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Carlos II "el Malo"
Rey de Navarra (1332<1349-1387>1387)

Genealogía


Su reinado

Carlos II nació en Francia en 1332 y era hijo de los reyes de Navarra Juana II y Felipe III de Evreux. Por línea materna era nieto del rey de Francia Luis X “el Obstinado” y por la paterna era biznieto del también rey francés Felipe III “el Atrevido”. A la muerte de su padre en 1343, heredó, además del título de par de Francia, los condados franceses de Evreux y Longueville en Normandía junto con algunas plazas en el valle del río Sena, pero debía rendir vasallaje al rey de Francia por sus territorios de Normandía y por ser par.

A la muerte de la reina Juana II en octubre de 1349 en Conflans (Francia), Carlos, que también se encontraba en Francia, heredó de ella el reino de Navarra y los condados franceses de Mortain y Angulema y, además, el contencioso por los condados de Champaña y Brie, que no habían sido reintegrados a su madre, como estaba estipulado, cuando murió el rey francés Felipe V “el Largo” sin herederos varones. Al día siguiente del fallecimiento, Carlos confirmó a Juan de Conflans, mariscal de Champaña, en el cargo de gobernador de Navarra, y este a su vez designó a Pascual Pérez de Sangüesa como procurador real.

En mayo de 1350, Carlos II llegó a Navarra y un mes después, en Pamplona, juró los fueros y fue coronado. Con ocasión de esta ceremonia, las Cortes reunidas en la villa de Estella le concedieron, de acuerdo con el Fuero, una ayuda para que pudiera acuñar una nueva moneda que sustituyera a los “sanchetes”. Pero debido a que dicha ayuda era un gravoso impuesto que sólo recaía en el pueblo llano, pues los nobles, hijosdalgos y eclesiásticos quedaban exentos, y que la moneda que se acuñó, “carlines”, era de tan baja ley que fue necesario hacerla circular de forma forzosa, se produjo un movimiento de resistencia en forma de juntas o hermandades. Antes de que las protestas alcanzaran mayor amplitud, Carlos II mandó detener y ejecutar a ocho cabecillas de las juntas: cuatro fueron ahorcados en los prados de Miluce, en las afueras de Pamplona, y los otros cuatro corrieron la misma suerte en el mercado de la ciudad. Descabezada la resistencia, Carlos II hizo pregonar por aldeas y mercados la noticia de las ejecuciones para que sirvieran de escarmiento.

En agosto murió el rey de Francia Felipe VI de Valois dejando viuda a Blanca, hermana de Carlos II, con la que se había casado en enero de ese año. El sucesor fue su hijo Juan II “el Bueno”, pero Carlos II reclamó para sí el trono francés al ser, por parte de madre, el más próximo descendiente de Felipe IV “el Hermoso”.

En el otoño de 1351, Carlos II se entrevistó en Burgos con el rey Pedro I de Castilla y León y acordaron, aunque sin suscribir alianza alguna, mantener la paz entre ambos reinos. En las conversaciones, el castellano intentó, sin conseguirlo, que le apoyara contra Pedro IV de Aragón. Poco después, en la visita que hizo Carlos II al rey aragonés en Montblanch (Tarragona) se reafirmó la mutua amistad, pero tampoco quiso firmar ninguna alianza contra Castilla. Con ambas visitas, el rey navarro pretendía asegurar las fronteras peninsulares de su reino. A continuación, Carlos II dejó a su hermano el infante Luis como gobernador de Navarra y se trasladó a Francia donde Juan II “el Bueno” le nombró lugarteniente regio del Languedoc. En su nuevo cargo logró hacer frente con éxito a los ingleses en el marco de “la guerra de los cien años”.

En febrero de 1352, Carlos II contrajo matrimonio con Juana, hija de Juan II, de sólo ocho años de edad. Como dote, el rey navarro recibiría cien mil escudos de oro y una renta en tierras de ocho mil libras, pero las relaciones entre ambos reyes se deterioraron porque Juan II incumplió el compromiso económico y se negó a reintegrar a la corona de Navarra los condados de Champaña y Brie, que anteriormente había cedido, junto al condado de Angulema, a su compañero de infancia Carlos de la Cerda, nieto del infante Fernando, antiguo pretendiente al trono de Castilla, y al que acababa de nombrar condestable de Francia. Desde el primer momento, las disputas entre Carlos II y el condestable fueron constantes. Probablemente, fue en esas circunstancias cuando el rey navarro decidió hacerse con la corona de Francia.

En 1353 Carlos II inició la militarización progresiva de sus posesiones en Normandía con tropas procedentes de Navarra. Con ellas acudieron también integrantes de la baja nobleza navarra ante las posibles oportunidades de promoción y prosperidad.

En la primavera, en presencia de Juan II, se produjo un grave altercado con armas en la mano entre el infante Felipe, hermano de Carlos II, y el condestable Carlos motivado por unos insultos proferidos contra el rey navarro.

En enero de 1354, el condestable Carlos fue asesinado por hombres de Carlos II. De aquel hecho se hizo responsable el rey navarro. En venganza, Juan II planeó atacar Navarra y Normandía, pero tuvo que desistir porque el rey navarro consiguió el respaldo de Inglaterra y el apoyo del papa Inocencio VI. Para evitar una potencial alianza entre Navarra e Inglaterra, Juan II tuvo que firmar en febrero, tras la mediación del papa y de la reina viuda Blanca, el tratado de Mantes (París) por el que, a cambio de que Carlos II cesara de reivindicar los condados de Champagne y Brie, otorgaba el perdón para el rey navarro y sus partidarios, y la concesión de nuevas tierras en Normandía al oeste del condado de Evreux.

En noviembre, el cumplimento del tratado quedó roto cuando Juan II atacó y se apoderó de gran parte de las posesiones de Carlos II en Normandía aprovechando que el rey navarro se encontraba en Aviñón (actual Francia), sede del papado, donde participaba en las negociaciones para poner fin a “la guerra de los cien años”.

A principios de 1355, mientras estaba en aquella ciudad, Carlos II se entrevistó con el duque de Lancaster Juan de Gante, hijo de Eduardo III de Inglaterra, para acordar los territorios que pasarían al rey navarro si el rey inglés se hacía con el trono de Francia gracias a una ofensiva militar conjunta. Para prepararla, Carlos II regresó a Navarra.

En agosto, al frente de tropas reclutadas durante la primavera, Carlos II desembarcó en Cherburgo (Normandía) e inició la ofensiva conjunta tomando Conches (Normandía). Juan II, aunque envió tropas para contener la invasión, se vio obligado en septiembre a firmar con Carlos II en Valognes (Normandía) un pacto donde se confirmaba el tratado de Mantes y se devolvían al rey navarro las plazas conquistadas en Normandía. Pocos días después, Carlos II se presentaba en París para realizar el homenaje de obediencia a Juan II.

A comienzos de 1356, la hostilidad que ya se profesaban Carlos II y Juan II se agudizó cuando el rey navarro, que había buscado la amistad del heredero “delfín” del trono francés Carlos y lo había inducido a conspirar contra su padre para apoderarse del reino, planeó un viaje secreto con el delfín a la corte de Carlos IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico para que, seguramente, les apoyara en sus respectivas aspiraciones.

En abril, enojado por las intrigas, Juan II apresó por sorpresa a Carlos II y a otros caballeros normandos afectos al rey navarro cuando cenaban con el delfín en Ruan (Normandía). Al día siguiente ordenó la ejecución de cuatro de los comensales y encerró a Carlos II en el castillo del Louvre en París, para luego trasladarlo a otras fortalezas. A continuación, Juan II inició una ofensiva militar sobre las tierras del rey navarro en Normandía tomando en junio las villas de Evreux, Beaumont-le-Roger y Orbec. Ante aquellos hechos, los hermanos de Carlos II se ocuparon del gobierno del reino y de buscar los medios para liberarlo. Por su parte los ingleses respondieron con un desembarco del duque de Lancaster en Cotentin (Normandía) que, aliado con el infante Felipe, atravesó Normandía y llegó a las puertas de París. Poco después, en septiembre, el heredero de Eduardo III, llamado el “Príncipe Negro” por el color de su armadura, al mando de otro ejército derrotó en Poitiers (Francia) al ejército francés y cogió prisionero a Juan II y a su hijo Felipe.

En ese mismo mes comenzó “la guerra de los dos Pedros” que enfrentó a Pedro IV de Aragón contra Pedro I de Castilla. Ambos reyes solicitaron la alianza de Navarra pero su gobernador, el infante Luis de Evreux, supo excusarse y no dar ayuda a ninguno, aunque numerosos caballeros navarros acudieron por su cuenta a la guerra.

En octubre, con Juan II prisionero, el delfín descalificado por los sucesos de Ruan y el rechazo popular a los Valois, la situación en Francia se había hecho explosiva. En esas circunstancias el delfín convocó los Estados Generales para acordar subsidios, pero Etienne Marcel, preboste de los mercaderes de París (equivalente a alcalde) y líder del “Tercer Estado” en los Estados Generales, intentó recortar las atribuciones de la corona convirtiendo a los Estados en una asamblea política con preponderancia de la burguesía al estilo del parlamento inglés. En esa asamblea se pidió la liberación de Carlos II, cuyo prestigio iba creciendo entre los franceses. El delfín, ya convertido en regente, rechazó las propuestas, disolvió los Estados Generales y abandonó Paris.

En noviembre de 1357, un grupo de nobles navarros y franceses disfrazados de carboneros penetraron en la fortaleza de Arleux (Francia), última prisión de Carlos II, mataron a los guardianes y liberaron al rey navarro. A continuación, después de pasar por Amiens (Francia), donde sus ciudadanos le recibieron triunfalmente, Carlos II llegó a las cercanías de París y se postuló para el trono de Francia aclamado por la burguesía y por la multitud descontenta con el regente Carlos. Este, que había vuelto a París, obligado por la actitud revolucionaria de los burgueses acabó concediendo el perdón al rey navarro y pasando sus demandas de devolución de las plazas confiscadas desde su detención a la decisión de los Estados Generales.

En enero de 1358, el regente Carlos, para ganarse el favor del pueblo, lo arengó en el mercado y reunió tropas alrededor de París. Al mes siguiente, Etienne Marcel irrumpió con sus gentes en la cámara del regente y, después de asesinar en su presencia a sus consejeros los mariscales de Champaña y Normandía, le humillaron poniéndole el capirote rojo y azul de los burgueses de París, para, según ellos, protegerlo. Con ello, se inauguraba en París el terror de los burgueses de Marcel, que se erigió, con ayuda de Carlos II, en jefe del municipio de París. Un día después, las tropas de Carlos II entraron en la ciudad. La situación obligó al regente a aceptar una negociación con el rey navarro al que donó un palacio en París y una asignación de diez mil libras de renta en la senescalía de Tolosa y en el condado de Bigorra para compensar los males sufridos en prisión.

También en aquel mes, se desencadenó en varias provincias un levantamiento campesino antiseñorial llamado la “jacquerie”, que se lanzó al saqueo, asesinatos, incendios de castillos y violencias de todo tipo.

En marzo, el regente Carlos aprovechó la ausencia del preboste Marcel, que se había aliado con la “jacquerie” y recorría las provincias para también sublevarlas, para abandonar París, por considerarla perdida, y dirigirse a Compiegne (Francia) donde convocó a unos Estados Generales que le eran favorables e hizo un llamamiento a las tropas para defender su causa.

A principios de junio, Carlos II se puso del lado de la nobleza y, al frente de la caballería francesa e inglesa, reprimió duramente la sublevación de la “jacquerie”, convirtiéndose así en el paladín del orden. Entre tanto, el regente Carlos, con el prestigio recuperado en las provincias, se puso al frente de una numerosa tropa y se dirigió a París para tomarla. Ante ello, Etienne Marcel, sitiado en la capital por el regente, llamó a Carlos II y le ofreció el título de capitán de París. A mediados de mes el rey navarro entró en la capital con escasas tropas francesas e inglesas. Ello provocó que el pueblo de París, que pasaba hambre, comenzara a provocar incidentes con las tropas inglesas y abandonara a Etienne Marcel, que fue asesinado el último día de julio. Ante aquella situación, sin el apoyo de Marcel y la diferencia de efectivos, Carlos II decidió no intervenir y abandonar París, con lo que su popularidad comenzó a decaer. Al día siguiente, el regente entró en la capital y concedió una amnistía para todos, exceptuando a los partidarios de Carlos II y a los colaboradores del preboste Marcel. A partir de entonces, el rey navarro abandonó sus pretensiones a la corona de Francia y comenzó, con tropas navarras e inglesas, una serie de enfrentamientos armados contra el regente que se hicieron encarnizados en numerosas plazas y logrando tomar casi todas las de la región de París (Isla de Francia), quedando la capital prácticamente bloqueada.

En agosto de 1359, el regente Carlos consiguió firmar una paz con Carlos II en Pontoise (Isla de Francia) porque consideró que el conflicto armado que mantenía desde hacía casi un año con el rey navarro sólo favorecía los intereses de Eduardo III en su guerra contra Francia. Por aquella paz, a Carlos II se le de¬volverían bienes y rentas si colaboraba con el regente.

En mayo de 1360, Inglaterra y Francia firmaron un nuevo tratado de paz en Bretigny (Francia) que puso fin temporalmente a “la guerra de los cien años”. Por ella, Eduardo III renunciaba al trono de Francia a cambio de recibir una gran cantidad de territorio francés y liberar a Juan II por un rescate de tres millones de escudos oro. Por iniciativa de Inglaterra, el acuerdo incluyó a Carlos II, que renunció a los derechos maternos a cambio de recuperar sus plazas normandas. Pocos meses después, el rey navarro prestó vasallaje a Juan II por aquellas plazas y por el condado de Evreux.

En octubre de 1361, Carlos II abandonó Francia para regresar a Navarra dejando a su hermano Felipe la gobernación de Normandía, y a su primogénito el infante Carlos, nacido en julio, al cuidado de su hermana Blanca en Melun, cerca de París. Un mes más tarde el rey navarro disputó con Juan II la posesión del ducado de Borgoña por la muerte sin herederos directos de su duque Felipe de Rouvres. Aunque Carlos II estaba mejor posicionado por ser nieto de Margarita, primera hermana de Otón IV de Borgoña, fue el rey francés el que consiguió hacerse con el ducado a pesar de ser nieto de Juana, tercera hermana del mismo Otón IV. Ante el hecho consumado de la pérdida del ducado, Carlos II decidió esperar una mejor ocasión para obtenerlo.

En mayo de 1362, en presencia de Carlos II, los procuradores del rey Pedro I de Castilla firmaron en Estella una alianza de mutua ayuda contra sus respectivos adversarios: Francia por parte de Navarra y Aragón por parte de Castilla. A continuación, Pedro I invitó a Carlos II a una entrevista en Soria para informarle que la paz que tenía con Aragón había sido firmada contra su voluntad, por lo que en virtud de la alianza le pedía que le ayudara a recuperar las fortalezas que le había tomado Pedro IV. Carlos II, ante el temor de ser invadido si se negaba, accedió a la petición y con renuencia acometió a Aragón apoderándose solamente de Sos (Zaragoza) y poniendo como pretexto del ataque que el rey de Aragón no le había ayudado durante su cautiverio. Por su parte, Pedro I atacó por Soria con un potente ejército y conquistó varias importantes plazas aragonesas.

En julio, Carlos II se instaló en Sangüesa (Navarra) y sus tropas ocuparon por sorpresa las zaragozanas plazas de Salvatierra de Esca, Ruesta y Escó. Ante el ataque, Pedro IV intentó romper la alianza entre Navarra y Castilla mediando ante Juan II para que la sucesión al ducado de Borgoña fuese sometida a su arbitraje y al de seis cardenales.

En febrero de 1363, tropas navarras al mando del infante Luis participaron junto a las de Pedro I en la toma de Tarazona (Zaragoza). Después auxiliaron a las castellanas en su campaña en la región valenciana. En mayo, Carlos II, que no se encontraba cómodo haciendo la guerra a Aragón, se entrevistó en Sangüesa (Navarra) con Pedro IV para iniciar conversaciones de paz.

En julio, con la mediación del legado del papa y del infante Luis, que se ofreció como rehén, Castilla y Aragón firmaron la paz en la antigua Sagunto, Murviedro (Valencia). Para conseguirla, Castilla había ofrecido como garantía las plazas de Murviedro y Almenara (Castellón), y Aragón las valencianas de Ademuz y Castielfabib, y todas ellas serían guardadas por representantes navarros. Inmediatamente después de haberse firmado la paz, los navarros se retiraron a Tudela (Navarra).

En agosto murió el infante Felipe. Para sustituirlo en la gobernación de Normandía, Carlos II envió al gascón Juan de Grailly, más conocido como el “captal de Buch”, con tropas para hacer frente a las incursiones que, por orden del nuevamente delfín Carlos, hacía el bretón Bertrand Du Guesclin en los territorios pertenecientes a Carlos II.

También en aquel mes, las delegaciones aragonesa y navarra, que se habían reunido con la castellana en Tudela para llevar a la práctica los acuerdos de paz, percibieron que, a pesar de que el tratado era muy beneficioso para Castilla, Pedro I no parecía querer cumplirlo para poder seguir atacando a Aragón. Esta certeza hizo que Carlos II cambiara de bando y se reuniera secretamente en septiembre con Pedro IV en Uncastillo (Zaragoza) donde decidieron una alianza, apoyada en enlaces matrimoniales, contra Castilla y Francia. También acordaron, entre otros asuntos, repartirse Castilla: Burgos, Álava, Soria, Ágreda (Soria), Guipúzcoa y Vizcaya serían para Navarra; Toledo y Murcia para Aragón, y el resto se sobreentendía que se entregaría al conde Enrique de Trastámara, hermanastro de Pedro I y pretendiente al trono de Castilla, que había participado en alguna de las sesiones de la reunión. Para no levantar sospechas, Carlos II hizo que Pedro IV simulara coger prisionero a Luis de Evreux, aunque por poco tiempo, para aparentar que mantenía malas relaciones con el rey navarro. Inmediatamente se reanudó la guerra con el fracasado ataque de Aragón al castillo de Castielfabib. En esas circunstancias, Pedro IV y Carlos II consideraron que deberían hacer la paz con Castilla, y para ello era necesaria la desaparición del conde de Trastámara. Por ello citaron al conde a una reunión a celebrar en Sos con la intención de matarlo. Después de imponer una serie de condiciones para garantizar su seguridad, acudió Enrique de Trastámara a la cita donde volvieron los convocantes a hablar de repartos, pero les fue imposible actuar contra él.

En marzo de 1364, Carlos II, en presencia de Pedro IV, tuvo una entrevista en Almudévar (Huesca) con el conde Enrique de Trastámara donde, entre otros asuntos, acordaron que, a cambio de su reconocimiento como futuro rey de Castilla por parte de Carlos II, el conde cedería a Navarra los territorios que habían pertenecido a Sancho III “el Mayor”.

En abril, coincidiendo con la muerte de Juan II “el Bueno”, que había regresado caballerescamente a Inglaterra al no poder pagar el rescate exigido, Du Guesclin tomó y saqueó las plazas navarras de Mantes y Meulan situadas en la región de la Isla de Francia.

En mayo, el “captal de Buch” concentró las tropas navarras y las compañías mercenarias inglesas en Evreux, y se enfrentó al ejército de Bertrand Du Guesclin en Cocherel (Isla de Francia). Allí fue ampliamente derrotado y apresado. Ese mismo mes, el ya rey Carlos V de Francia fue coronado en la catedral de Reims (noreste de Francia). Por su parte, y como consecuencia de la derrota, Carlos II estrechó sus relaciones con Inglaterra y Castilla.

En julio, el infante Luis, que había sido nombrado lugarteniente de todos los territorios que Carlos II tenía en Francia, partió hacia Borgoña para defender las posesiones navarras con tropas mercenarias reclutadas gracias a un préstamo forzoso de todos los estamentos del reino. Allí, defendió La Charité-sur-Loire contra el duque de Borgoña, y luego entró en Normandía, donde se reforzó con tropas procedentes de Navarra llegadas por mar.

En octubre, un día después de que las tropas castellanas reconquistara Castielfabib, que había sido recuperado por Aragón, Carlos II firmó una alianza con Pedro I en la que, entre otros asuntos, le permitía utilizar los puertos guipuzcoanos para llevar tropas a Normandía. Como consecuencia de ella, el rey navarro se apartó de Pedro IV que, además, había firmado con Carlos V, una alianza militar para conquistar Navarra con la ayuda de un ejército de dos mil hombres de a caballo mandado por el duque de Anjou, hermano de Carlos V, y ayudarle en la guerra contra Castilla. Como contrapartida, el rey aragonés colaboraría en la conquista del ducado de Guyena.

A finales de año, el infante Luis, después de desalojar de Valognes (Normandía) a la guarnición puesta por Du Guesclin, regresó a Navarra.

En marzo de 1365, debido a que los enfrentamientos posteriores al desastre de Cocherel no conseguían debilitar a Carlos V y que se había producido un estancamiento de la situación, los reyes navarro y francés firmaron en Aviñón un tratado, que no llegó a cumplirse enteramente, por el que, a cambio de la baronía de Montpellier (sur de Francia) y la restitución de Evreux, Carlos II perdía Mantes, Meulan y el condado de Longueville, que el rey francés había dado anteriormente a Du Guesclin.

En noviembre, las compañías de mercenarios, mandadas por los franceses Bertrand Du Guesclin y Arnoul d´Audreheml y los ingleses Hugo de Calveley y Matthew de Gournay, comenzaron a concentrarse en Montpellier. La razón era que Pedro IV y Carlos V habían firmado una alianza para luchar contra Castilla que les llevó a contratar a los mercenarios, ociosos por las treguas de “la guerra de los cien años”, para que lucharan fuera de Francia y evitar así que continuaran con sus desmanes. Ante el cariz de los acontecimientos, en diciembre, Carlos II volvió a cambiar de bando abandonando a Pedro I y firmando un acuerdo secreto con Pedro IV.

En marzo de 1366, las tropas de Du Guesclin penetraron en Navarra y, aunque pasaban por territorio amigo, arrasaron las plazas de Cascante, Murchante, Ablitas y Monteagudo antes de llegar a Tudela. Desde allí, reforzando las tropas del conde Enrique de Trastámara, invadieron Castilla entrando por Alfaro (La Rioja). Cuando llegaron a Calahorra (La Rioja), el conde se hizo proclamar rey de Castilla. Las continuas victorias de Enrique en la guerra civil propiciaron la huida de Pedro I a Burdeos (actual Francia), que pertenecía a Inglaterra, donde llegó en julio con el propósito de pedir ayuda militar del Príncipe Negro para recuperar el trono de Castilla. Antes de su llegada, Carlos II, cuyo reino se encontraba territorialmente en medio del conflicto, realizó una serie de negociaciones, pero sin comprometerse, con diferentes mandatarios, como: Carlos V, el papa, Enrique de Trastámara y Du Guesclin, entre otros. Además, entró en contacto con el Príncipe Negro y consiguió de él poder intervenir en la preparación del acuerdo de ayuda militar que Pedro I negociaría con el príncipe.

En septiembre, mientras Carlos II volvía a cambiar de bando abandonando a Pedro IV, este negociaba una alianza en Toulouse (Francia) con el duque de Anjou contra Carlos II. Por ella, el reino de Navarra pertenecería por derecho de conquista a Aragón, y las posesiones navarras en Francia serían para el rey francés.

También en ese mes, en Libourne (Francia), como resultado de las negociaciones entre el Príncipe Negro, Pedro I y Carlos II se firmó un tratado por el cual el rey castellano costearía todos los gastos que originasen las tropas mercenarias que aportaría el príncipe, así como altas compensaciones monetarias y territoriales para el inglés. Con respecto a Navarra se acordó que Carlos II recibiría en plazos doscientos mil florines en concepto de los daños y gastos que causarían las tropas al pasar por su reino, y también la anexión de Guipúzcoa y Álava, más Logroño, Calahorra y Navarrete (La Rioja).

En aquel año, el infante Luis se casó con Juana de Sicilia, duquesa de Durazzo (actual Durrés en Albania) y heredera del principado de Albania.

En enero de 1367, Carlos II, decidió entrevistarse secretamente con el conde Enrique de Trastámara en Santa Cruz de Campezo (Álava) donde firmó una alianza secreta contra sus aliados Pedro I y el Príncipe Negro, por la que se comprometía a no permitir el paso de los mercenarios por su reino y obtendría la plaza de Logroño como pago a su colaboración. Con ello, venciera Pedro I o lo hiciera el conde de Trastámara, tendría cubierta su posición.

En febrero, el Príncipe Negro, Pedro I y Carlos II al frente de un ejército mercenario atravesó Navarra y se dirigió a Castilla. A su paso por Pamplona, Carlos II, que no había cumplido el pacto con el conde de Trastámara y que tampoco quería comprometerse demasiado con la invasión, compró la voluntad del alcaide del castillo de Borja (Zaragoza), primo de Du Guesclin, para simular que le hacía prisionero cuando cazaba por las inmediaciones.

A primeros de abril, el ejército del Príncipe Negro, después de haber entrado en Logroño, se enfrentó y derrotó a las tropas de Enrique de Trastámara en las cercanías de Nájera (La Rioja). Du Guesclin fue hecho prisionero y el conde consiguió huir y pasar a Francia. Una vez resuelta la campaña a favor de Pedro I, Carlos II logró que el alcaide de Borja le acompañase a Tudela para pagarle sus servicios. Una vez allí, le apresó.

En junio se negoció una paz entre Castilla y Aragón auspiciada por el Príncipe Negro que había cambiado su política de apoyo a Pedro I por la de amistad con Pedro IV. Lo hizo porque no confiaba en recibir lo pactado con el rey castellano.

En agosto, Carlos II, que había salido bien librado en su doble juego, recibió y acompañó con grandes honores al Príncipe Negro hasta San Juan Pie de Puerto (actual Francia) cuando, ya enfermo, atravesó Navarra con su ejército para regresar a sus dominios.

En septiembre, el conde Enrique de Trastámara volvió a invadir Castilla con tropas sufragadas por Carlos V, con lo que la guerra civil en Castilla volvió a estallar.

En noviembre, en Tarbes (Francia) se reunieron los representantes de Pedro I, Carlos II, Pedro IV y del Príncipe Negro para acordar una paz mediante el matrimonio de Juan, heredero de Pedro IV, con Constanza, hija de Pedro I, que recibiría como dote el reino de Murcia y sería jurada heredera de Castilla. Debido a la disconformidad del Príncipe Negro, y para satisfacer las reivindicaciones de todos los participantes de la reunión, se modificó el plan ofreciendo a Pedro I y al de Trastámara ayuda o neutralidad a cambio de que cumpliesen todos los compromisos. A finales de año se dieron por concluidas las reuniones. Sus acuerdos fueron firmados por navarros e ingleses, pero no consta que los aragoneses lo hicieran. De hecho, dos embajadores aragoneses viajaron a Burdeos para proponer una entrevista entre Pedro IV y el Príncipe Negro, pero este los remitió a su padre Eduardo III que tenía la potestad de firmar todos los acuerdos.

En mayo de 1368, mientras Carlos II se anexionaba Logroño, sus tropas comenzaron el sitio de Vitoria, que poco después conquistaron, y, a continuación, se apoderaron, con gran resistencia por parte de sus habitantes, de las plazas alavesas de Santa Cruz de Campezo, Contrasta, Alegría de Álava y Salvatierra de Álava.

En febrero de 1369, Bertrand Du Guesclin, que había sido rescatado por Carlos V, fue enviado por el rey francés a Castilla para ayudar al conde Enrique de Trastámara a ganar la guerra. Pero antes de entrar en Castilla, se instaló en sus dominios de Borja para vengarse de la fechoría que Carlos II le había hecho a su primo. Bajo la amenaza de entrar en son de guerra en Navarra y, posiblemente, descubrir sus manejos y la falsedad de su prisión, consiguieron ambos primos que el rey navarro les entregase una suma de veintiséis mil florines de oro y dos castillos en Normandía con sus respectivas rentas.

En marzo, en Montiel (Ciudad Real) se produjo la derrota de Pedro I y su posterior muerte a manos de su hermanastro el conde Enrique de Trastámara, después de ser llevado con engaños por Bertrand Du Guesclin a la tienda donde se realizó el magnicidio. Con este hecho comenzaba en Castilla y León el reinado de Enrique II de Trastámara “el de las Mercedes”.

En abril, tras el triunfo de Enrique II, Carlos II, temiendo que el rey castellano-leonés intentara recuperar las tierras que le había ocupado, envió representantes a Tortosa (Tarragona) para negociar con Pedro IV, que también se sentía amenazado, un tratado de paz y amistad. Por él, Navarra devolvería a Aragón los zaragozanos castillos de Salvatierra de Esca y El Real, y Aragón el de Perrera, en la falda del Moncayo. Además, se buscó la colaboración de Inglaterra y Portugal para bloquear cualquier represalia de Castilla.

En agosto, garantizado el apoyo de Pedro IV y dejando como gobernadora a la reina Juana, Carlos II llegó a Cherburgo cuando ya se habían vuelto a reactivar las hostilidades entre Francia e Inglaterra. Su primera actuación fue, a través de representantes, la de comenzar una negociación con Carlos V para rescindir el tratado de Aviñón de marzo de 1365. Pero el rey francés solamente accedía a cederle la “parte nueva” de la ciudad de Montpellier que había adquirido Felipe IV “el Hermoso” en 1293, el condado de Gessenon y otras tierras cuyas rentas igualarían a las de Mantes, Meulan y Longueville. También le haría un préstamo de cincuenta mil francos oro.

En el mismo mes, Carlos II también envió tres consejeros a Eduardo III para negociar las condiciones de una alianza de mutua defensa y su apoyo para que las compañías inglesas dejaran de realizar los constantes asaltos a las posesiones navarras en Normandía.

Mientras tanto, tropas mandadas por Sancho, hermano de Enrique II, entraron en tierras alavesas y se apoderaron de algunos territorios, pero no pudieron conquistar Vitoria. Como consecuencia de ello, se acordó firmar una tregua hasta mayo de 1371. En ella se establecía que, aun cuando Carlos V hiciera la guerra a Carlos II, Castilla no intervendría mientras durase la tregua.

En aquel año, el infante Luis, con el apoyo de Carlos II, Carlos V y el papa Clemente VII, comenzó a recaudar fondos para contratar tropas que le permitiese hacerse cargo de la defensa de los territorios patrimoniales de su esposa Juana de Sicilia, perdidos el año anterior a manos del príncipe albanés Carlos Topia.

En la primavera de 1370, las negociaciones entre representantes de Carlos II y de Carlos V quedaron suspendidas.

En diciembre, como consecuencia de un viaje secreto a Inglaterra que hizo Carlos II en agosto para entrevistarse con Eduardo III, representantes de ambos reyes acordaron en el palacio de Clarendon (Inglaterra) un tratado de alianza militar contra Francia y Castilla, y eventualmente contra Aragón en el caso de que este atacara a Guyena o a Navarra. El tratado estipulaba que si Eduardo III conseguía el trono de Francia, Carlos II recibiría, además de otros territorios, los condados de Champaña, el de Brie, el ducado de Borgoña y recobraría las ciudades de Mantes, Meulan y el condado de Longueville. Pero el tratado no llegó a aplicarse, ya que el Príncipe de Gales se negó a ratificarlo porque en él se proponía la cesión al navarro de Limoges y el Limousin. Fracasada la negociación con Inglaterra, Carlos II no tuvo más remedio que seguir negociando con Carlos V.

En marzo de 1371, Carlos II, después de haber obtenido garantías para su seguridad con entrega de rehenes, se presentó ante Carlos V y firmó en Vernon (Normandía) un acuerdo que tenía por base las negociaciones paralizadas el año anterior, y en virtud del cual recibió los plenos derechos sobre Montpellier y la obligación de prestar homenaje, como así hizo, a Carlos V por sus territorios en Francia.

En noviembre, representantes navarros nombrados por la reina Juana y castellanos acordaron en Burgos rendir a Enrique II el castillo alavés de Zaldiarán y las villas de Santa Cruz de Campezo y Contrasta. También acordaron someterse al arbitraje del papa Gregorio XI y de Carlos V para solventar todas las demandas surgidas por los territorios tomados durante la guerra civil en Castilla. Pero Enrique II aprovechó la ocasión para también poner en discusión las viejas reclamaciones de las villas navarras de Fitero y Tudején, así como las villas de Laguardia (Álava) y San Vicente de la Sonsierra (La Rioja), con sus fortalezas, que nada tenían que ver con la guerra civil castellana. De acuerdo con lo pactado, las villas de Logroño, Vitoria y Salvatierra fueron puestas en secuestro del papa y del rey de Francia.

En marzo de 1372, Carlos II hizo su entrada solemne en Montpellier después de que el papa, con su arbitraje, solventara las dificultades que impedían cumplir el acuerdo. Después de permanecer en la ciudad hasta julio, regresó a Navarra y llegó a Olite en septiembre.

En marzo de 1373, Carlos II, no conforme con las negociaciones realizadas, obtuvo de las Cortes una ayuda de cincuenta mil libras para armar a tres mil hombres para ir contra Castilla. El obispo de Pamplona y el deán de Tudela, que se opusieron a la recaudación porque consideraron que Navarra ya estaba suficientemente esquilmada, tuvieron que huir para escapar de Carlos II. El obispo consiguió llegar a Aviñón y el deán fue alcanzado y muerto cerca de Logroño. Los bienes de ambos fueron confiscados.

En junio, debido a que las alianzas o discordias entre los reinos de su entorno no eran propicias para poner en marcha una guerra contra Enrique II, Carlos II tuvo que optar por el arbitraje del cardenal Guido de Bolonia, legado papal, para resolver sus problemas.

En agosto, el cardenal de Bolonia emitió el veredicto de arbitraje por el cual, Logroño, Vitoria y Salvatierra, con sus territorios, se devolverían a Castilla; San Vicente de la Sonsierra y Laguardia se adjudicaban a Carlos II, que también recibiría treinta mil doblas por los gastos y mejoras en el castillo de Logroño. Respecto a las demandas castellanas sobre Fitero y Tudején, el cardenal aplazaba su sentencia hasta que tuviera más información. Para las demás cuestiones que pudieran surgir se someterían ambos a la resolución del papa. Además, el cardenal impuso la llamada paz de San Vicente entre los dos reinos. Para sellarla, acordaron el matrimonio entre el infante Carlos, primogénito de Carlos II, con la hija de Enrique II, Leonor, que recibiría una dote de ciento diez mil doblas castellanas. Si el matrimonio tuviera hijos varones heredarían el trono de Navarra, aunque su padre muriese antes de reinar, y a falta de un infante primogénito de Castilla y de otros hijos legítimos de Enrique II, Leonor heredaría la corona de Castilla y León excluyendo a cualesquier otro heredero.

En septiembre, desde Briones (La Rioja), el infante Carlos acompañó a Enrique II a Burgos para celebrar sus esponsales con Leonor de Trastámara, dejando para dos años más tarde la ceremonia de las bodas.

En octubre, el cardenal de Bolonia, estando en Tudela, completó su sentencia declarando que el monasterio de Fitero y el castillo de Tudején pertenecían al reino de Navarra.

En noviembre murió en Evreux la reina Juana después de haber permanecido desde marzo en Montpellier, donde había sido enviada por Carlos II para ponerla al frente de todos sus dominios en Francia.

En diciembre de 1374, Carlos II hizo un viaje a Madrid para proponer a Enrique II una solución que normalizara las relaciones entre Francia e Inglaterra, único reino con el que el rey navarro mantenía una amistad duradera. Le proponía que pagara parte de la deuda que el difunto Pedro I había contraído con el Príncipe Negro durante la guerra para que el duque de Lancaster, hermano del Príncipe y casado con Constanza, hija de Pedro I, renunciara a sus pretensiones al trono de Castilla. Pero Enrique II no pudo aceptar porque ello implicaría romper su alianza con Francia.

En mayo de 1375, se celebraron en Soria las bodas entre el infante Carlos de Navarra y Leonor de Trastámara.

En junio, las Cortes de Castilla reconocieron al infante Carlos, como consorte de Leonor, los derechos al trono castellano en el caso de que muriera el primogénito. En agosto los procuradores de Carlos II y de Enrique II se reunieron en Logroño para declarar nula cualesquier reclamación que se produjera en torno a la sentencia arbitral.

En junio de 1376, el infante Luis al mando de los cuatrocientos mercenarios navarros y gascones contratados, con armas y víveres, consiguió recuperar Durazzo. Poco tiempo después, el infante Luis murió.

En enero de 1377 Eduardo III envió mensajeros a Navarra y a Aragón para pedirles su apoyo para intentar impedir que Castilla siguiera apoyando a Francia, sobre todo con su flota. La razón era que la tregua entre Inglaterra y Francia expiraba aquel año y ambos reinos necesitaban reforzar sus alianzas para reanudar la guerra. Esta petición hizo que Carlos II retomara los contactos con Inglaterra con el fin de obtener ayuda militar para el caso de tener una guerra contra Castilla, ya que pretendía la anexión de varias ciudades castellanas. A cambio, el rey navarro arrendaría sus puertos normandos a Inglaterra.

En marzo, el distanciamiento entre Navarra y Castilla quedó patente cuando se descubrió la traición de un consejero real navarro y, además, merino (especie de juez que resolvía, entre otras causas, asuntos territoriales), que pretendía entregar las villas navarras de Tudela y Caparroso a Castilla por motivo de haber negociado su matrimonio con una sobrina de Enrique II. El merino fue ejecutado en Pamplona.

En junio murió Eduardo III y fue sucedido en el trono de Inglaterra por su nieto Ricardo II, hijo del Príncipe Negro, fallecido el año anterior.

En agosto, volvieron una vez más a suspenderse las negociaciones que llevaba el obispo de Dax (Francia), consejero de Carlos II, ante Carlos V por el asunto de la revocación de la permuta de las villas de Mantes y Meulan y del condado de Longueville por el señorío de Montpellier. Debido a ello, se hacía necesaria la presencia de Carlos II en Francia para dirigir las negociaciones, pero para el rey navarro era peligroso ausentarse de su reino por la situación internacional y, además, porque estaba negociando con los ingleses una alianza matrimonial para casar a una de sus hijas con el nuevo rey inglés.

Entre octubre y noviembre, Carlos V envió a Castilla un almirante que se entrevistó con Enrique II para informale de los planes de Carlos II. Motivo por el cual le planteaba reafirmar su alianza y planear un ataque a Navarra. Inmediatamente, el rey castellano ordenó la movilización de sus tropas y su concentración en Logroño para el siguiente mes de abril.

En enero de 1378, Carlos II envió a Francia al infante Carlos para que le sustituyera en la reactivación de las negociaciones con Carlos V. En su séquito iba el obispo de Dax y durante el viaje se les unió el chambelán Jacques de Rué, que llevaba instrucciones secretas dictadas por el rey navarro y otros documentos comprometedores sobre las verdaderas intenciones entre Inglaterra y Navarra. Carlos V, para confirmar las confidencias que tenía de las intrigas de Carlos II, hizo apresar al chambelán y a Pierre du Tertre, secretario del rey navarro, cuando el séquito pasaba cerca de París. En su detención, los prisioneros confesaron bajo tortura todas las maquinaciones realizadas por el rey navarro, sus tratos con Inglaterra, el intento de apoderarse de Logroño y de otras villas sobornando a sus alcaides castellanos, e incluso un complot para envenenar al rey francés. Carlos V, después de ejecutarlos, hizo apresar al infante Carlos y a sus hermanos Pedro y Bona, que le acompañaban. Además, confiscó los bienes de Carlos II alegando que se constituía en guardián de la herencia de sus sobrinos.

En abril, Carlos V aprovechó las confesiones de los dignatarios de Carlos II para enviar tropas, al mando del duque de Borgoña, a Normandía y ocupar, con gran resistencia por parte de sus alcaides navarros, los castillos de Carlos II, donde en¬contraron nuevas pruebas contra el rey navarro. También en aquel mes fue ocupada por el duque de Anjou la villa y el castillo de Montpellier. Solamente Cherburgo logró resistir, lo que permitió al rey navarro llegar a un acuerdo con Ricardo II por el que le cedía la plaza por tres años a condición de que le ayudara con quinientos arqueros y quinientos hombres de armas durante cuatro meses al año para luchar contra su consuegro Enrique II.

En julio, Enrique II, informado por Carlos V de todo lo ocurrido en Francia y de lo averiguado para entregar Logroño a Carlos II, inició contra Navarra la ofensiva, que ya venía preparando, enviando a su hijo y heredero, Juan, con tropas que saquearon las tierras de Larraga, Artajona y asedió Pamplona. Mientras tanto, Carlos II intentaba contratar tropas gasconas e inglesas al otro lado de los Pirineos. Para sufragar los cuantiosos gastos de la guerra, las Cortes otorgaron al rey en dos ocasiones una ayuda por un total de ciento veinte mil florines; las principales iglesias fundieron sus candelabros de plata y otros objetos artísticos para acuñar moneda. También se fundió el retablo de plata, valorado en dos mil florines, que se estaba fabricando por mandato del rey para la catedral de Pamplona.

En septiembre, a pesar de que se había coronado en Roma al papa Urbano VI en abril, un nuevo cónclave, apoyado por Carlos V, celebrado en Fondi, territorio de Nápoles, eligió como papa a Clemente VII, que se instaló en Aviñón. Con este hecho comenzaba el “Cisma de Occidente” y los diferentes reinos cristianos se decantaron por uno u otro papa. Carlos II se inclinó en un principio por Urbano VI.

En octubre, Carlos II viajó a Burdeos para urgir que se iniciara la recluta de las tropas inglesas, que fueron encomendadas al capitán inglés Thomas Trivet. Solamente el temor a la llegada de aquellos refuerzos ingleses, pudo contener el avance castellano, ya que el infante Juan levantó el asedio y se replegó hacia Logroño.

En diciembre, mientras San Vicente y Estella eran defendidas por tropas navarras y gascones, llegaban los refuerzos ingleses, con pocos efectivos, que se instalaron en Tudela. Desde allí Trivet intentó apoderarse de Soria, pero fracasó. También fracasó el intentó de Carlos II para atraerse al rey de Aragón, proponiéndole el matrimonio de una de sus hijas con el heredero de Pedro IV. Por ello, el rey navarro no vio más solución que entrar en negociaciones con el rey de Castilla. A este efecto, procuradores de Carlos II se trasladaron a Burgos para concertar la paz con Enrique II.

En marzo de 1379, en presencia de Enrique II, los procuradores enviados por Carlos II firmaron en Briones un humillante tratado de paz que ponía al rey navarro a merced del castellano-leonés y lo inmovilizaba completamente tanto en su reino como en Francia. Por el tratado se anulaban las anexiones navarras del tratado de Libourne de 1366; se supeditaban las alianzas de Navarra a las políticas de Castilla, se la obligaba a Navarra a romper cualquier trato con Inglaterra; y a no acoger a ningún enemigo de Castilla. Además, los castillos y villas navarras de Tudela, Estella, Viana y Lerín y el riojano San Vicente de la Sonsierra, entre otros, que habían sido conquistados por el infante castellano o por Enrique II en Navarra, quedarían como garantía en poder del rey de Castilla, en rehenes, por diez años, y sus vecinos jurarían fidelidad al rey castellano-leonés si el rey de Navarra quebrantase las cláusulas del tratado.

Después del tratado de Briones, y forzado por Castilla, Carlos II cambió de postura y se decantó por la neutralidad o indiferencia con respecto a los papas de Roma y de Aviñón.

En mayo murió Enrique II de Trastámara en Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) y fue sucedido por su hijo Juan I.

En septiembre de 1380, la muerte de Carlos V y la subida al trono de Francia de su hijo Carlos VI cambió la situación del infante Carlos, que, aunque había sido tratado con todos los honores durante su cautiverio, ya que era invitado a ocupar, junto al rey, puestos de privilegio en las ceremonias de la corte francesa, no dejaba de ser un prisionero.

En febrero de 1381, Carlos VI otorgó al infante Carlos la administración de todos los bienes confiscados para que pudiera costear su posición social y la de su hermano Pedro. Por aquellos bienes, en julio, el infante navarro prestó homenaje al rey francés, que, además, le concedió que pudiera percibir las rentas de los mismos desde el día en que fueron confiscados hasta la fecha de la rehabilitación.

En junio, aunque ya habían pasado los tres años estipulados para la cesión a Inglaterra de Cherburgo, Ricardo II comenzó a demorar con diferentes excusas la fecha de devolución.

En agosto, el señorío de Montpellier, que también había sido devuelto al infante Carlos, fue nuevamente ocupado por el duque de Berry en nombre del rey.

En octubre, el infante Carlos fue liberado y, acompañado de un numeroso séquito, pudo ponerse en camino para regresar a Navarra gracias, entre otras razones, a las gestiones que hizo Juan I, nuevo rey de Castilla, a instancias de su hermana Leonor, casada con el infante. Después de detenerse en Aviñón y Montpellier, donde el duque de Berry le devolvió la administración de la ciudad, pasaron por Barcelona y Zaragoza. En Caparroso se produjo el encuentro entre padre e hijo, y juntos llegaron en diciembre a Pamplona.

En abril de 1382, un enfermizo Carlos II recibió en Pamplona al legado del papa Clemente VII y en junio al de Urbano VI. Con ambos mantuvo su ambigüedad respecto al Cisma. Ello suscitó los recelos de Carlos VI que con el pretexto de supuestos abusos por parte de los oficiales del infante Carlos, procedió en octubre a la confiscación definitiva de Montpellier.

En noviembre, el infante Carlos, acompañado del obispo de Pamplona, viajó a Castilla para asistir al nacimiento de Juana, su primogénita.

En mayo de 1383, el infante Carlos, que continuaba en Castilla, asistió en Badajoz a la boda de Juan I con Beatriz, de diez años de edad, hija y heredera del rey Fernando I de Portugal. Poco después se puso de manifiesto la buena relación entre los dos cuñados cuando el infante Carlos ayudó al rey castellano-leonés a someter la rebelión de su hermanastro el conde de Noreña en Gijón (Asturias).

En octubre, el infante Carlos logró que algunas de las cláusulas del tratado de Briones fueran rectificadas mediante el tratado de El Espinar (Segovia). Entre ellas estaba que Castilla abandonaría antes del plazo los castillos que tenía en prenda, menos Tudela y San Vicente de la Sonsierra, y que Carlos II pudiera designar en aquellos a sus alcaides. Llevaba el tratado un acuerdo especial de alianza por el que el rey navarro debería acudir personalmente en ayuda de Castilla en caso de guerra. Además, Carlos II debería hacer una declaración de adhesión al papa cismático de Aviñón. Pero el rey navarro se negó a ratificar el tratado porque, posiblemente, no admitía la imposición de la adhesión a Clemente VII. La razón era que no quería perturbar la negociación para la restitución de Cherburgo con Ricardo II, partidario del papa de Roma Urbano VI.

En otoño de 1384, a pesar de que el tratado de El Espinar no había tenido efecto, el infante Carlos prestó ayuda a su cuñado en la guerra que se había iniciado entre Castilla y Portugal. Asistió con sus tropas a los asedios de Coimbra y Lisboa hasta que la peste se cebó en los sitiadores obligando a los castellanos a levantar los sitios.

En marzo de 1385, Carlos VI, con el pretexto de haber descubierto una nueva conspiración de Carlos II para envenenar a los duques de Berry y Borgoña, procedió a la anulación del gobierno de los dominios otorgado al infante Carlos, y le privó de nuevo de todas sus rentas en tierras francesas. Es decir, procedió a la definitiva anexión de las posesiones francesas del rey de Nava¬rra.

En agosto, el infante Carlos no llegó a tiempo con sus tropas para participar en la batalla de Aljubarrota (Portugal) donde Juan I fue derrotado por los portugueses y con ello perdió toda opción de ser rey de Portugal.

En enero de 1386, Carlos II firmó unas capitulaciones en Estella que pusieron fin a las duras condiciones impuestas en Briones. Básicamente, eran las mismas que se firmaron en El Espinar, pero se añadía la forma de realizar los pagos pendientes que debía efectuar Juan I por la dote de su hermana Leonor. En contraprestación, se exigía la declaración de Navarra a favor del papa de Aviñón. Todo se cumplió aquel año, con la excepción de la vinculación a Clemente VII.

En enero de 1387, Pedro IV de Aragón murió como consecuencia de una enfermedad.

En el mismo mes, Carlos II “el Malo” murió en Pamplona víctima, según unas fuentes, de un incendio en sus aposentos, y según otras, de lepra. Esta última causa de su muerte no concuerda con la actividad que siguió durante el último año de su vida, ya que recorrió el reino en todas direcciones y cruzó los Pirineos varias veces sin que se percibieran señales de fatiga, pese a su estado enfermizo. Fue sucedido por su hijo Carlos III “el Noble”. El apodo de “el Malo” data del siglo XVI.

 

Sucesos contemporáneos

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Reyes y gobernantes coetáneos

Aragón:

Rey de la Corona de Aragón.

Pedro IV "el Ceremonioso" (1336-1387).

Castilla y León:

Reyes de Castilla y León.

Alfonso XI (1312-1350).
Pedro I (1350-1369).
Enrique II "el de las Mercedes" (1366/1369-1379).
Juan I (1379-1390).

Condado catalán
no integrado en la
Corona de Aragón:

Condes de Pallars-Sobirá.

Ramón Roger II (1343-1350).
Hugo Roger I (1350-1366).
Arnaldo Roger III (1366-1369).
Hugo Roger II (1369-1416).

Al-Andalus:

Emires del reino nazarí de Granada.

Yusuf I (1333- 1354).
Muhammad V (1354-1359) 1ª vez.
Ismail II (1359-1360).
Muhammad VI (1360-1362).
Muhammad V (1362-1391) 2ª vez.

Portugal:

Reyes de Portugal.

Alfonso IV (1325-1357).
Pedro I (1357-1367).
Fernando I (1367-1383).
Beatriz (1383-1385) y Juan I de Castilla (1383-1385). (Regencia de Leonor, madre de Beatriz, hasta 1384).

------- Guerra civil (1383-1385) con Juan de Avis (hermanastro de Fernando I), elegido regente por los portugueses.

(Dinastía de Avís)

Juan I (1385-1433).

Francia:

Reyes de Francia.
(Dinastía de Valois).

Felipe VI (1328-1350).
Juan II (1350-1364).
Carlos V (1364-1380).
Carlos VI (1380-1422).

Alemania:

Reyes de Germania.
(Dinastía de Luxemburgo).

Carlos IV (1346-1378).
Wenceslao (1378-1400).

Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Carlos IV (1355-1378).

Rey de Romanos. (Emperador sin coronar).

Wenceslao (1376-1400).

Italia:

Reyes de Italia (Norte).

------- Perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico desde 962.

Dux de la República de Venecia.

Andrea Dandolo (1342-1354).
Marino Faliero (1354-1355).
Giovanni Granedigo (1355-1356).
Giovanni Dolfin (1356-1361).
Lorenzo Celsi (1361-1365).
Marco Cornaro (1365-1367).
Andrea Contarini (1367-1382).
Michele Morosini (1382-1382).
Antonio Venier (1382-1400).

Estados Pontificios (Papas).

Clemente VI (1342-1352).
Inocencio VI (1352-1362).
Urbano V (1362-1370).
Gregorio XI (1370-1378).

------- Inicio del Cisma de Occidente (1378-1417).

------- (Papa en Roma).

Urbano VI (1378-1389).

------- (Papa en Aviñón).

Clemente VII (1378-1394).

Reyes de Sicilia.

Luis (1342-1355).
Federico IV (1355-1377).
María (1377-1402).

Reyes de Nápoles.

Juana I (1344-1381). Asoció a Luis de Tarento (1352-1362).
Carlos III (1381-1386).
------- Luis I (1383-1384). Rival de Carlos III.
Ladislao (1386-1414).
------- Luis II (1384-1417). Rival de Ladislao.

Britania:

Escocia:

Reyes de Escocia.

David II (1329-1371).

(Dinastía Estuardo).

Roberto II (1371-1390).

Inglaterra:

Reyes de Inglaterra.

Eduardo III (1327-1377).
Ricardo II (1377-1399) (Obligado a abdicar).

División del
Imperio bizantino. (Bizancio):

Imperio bizantino.
Emperadores.

(Dinastía Cantacuzeno).

Juan VI (1347-1354).
Mateo (1354-1357).

(Dinastía Paleóloga).

Juan V (1357-1376) 2ª vez.
Andrónico IV (1376-1379).
Juan V (1379-1390) 3ª vez.

Imperio de Trebisonda.
Emperadores.

Miguel (1344-1349) 2ª vez.
Alejo III (1350-1390).

Despotado de Épiro.
Déspotas.
(Dinastía Orsini).

------- Bajo dominio de Bizancio hasta 1356).

Nicéforo II (1356-1359) 2ª vez.
Simeón Uros (1359-1366).
Tomás Preljubovic (1367-1384).
María Angelina Ducaina Paleóloga (1384-1385).

(Dinastía Buondelmonti).

Esaú (1385-1411).

Imperios y sultanatos musulmanes: Califato árabe abbasí:

Califas abbasíes. (Dentro del sultanato mameluco de El Cairo).

Al-Hakim II (1341-1352).
Al-Mutadid I (1352-1362).
Al-Mutawakkil I (1362-1377).
Al-Mustasim (1377).
Al-Mutawakkil I (1377-1383) 2ª vez.
Al-Watik II (1383-1386).
Al-Mutasim (1386-1389).

Sultanato benimerín o meriní:

Sultanes.

Abú Inan Faris (1348-1358).
Abú Zayyán Muhammad II (1358).
Abú Bakr II (1358-1359).
Abú Salim I (1359-1361).
Abú Umar Tashfín (1361).
Abú Zayyán Muhammad III (1362-1366).
Abú Faris Abd ul-Aziz I (1366-1372).
Muhmmad as-Said II (1372-1374).
Abú l-Abbás (1374-1382).
Abd al-Rahman (1374-1382) en Marrakech.
Abú l-Abbás Ahmad (1382-1384).
Abú Zayyán Muhammad IV (1384-1386).
Muhammad V (1386-1387).
Abú l-Abbás Ahmad (1387-1393).

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