rhodri ab Owain (1175-1190). Príncipe de Gwynedd occidental.

Dafydd ab Owain (1190-1194).
Llywelyn Iorweth "el Grande" (1195-1240).

Imperio bizantino. (Bizancio):

Emperadores.
(Dinastía Ángel).

Isaac II (1185-1195).
Alejo III (1195-1203).
Alejo IV (1203-1204).
Alejo V (1204).

------- 1204.- Constantinopla fue asaltada por las tropas de la Cuarta Cruzada y se dividió en cuatro partes: Imperio Latino (cruzados), Imperio de Nicea (Bizancio en el exilio), Imperio de Trebisonda y Despotado de Épiro.

Imperio de Nicea.
Emperadores.
(Dinastía Lascaris)

Constantino XI (1204-1205).
Teodoro I (1205-1222).
Juan III (1222-1254).

Imperio Latino de Constantinopla.
Emperadores.

Balduino I (1204-1205).
Enrique I (1205-1216).
Pedro de Courtenay (1216-1217).
Yolanda de Namur (1217-1219).

------ Interregno (1219-1221)

Roberto de Courtenay (1221-1228).
Balduino II (1228-1261).

Imperio de Trebisonda.
Emperadores.

Alejo I (1204-1222).
Andrónico I (1222-1235).

Despotado de Épiro.
Déspotas.
(Dinastía Comneno)

Miguel I (1205-1215).
Teodoro (1215-1230).
Manuel (1230-1231).

Imperios musulmanes: Califato árabe abbasí:

Califas abbasíes. (Bagdad).

Ahmad al-Nasir (1180-1225).
Muhammad al-Zahir (1225-1226).
Mansur al-Mustansir (1226-1242).

Califato almohade:

Califas almohades. (Marrakech).

Abú Yusuf Yaqub al-Mansur (1184-1199).
Abú Muhammad al-Majlu (1224).
Abú Muhammad al-Adil (1224-1227).
Abú Zakariyya al-Mutasim (1227-1229).
Abú l-Allah al-Mamun (1227-1232).

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