Sancho VII "el Fuerte"
Rey
de Navarra (h.1154<1194-1234>1234)
Genealogía
Su reinado
Sancho VII accedió al trono de Navarra después de la muerte, en junio de 1194, de su padre Sancho VI “el Sabio”. Fue llamado “el Fuerte” por su enorme estatura y fortaleza (estudios forenses modernos le otorgan entre 2,28 y 2,31 metros de estatura).
En 1192, durante el reinado de su padre, realizó en Aquitania una campaña defendiendo los derechos del rey de Inglaterra y duque de Aquitania Ricardo I “Corazón de León”, casado con su hermana Berenguela, que se encontraba participando en la Tercera Cruzada. En 1194, ya liberado el rey inglés del cautiverio al que le tenía sometido Enrique VI de Alemania, volvió a apoyarle en contra de Felipe II de Francia que le había arrebatado varias posesiones. No pudo terminar la campaña porque la noticia de la enfermedad de su padre precipitó su vuelta a Navarra.
En 1195, Sancho VII, siguiendo la política de su padre de consolidar la presencia de Navarra en los condados y señoríos ultrapirenaicos, se casó con Constanza, hija del conde de Tolosa Raimundo VI, que más tarde repudió.
En aquel mismo año, los almohades derrotaron a Alfonso VIII en Alarcos evidenciando la debilidad de Castilla. Aquella situación fue aprovechada por Sancho VII atacando las tierras de aquel reino.
En 1196, Sancho VII volvió a atacar a Alfonso VIII en tierras de La Rioja y Soria. Además, estableció un pacto con los musulmanes por el cual, a cambio de recibir una suma de dinero anual, permanecería neutral ante los ataques de los almohades a cualquier reino cristiano. Pacto que fue criticado duramente por el papa Celestino III. El conflicto se resolvió gracias a las fuertes presiones pontificias que pedían al navarro que hiciera la paz con Castilla y Aragón, y abandonara la alianza con los musulmanes. También medió el ya muy enfermo Alfonso II de Aragón, que consiguió reunir entre Agreda y Tarazona al rey castellano y al navarro para firmar la paz. Para que esta fuera duradera, el papa dirigió una bula a Sancho VII ofreciéndole un pacto entre todos los reinos cristianos peninsulares. En él se garantizaba la inmunidad de su reino, el reparto de las conquistas que se hicieran a los musulmanes y el paso libre por los otros reinos para acceder a los futuros territorios que le correspondieran. Todo ello, con la obligación de abandonar la alianza con los almohades.
También en aquel año, las buenas relaciones entre Navarra e Inglaterra se enfriaron, aunque por poco tiempo, como consecuencia del excesivo protagonismo que Sancho VII estaba tomando en los territorios ultrapirenaicos. El detonante fue, seguramente, que el vizconde de Tartás, vasallo de Ricardo I, prestó homenaje a Sancho VII y le pidió su arbitraje en una disputa que mantenía con el vizconde de Bearn. Aquel enfriamiento se materializó cuando el inglés pidió la entrega de los castillos de San Juan de Pie de Puerto y Rocabruna, construidos por Sancho VI en 1189, que formaban parte de la dote de boda de Berenguela de Navarra. La enemistad no fue obstáculo para que el Ricardo I pagase el total de la deuda a Enrique VI de Alemania por la libertad de Fernando, hermano de Sancho VII que había sido entregado como rehén por su padre para liberar al rey inglés.
En 1197, por medio de una bula, que ratificaba una del año anterior dirigida al legado papal, Celestino III otorgó a Sancho VII el título de rey de Navarra (rex Navarre). Se reconocía así por la Santa Sede el pleno derecho de la monarquía navarra.
En ese mismo año, Alfonso VIII acusó a Sancho VII de romper el pacto al haber ocupado castillos castellanos y aliarse con los almohades. El legado papal fue convencido de ello y excomulgó al rey navarro. Seguramente fue un pretexto para iniciar, junto con Aragón, las hostilidades.
A comienzos de 1198, el nuevo papa Inocencio III envió un nuevo legado para averiguar si eran ciertas las acusaciones que determinaron la excomunión de Sancho VII. El veredicto debió ser favorable al navarro porque no hay noticias de que la excomunión prosperara.
En junio de aquel año, Sancho VII, falto de recursos
para hacer frente al inminente ataque, firmó en Tudela con García
Ferrández, obispo de Pamplona, la concesión de un cuantioso préstamo
de setenta mil sueldos de sanchetes (monedas de plata acuñadas por Sancho
VI "el Sabio") a cambio de duras compensaciones, entre las
que se encontraban: la entrega a la iglesia de Pamplona del palacio real de
San Pedro en la Navarrería, con su bodega y granero; la cesión
del diezmo del peaje en Pamplona; la exención de todo trabajo en las
posesiones del rey a los villanos de las iglesias de Pamplona y Roncesvalles;
la anulación del mandato o dominio de los merinos reales (oficiales de
justicia) sobre los habitantes de las villas de ambas iglesias; la exclusividad
del obispo para resolver cualquier causa que se imputara a los clérigos;
y la prohibición al rey y a sus sucesores de cometer violencia o imponer
impuestos injustos en los burgos de San Cernin, San Nicolás, San Miguel
y la Navarrería, que configuraban en la ciudad de Pamplona; entre otras
concesiones.
Pero Sancho VII no pudo impedir que la guerra comenzara después de que
Pedro II de Aragón y Alfonso VIII firmaran un nuevo tratado de alianza
en Calatayud contra Navarra, en el que se incluía un nuevo reparto del
territorio navarro más favorable para Castilla que en los pactos anteriores
realizados con Alfonso II. El rechazo a reconocer a Navarra como un reino independiente
seguía siendo la excusa para intentar apoderarse de él. En el
ataque, Pedro II se apoderó de Burgui y Aibar, y Alfonso VIII conquistó
Miranda de Arga e Inzura. Pronto pudo Sancho VII romper la coalición
pactando una tregua con Pedro II que incluía una promesa matrimonial
del aragonés con Blanca, hermana del navarro. Propuesta irrealizable
porque el papa no concedería la dispensa de matrimonio al ser ambos nietos
de Alfonso VII de Castilla y León.
En 1199, Alfonso VIII, contando con la complicidad de un sector importante de la nobleza local navarra, inició una nueva campaña contra Sancho VII. Las tropas castellanas conquistaron o anexionaron varias plazas, solamente resistieron Portilla y Treviño, y llegaron a Vitoria que cercaron. Mientras tanto, Sancho VII, falto de apoyo, tuvo que trasladarse a África para pedir a los almohades un ataque a la frontera sur de Castilla para obligar a Alfonso VIII a levantar el cerco de Vitoria, pero no lo consiguió por los problemas internos que tenían los musulmanes; aunque es posible que consiguiera ayuda económica. En enero de 1200, después de ocho meses de iniciado el sitio, Sancho VII autorizó la rendición de Vitoria. Durante ese tiempo, el castellano consiguió apoderarse de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado. Estas tierras se perdieron definitivamente para la monarquía navarra.
En 1201, castellanos y navarros acordaron una tregua. En ella se estipuló el intercambio de fortalezas que habían quedado aisladas en territorio del reino contrario. Así, Navarra se quedó con Inzura y Miranda de Arga, y Castilla las plazas alavesas de Treviño y Portilla, que aún seguían resistiendo. Pero la tregua duró poco tiempo.
En ese mismo año, Sancho VII, para superar su aislamiento, firmó en Chinon un tratado de ayuda mutua con el rey de Inglaterra Juan Sin Tierra. En él, también se establecía que Bayona fuera el puerto de Navarra en sustitución de San Sebastián, que se había perdido el año anterior. Fue un tratado con escasos resultados, ya que ambos reyes se abstuvieron de acudir cuando su ayuda fue solicitada por alguno de ellos, aunque sí se cumplió en el terreno comercial.
A comienzos de 1202, la debilidad del navarro le impedía la confrontación frontal con el castellano, ello le impulsó a aprovechar los ataques contra Álava y Guipúzcoa del señor de Vizcaya Diego López de Haro, alférez de Castilla, que se había refugiado en Navarra después de haber roto con Alfonso VIII el año anterior. El castellano respondió entrando en Navarra y cercando al de Haro en Estella, pero no la pudo conquistar.
En 1203, Sancho VII se vio obligado a pedir una tregua en Alfaro, que duró varios años. La tregua, apoyada por el papa Inocencio III, era muy necesaria para los reinos implicados porque se habían quedado casi sin recursos. Debido a ella, la presencia del señor de Vizcaya se hizo incomoda y el navarro prescindió de él.
También en ese año, Sancho VII amplió sus relaciones de vasallaje con los señores de los territorios ultrapirenaicos. Fue el caso del homenaje que recibió de Biviano de Agramont con veintisiete vasallos suyos de la tierra de Mixa y del vizcondado de Soule. En el año siguiente, bajo la protección del rey de Inglaterra, amplió las relaciones de cooperación con la burguesía de Bayona, pero se mantuvo neutral en la campaña que realizó Alfonso VIII en 1205 en Gascuña.
En 1207, Sancho VII continuaba sin apoyos externos, por lo que se vio obligado a firmar en Guadalajara la prolongación de la tregua por cinco años más; en ella se estableció el libre paso de los súbditos respectivos por ambos reinos. Además, volvió a mantener su neutralidad en la campaña que realizó Alfonso VIII en 1208 en Gascuña.
Durante los años de paz, Sancho VII, saneó y acrecentó sus reservas monetarias utilizando varias vías, entre las que se encuentran: poner tasas a las importaciones y exportaciones, actualizar los aranceles y poner recargos, unificar los tributos que pagaban los campesinos de los señoríos de realengo, imponer un tributo por casa o familia en metálico o en especie, regular la actividad de los recaudadores reales, entre otras.
En 1209, en la península ibérica, en un ambiente de unión de voluntades entre los reinos cristianos para afrontar el peligro almohade, Pedro II y Sancho VII se reunieron en Monteagudo y pactaron no recibir vasallos huidos del otro reino para asegurar la estabilidad en la frontera común. En ese año, Pedro II, que continuaba con sus problemas financieros, pidió un préstamo de veinte mil maravedíes de oro a Sancho VII, dando en prenda las villas de Peña, Escó, Petilla de Aragón y Gallur.
En ese mismo año, Sancho VII presionó y consiguió que el obispo de Pamplona, Juan de Tarazona, le donase los castillos de Monjardín, Huarte y Oro, que ya los tenía por la fuerza, con el pretexto de que su señorío eclesiástico era de dimensiones considerables. Ello, junto con otras actuaciones perjudiciales para los intereses del obispado, provocó la destitución de Juan de Tarazona por parte de los canónigos del cabildo. El rey respondió con el destierro de gran parte del cabildo y la apropiación de sus bienes.
En la primavera de 1212, Pedro II volvió a pedir otro préstamo a Sancho VII de diez mil mazmudinas de plata, dejando en garantía la villa de Trasmoz. Esta y las villas anteriores constituían una especie de barrera de defensa de la frontera oriental de Navarra.
También, en la primavera-verano de aquel año, Sancho VII se resistió, en un principio, a la invitación por parte del arzobispo de Narbona de participar en la inminente cruzada que Alfonso VIII y sus aliados iban a iniciar contra los almohades. La posible razón sería que una victoria de los musulmanes podría propiciar la recuperación de Álava y Guipúzcoa. Pero sus sentimientos religiosos, o el temor a enemistarse con el papa, le impulsaron a incorporarse al contingente cristiano con doscientos caballeros y sus correspondientes peones y servidores, cuando el ejército ya había salido de Toledo para ir al encuentro con los musulmanes. El 12 de julio, los dos ejércitos se enfrentaron y se dio la batalla campal de las Navas de Tolosa con la aplastante victoria de las tropas cristianas y la huida del califa cuando fue asaltado su palenque. Sancho VII consiguió en aquella batalla prestigio y un cuantioso botín. (Existen discrepancias entre los cronistas de la época sobre quiénes asaltaron primero el palenque del califa. Cada uno se lo adjudica a los reyes o caballeros de sus respectivos reinos).
Durante el decenio siguiente, el botín de las Navas y el saneamiento de su hacienda permitieron a Sancho VII desarrollar una amplia política de provechosas inversiones financieras que se centraron en su reino y en Aragón. En Navarra, gracias a ellas, compró en su residencia habitual, Tudela, bienes en la propia ciudad y tierras de cultivo en sus alrededores; adquirió los pueblos de Buñuel, Cadreita, Cintruénigo y Urzante; para impedir que señoríos que no controlaba situados en la frontera sirvieran de vías de penetración de tropas enemigas, compró Lazagurría, Sartaguda, Cárcar, Resa y Javier. También invirtió en Pamplona y en su cuenca, donde adquirió los lugares de Esquíroz, Espilce, Oteiza y Añézcar. Las adquisiciones no siempre provinieron de compras o préstamos, también utilizó presiones y atropellos para lograrlos. Con Aragón, Sancho VII, casi siempre a través de préstamos, reforzó su frontera con el control de pueblos fronterizos aragoneses. Gracias a préstamos impagados, añadió a las plazas ya en su poder desde 1209, los pueblos de Sádaba, Grisén y Los Fayos.
Entre 1213 y 1214, Sancho VII, aprovechando la minoría de edad de Jaime I de Aragón, se hizo con una línea de castillos en dicho reino comprándolos a sus caballeros. Ello le permitió acceder con sus tropas a las tierras musulmanas del Maestrazgo para realizar sus propias incursiones de saqueo. Así, sobre el río Jalón adquirió Chodes y Zalatamor; sobre el Jiloca, Burbáguena; Ródenas, junto al señorío de Albarracín; Jorcas sobre el Alfambra; y cerca de Morella, Linares. Además, en la misma frontera se hizo con el castillo de Olocau.
En 1215, siguiendo seguramente la llamada de cruzada del cuarto concilio de Letrán, Sancho VII realizó una primera cabalgada contra los musulmanes en la que conquistó varios castillos y plazas fronterizas, como: Abengalbón, Peña de Arañón, Castillonuevo, Alehedo y Mallo. Durante ese año y el siguiente, estos castillos fronterizos sirvieron de base para sus correrías de saqueo en tierras musulmanas.
A partir de aquel año, se reactivó el conflicto que había surgido en 1209 entre Sancho VII y el obispado por el control de la ciudad de Pamplona. En aquella época, cada burgo que conformaba Pamplona tenía su concejo, sus murallas y sus fosos que los aislaban de los demás, aparte de las murallas comunes de la ciudad. Las gentes que los habitaban eran de diversas procedencias, pues los de la Navarrería y San Miguel eran navarros autóctonos y francos los de San Cernin y San Nicolás, siendo, además, conflictivas las relaciones entre ellos. En aquel contexto, el rey apoyó al burgo de San Cernin, enfrentado con el obispo, consintiendo sus fortificaciones, y ordenando derribar las de San Nicolás y los de la Navarrería. Esta actitud alentó varios enfrentamientos armados entre los burgos, a pesar de los esfuerzos del obispo Espárrago de la Barca por evitarlos.
En 1219, el nuevo obispo Guillermo de Santonge puso el reino en entredicho durante diez meses y excomulgó a Sancho VII por no devolver los castillos de Monjardín, Huarte y Orio, que retenía desde 1209.
También en aquel año y en el siguiente, Sancho VII participó en dos expediciones que tuvieron el carácter oficial de cruzada promovida por el arzobispo de Toledo Jiménez de Rada, que aunque logró tomar los castillos de Sierra, Serreruela y Mira, fracasó en su intento de tomar Requena. Pero a pesar de ello, Sancho VII salió beneficiado al conseguir un cuantioso botín.
También en 1220, Sancho VII, para asegurarse el control de la diócesis de Pamplona, promovió la elección de su hijo bastardo Ramiro como obispo. Ya elegido, Ramiro impuso una paz desigual en 1222 a los burgos de la ciudad de Pamplona que humillaba a San Nicolás y favorecía a San Cernin.
Hacia 1224, Sancho VII estuvo a punto de morir por una enfermedad que le llevó a recluirse en su castillo de Tudela casi de forma permanente. Por este motivo, sus súbditos le pusieron el apodo de “el Encerrado”. La enfermedad y su avanzada edad abrieron un periodo de inestabilidad en el reino porque no existía un heredero directo y legítimo. De su primer matrimonio no tuvo descendencia; de su segundo matrimonio, que probablemente no existió, con una tal Clemencia, al parecer hija o pariente del emperador Federico I Barbarroja, tampoco; y su hermano Fernando, el que fue rehén en Alemania, había fallecido. La sucesión de sus numerosos hijos bastardos estaba descartada. Sólo quedaba la opción de una rama colateral, la del conde Teobaldo de Champaña, hijo de su hermana Blanca. Al año siguiente, Teobaldo se presentó ante Sancho VII para postularse como heredero, pero no consiguió congeniar con su tío.
En 1228, Sancho VII, después de la muerte de su hijo bastardo Ramiro, obispo de Pamplona, continuó interfiriendo en los asuntos del obispado impidiendo la elección de un sucesor.
En 1230, Sancho VII logró imponer a su candidato Pedro Remírez de Piedrola como nuevo obispo de Pamplona, y como muestra de buena voluntad, no tardó en devolver al obispado las villas de Villamayor, Labeaga, Igúzquiza, Azqueta, Luquin, Urbiola, Adarreta y Novena, dependientes del castillo de Monjardín, pero no devolvió este castillo.
En ese año, con la reunificación de Castilla y León volvieron los ataques contra el reino navarro. Las tropas castellano-leonesas comandadas por el alférez de Castilla y señor de Vizcaya Diego López de Haro, hijo de aquel López de Haro que rompió con Alfonso VIII, conquistaron varios castillos navarros.
En 1231, Sancho VII decidió, para resolver el problema de la sucesión y preservar el reino de sus enemigos, suscribir en Tudela un pacto de prohijamiento mutuo con Jaime I de Aragón. En él se establecía que el aragonés defendería Navarra de cualquier ataque que se produjera, y que si uno de ellos muriera, el otro sería el heredero de ambos reinos. Además, el rey aragonés recibió un préstamo de 100.000 sueldos y entregó en prenda los castillos de Ferrera, Ferrellón, Zalatamos, Peña Faxino y Peña Redonda, más los lugares de Ademuz y Castelfabid, en la frontera con los musulmanes. Al año siguiente, en una nueva reunión en Tudela, Jaime I incluyó en el pacto el reino de Mallorca y la entrega en firme de los castillos hipotecados el año anterior; además, prometió no reivindicar las plazas de Escó, Petilla de Aragón, Peña, Gallur y Trasmoz, entregadas por su padre. Pacto muy favorable al aragonés debido a la enfermedad y a la excesiva edad del navarro, pero que no llegó a cumplirse a causa de la firme oposición de Castilla, Francia, la Santa Sede y una buena parte de la nobleza navarra.
En 1234, Sancho VII murió en Tudela y fue enterrado
en esa ciudad; posteriormente, en 1238, sus restos fueron llevados a la colegiata
de Roncesvalles. Los nobles navarros, haciendo caso omiso de sus disposiciones,
nombraron rey de Navarra a su sobrino Teobaldo de Champaña. Con ello
desapareció la dinastía Jimena y comenzó la de Champaña.
Sucesos contemporáneos
Reyes y gobernantes coetáneos
Castilla: | Reyes de Castilla. Alfonso VIII (1158-1214). ------- 1230.- Unión de Castilla y León. |
Rey de Castilla y León. Fernando III "el Santo" (1230-1252). |
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León: | Rey de León. Alfonso IX (1188-1230). |
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Aragón: | Reyes de la Corona de Aragón. Alfonso II "el Casto" (1162-1196). |
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Condados catalanes no integrados en la Corona de Aragón: |
Condes de Ampurias. Ponce III (1173-1200). |
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Condes de Urgel. Armengol VIII (1184-1209). ------- 1231.- Integración en la Corona de Aragón. |
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Condes de Pallars-Sobirá. Bernardo III (1182-1199). |
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Al-Andalus: |
Califas almohades soberanos en al-Andalus. Abú Yusuf Yaqub al-Mansur (1184-1199). ------- En 1228 terminó la vinculación de la dinastía almohade en al-Andalus. |
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Segundos reinos de taifas. |
Régulo de la taifa de Baleares.
Abd Allah ben Ishaq (1187-1203). ------- 1203.- Conquistado por los almohades. |
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Terceros reinos de taifas. | Régulo de la taifa de Baeza. Abd Allah al-Bayyasi "el Baezano" (1224-1226). ------- 1226.- Anexionada por Castilla. |
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Régulo de la taifa de Valencia. Abú Zayd (o Zeit Abú Zeit) ben Muhammad ben Abi Hafs (1224-1229). (Gobernador almohade semiindependiente). Zayyan ben Mardanis (1229-1238). |
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Régulo de la taifa de Alcira, Denia y Jativa. Desconocido (1224-1227). ------- 1227.- ¿Conquistado por Valencia? |
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Régulo de la taifa de Murcia. Abú Abd Allah Muhammad ben Yusuf al-Yudami (Ibn Hud) (1228-1238). |
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Régulo de la taifa de Málaga. Abd Allah ben Zannun (1229-1238). |
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Régulo de la taifa de Menorca. Abú Said Utman ben Hakam (1229-1281). ------- Reino vasallo de Aragón desde 1231. |
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Régulo de la taifa de Arjona. Muhammad ben Yusuf ben Nasr al-Ahmar (1232-1238). |
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Régulo de la taifa de Niebla. Suaib ben Muhammad ben Mahfuz (1234-1262). |
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Portugal: | Reyes de Portugal. Sancho I (1185-1211). |
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Francia: | Reyes de Francia. Felipe II "Augusto" (1180-1223). |
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Alemania: | Reyes de Germania. Enrique VI "el Severo" (1190-1197). |
Emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico. Enrique VI "el Severo" (1190-1197). ------- Felipe de Suabia (1198-1208). Rey de Romanos. |
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Italia: | Reyes de Italia (Norte). Perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico. |
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Dux de la República de Venecia. Enrico Dandolo (1192-1205). |
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Estados Pontificios. (Papas). Celestino III (1191-1198). |
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Reyes de Sicilia. (Sicilia y Nápoles). Tancredo (1189-1194). ------- Comienza la dinastía alemana de Hohenstauffen. (Dinastía Hohenstauffen) Enrique I (1194-1197) por su matrimonio con la heredera Constanza.
(Emperador del Sacro Imperio como Enrique VI ). |
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Britania: | Escocia: |
Reyes de Escocia. William I (1165-1214). |
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Inglaterra: |
Reyes de Inglaterra. Ricardo I "Corazón de León" (1189-1199). |
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Gales: | Reyes de Gwynedd, Powys y Deheubarth. Dafydd ab Owain (1190-1194). |
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Imperio bizantino. (Bizancio): | Emperadores. Isaac II (1185-1195). ------- 1204.- Constantinopla fue asaltada por las tropas de la Cuarta Cruzada y se dividió en cuatro partes: Imperio Latino (cruzados), Imperio de Nicea (Bizancio en el exilio), Imperio de Trebisonda y Despotado de Épiro. |
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Imperio de Nicea. Constantino XI (1204-1205). |
Imperio Latino de Constantinopla. Balduino I (1204-1205). ------ Interregno (1219-1221) Roberto de Courtenay (1221-1228). |
Imperio de Trebisonda. Alejo I (1204-1222). |
Despotado de Épiro. Miguel I (1205-1215). |
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Imperios musulmanes: | Califato árabe abbasí: | Califas abbasíes. (Bagdad). Ahmad al-Nasir (1180-1225). |
||
Califato almohade: |
Califas almohades. (Marrakech). Abú Yusuf Yaqub al-Mansur (1184-1199). |